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(ca) La Campana #220: EL IMPERIO DE LAS MULTINACIONALES, ¡EL IMPERIO! Reunión de la Organización Mundial del Comercio en Cancún
From
a-infos-ca@ainfos.ca
Date
Thu, 11 Sep 2003 17:47:34 +0200 (CEST)
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AGENCIA DE NOTICIAS A-INFOS
http://www.ainfos.ca/
http://ainfos.ca/index24.html
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Del 10 al 13 de septiembre, se celebrará en la isla caribeña de Cancún
(México), la 5ª Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de
Comercio (OMC). Se abordarán los mismos problemas que trataron en las
cuatro ediciones anteriores -básicamente la monopolización del comercio
mundial en favor de las multinacionales- para ofrecer las mismas
soluciones y llegar al mismo resultado final: el aumento exponencial de la
desigualdad social, económica y política en todo el mundo, que los ricos
sean cada vez más ricos y poderosos a cuanta de la miseria y opresión de
la mayor parte de la humanidad y, por último, que se haga efectiva, por el
medio que sea, la sumisión de todos a semejante delirio.
Una agenda siniestra
Estos son algunos de los “temas” y el sentido de la agenda de la OMC en
esta 5ª edición de su principal reunión: - Renovar el Acuerdo Multilateral para las Inversiones, que impide en la
práctica cualquier protección frente a la decisión de las multinacionales
para controlar el mercado nacional que deseen. - Establecer reglas para que los gobiernos (principales compradores del
mundo) se obliguen a reorientar sus compras en función del beneficio de
las multinacionales y no para promover objetivos sociales o atención a
las personas. - Los productos (alimenticios, sanitarios, industriales, etc) ofertados
por las empresas no estarán sometidos a ningún test de calidad o
idoneidad, que no haya sido aprobado previamente por esas mismas
multinacionales y suscrito por sus gobiernos cómplices, especialmente el
de EE UU. - Imposición del Acuerdo Agrícola, que mantenga la agricultura
tecnificada de los países industriales subsidiada por sus gobiernos
respectivos, arruinando a los campesinos del “tercer mundo” que así no
pueden dar salida a sus productos. - Imponer la doctrina universal de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio, evitando que nadie pueda recurrir a
medicamentos o productos necesarios en cualquier orden sin pagar el
impuesto mafioso a las corporaciones industriales, que reclaman sus
derechos de patente. Tanto peor para el paciente si muere de malaria,
diarrea o SIDA pero el precio impuesto por la industria no bajará, aún
cuando su coste real de producción sea mínimo y las inversiones en
investigación hubiesen sido recuperadas con creces.
Fotos de familia
Acudirán a Cancún, como en ocasiones anteriores, los políticos de mayor
postín de cada uno de los 146 países miembros de la OMC y los servicios
de “Prensa e Información” del Régimen Mundial. A su lado, compadreando
con ellos la des-gracia ajena, estarán los más importantes lobbys
empresariales del mundo y la habitual cohorte de ONG’s y asociaciones
sociales y sindicales parásitas de los presupuestos estatales. Tantos miles de parásitos en contubernio necesitan precaverse con fuertes
medidas de “seguridad”. Afortunada-mente para ellos, el gobierno de
México ya cursó las órdenes pertinentes para que se hiciesen cargo del
asunto el Ejército y la Policía, al tratarse de dos cuerpos armados
habituados al crimen y la violencia homicida impunes, la tortura, la
extorsión y el conchabeo con todo aquél o aquello que maneje suficiente
dinero. Pues al otro lado del puente que une la isla de Cancún a la costa de
Yucatán, piensan establecerse miles de individuos, siguiendo la
convocatoria del Foro de los Pueblos por Alternativas a la OMC. Una
plataforma integrada por múltiples organizaciones y redes de signo
diverso, unidas por el deseo ferviente de hacer descarrilar el “Tren de
la muerte para los pueblos”, pues así consideran a la OMC. El Foro ha
anunciado manifestaciones unitarias, masivas y coordinadas, el martes 9
de septiembre, Día Global de Acciones contra la OMC y el sábado, 13 de
septiembre, Día de la Marcha contra la Globalización y la Guerra.
De la burocracia a la realidad
La OMC es una más de las organizaciones internacionales con mayor
responsabilidad en la hecatombe planetaria que caracteriza este principio
de siglo. Sus acuerdos llevan la muerte y la desolación a millones de
familias, a las que se condena a la miseria absoluta en aras de conseguir
la mayor concentración de riqueza y poder que nunca se haya conocido. Sin embargo, en el discurso burocrático del Orden Mundial (esto es, en la
mentira establecida por el llamado “derecho internacional”), la OMC es la
organización internacional, con sede en Ginebra, “que se ocupa de las
normas que rigen el comercio entre los países. Los pilares sobre los que
descansa, son los Acuerdos de la OMC, que han sido negociados y firmados
por la gran mayoría de los países que participan en el comercio mundial y
ratificados por sus respectivos parlamentos”. Una definición más realista debería dar cuenta de hechos como los
siguientes: Si mañana, 8 de septiembre, morirán inexorablemente 35.000
niños de hambre y desatención ... Y si al día siguiente, 200 millones de
personas no encontrarán nada para comer ... Y si al otro, 1200 millones
de habitantes del planeta serán víctimas de la desnutrición crónica y
saben que morirán antes de cumplir los 40 años ... Si esto va a suceder,
¡y sucederá inevitablemente!, ... debemos saber que se lo debemos en gran
medida al modelo de organización comercial planetaria que se viene
imponiendo en cada una de las Cumbres de la OMC.
