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(ca) Las luchas populares en Chile y los sueños megalómanos del jaguar - Transición "democrática" y profundización del ajuste neoliberal
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<a-infos-ca@ainfos.ca>
Date
Wed, 26 Nov 2003 17:55:49 +0100 (CET)
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AGENCIA DE NOTICIAS A-INFOS
http://www.ainfos.ca/
http://ainfos.ca/index24.html
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Chile ha sido los últimos años el mejor "perrito faldero" de
los yanquis en nuestra América Morena, cosa que ha producido
frecuentemente loas por parte de los administradores del país
del norte, y comentarios elogiosos, con un fuerte contenido
ejemplificador, hacia los países vecinos en América del Sur
que no van tan "bien" con sus lecciones de Neoliberalismo
básico. Se menciona su estabilidad económica, la estabilidad
de su régimen político, de la probidad de sus ministros y
jueces, y por supuesto, no se deja hablar de aquel "milagro
económico" que representa este angosto país, en medio de una
Latinoamérica que se desangra y hunde por todas partes.
Sin embargo, debemos ser cuidadosos y observar atentamente
como opera la realidad tras las estadísticas, tras los
elogios de gerentes yanquis, saber qué cosa refiere cada uno
de los conceptos utilizados.... sacudiendo un poco toda esa
cantilena propagandística, nos quedamos con un panorama muy
distinto al Chile del Milagro Económico, y nos adentramos en
el Chile que padecemos desde hace treinta años atrás.
En Chile, el proceso de transición a la democracia, iniciado
en 1990, que aún continúa y nadie sabe a ciencia cierta
cuándo terminará, no ha significado otra cosa que la
validación cívica del modelo económico implantado por la
dictadura militar. El ascenso del "socialista" Lagos al
poder, en el año 2000, regeneró en muchas personas la ilusión
de que ahora sí que la alegría venía1 , que ahora, con un
socialista en el poder, las cosas comenzarían a cambiar y el
pueblo disfrutaría plenamente las ventajas de vivir en
democracia. La verdad se ha impuesto cruelmente; no sólo no
han mejorado los problemas que nuestro pueblo arrastra desde
hace décadas, sino que muchos de ellos se han empeorado. Cada
vez, se escuchan más en las marchas consignas como "Lagos
chamullero, si vos soi‘ socialista el Papa es guerrillero",
las cuales no hacen sino responder a la constatación de que
un socialista en el poder puede ser un capitalista mucho más
"radical" que el mejor entre los Chicago Boys. Se conservan
incuestionadas instituciones reaccionarias, herencia de la
dictadura, como el COSENA (Consejo de Seguridad Nacional)
instancia retrógrada, que agrupa los poderes ejecutivo, junto
a los militares y el poder religioso eclesiástico, mostrando
muy bien quien lleva las riendas en el país (o más bien,
quienes no las sueltan desde hace treinta años); se mantiene
incólume la Constitución del 80; Lagos impulsó una reforma a
la legislación laboral, la cual es propia del siglo XIX:
flexibiliza los horarios de trabajo, al punto que autoriza el
trabajo por 12 días seguidos hasta 12 horas diarias, y lo más
escandaloso, es que permite la polifuncionalidad del
trabajador, o sea, que un trabajador sea contratado sin
función específica, y que deba estar atento a lo que el
patrón, según su capricho pasajero, le mande. Se siguen
tratando de vender los pocos recursos que quedan en el país,
al mejor postor, siendo iniciativa socialista el apurar
tratados de libre comercio con la Unión Europea, y como si
fuera poco, también con EEUU, en condiciones absolutamente
desfavorables para nuestra naturaleza, para la producción
local y para los derechos de los trabajadores. La jornada de
trabajo en términos reales anual, alcanza las 2400 horas (en
circunstancias que en Europa es de 1500), en las condiciones
de mayor estrés y sobre explotación imaginables.... lo que no
implica ingresos acordes con lo trabajado