Lo saben todos y a todos dicen que lo ignoran
Esta última definición de la OMC la sufren y conocen bien tanto el
campesino etíope como el indígena guatemalteco, el escuálido pastor indio
o la maquiladora mexicana, y, como ellos, decenas, cientos de millones de
personas. Probablemente cada uno de ellos lo ignora casi todo de la parafernalia,
nombres personales y mecanismos de la Organización que desgracia sus
vidas -¡ni falta que les hace, pues si algún día se libran de la mala
sombra que les arruina será de un bárbaro hachazo!-, pero sí saben que
morirán al no poder pagar los medicamentos que salvarían su vida, que sus
cosechas, las de los campesinos pobres, se pudrirán porque nadie requiere
sus frutos, etc, etc. Si acaso, engañados por los políticos reformistas locales, preguntarán
sumisamente a sus gobernantes y líderes respectivos por qué ocurren estas
cosas y se lamentarán ante los padres de la patria -en ejercicio o
aspirantes- de que nadie ponga remedio a los males que les aquejan,
cuando sería aparentemente tan sencillo hacerlo.
Encadenarse o romper la cadena
Los más sinceros de esos políticos les responderán que ellos también
tienen amos ante los que rendir cuentas, ... que no hay modo político de
enfrentarse a la presión de sus amos de EE UU o la Unión Europea, y ...
que estos, a su vez, se deben a sus amos respectivos, los consejos de
administración de las más poderosas empresas multinacionales, ... y que
estos tampoco son más libres que los demás, pues se deben a las leyes de
Economía, de la que son agentes, y a la cancerígena reproducción del
dinero. Si son sinceros -¡que no lo son nunca, ni lo pueden ser si tienen
aspiraciones de mando!- les dirán que el poderoso ocasional se mantendrá
en su puesto mientras entre por el aro. Pues si no acepta el trágala, sea
jefe de estado o el penúltimo capo del último partido político con
intención de gobernar, lo perderá, no ganará elecciones, no tendrá éxito,
será expulsado de un modo u otro y en lugar de “bienes” atraerá sobre sus
seguidores la ira de quienes controlan los dones y la riqueza. ¡Por esa vía institucional y política no hay nada que hacer!. El régimen
político es, en este caso como en tantos otros, simple sicario de la
economía imperante. Ningún gobernante del llamado “Tercer Mundo”
intentará sinceramente oponerse a la catástrofe que representa la OMC, al
menos mientras ese sea el designio del Capitalismo, ni dejará de poner su
firma bajo el “acuerdo de mínimos, que significa un pasito en el camino
adecuado”, por más que ellos sepan y sepamos nosotros, que en realidad no
sirve para otra maldita cosa que garantizar que todo siga en manos de las
multinacionales, el dinero imponga su ley y que los políticos la luzcan.
¡Pobre Lula, pobre Lagos o pobre Chávez, pero sobre todo, pobres peón
nordestino, mapuche chileno u obrero venezolano que confiaron en ellos!
Una “idea” siniestra
¿De dónde le viene tanto poder a la OMC para construir semejante
infierno? ¿Qué poderosa palanca es capaz de lograr tan sangriento
desatino, sin que llegue a descomponerse la figura postinera de los
portavoces de la OMC, cuando anuncien dentro de unos días las medidas
“por ellos” aprobadas o rechazadas? Su poder es tan sólo el de una “idea”, una “superchería”, una familiar
consigna que se repite una y otra vez, en miles de soportes alquilados
(la industria de la Comunicación e Información o “Prensa y propaganda”,
que decía el antiguo régimen) y millones de voces sicarias, hasta
prenderla en las entrañas de los súbditos. A saber: ¡la legitimidad de
negociar en beneficio dinerario propio con la necesidad impuesta al otro,
sea cual sea la necesidad: alimento, medicamentos, educación, agua, ...,
pues frente al dinero y su insaciabilidad cualquier traba resultará un
delito, una mancha, un desorden indeseable!.
Matar la riqueza, para vender basura
La OMC se encarga de eliminar internacionalmente alguna de esas trabas e
imponer la ley del más fuerte: la agricultura industrial productora de
basura, frente al campesino que ofrece el fruto vivo de la tierra; la
producción cultural basura, frente al conocimiento, la inquietud y la
sabiduría; la ruinosa insaciabilidad de las multinacionales
farmacéuticas, frente a la solidaridad y atención debidas al enfermo; la
devastación privatizadora -desde las camas de los hospitales hasta el
agua-, frente a la sed, la justicia y la solidaridad debidas. Una vez más hemos de alzarnos contra esta guerra que no cesa. La que
libran las multinacionales y los estados contra la sociedad humana,
contra el planeta y sus habitantes, contra la razón y la justicia. ¿Cómo?
En primer lugar, diciendo NO a aquella funesta superchería de que es
posible aprovecharse de la necesidad del amigo. De ese modo, comenzarán a
levantarse los rieles sobre los que avanza el Tren de la Muerte.
Ricardo Colmeiro
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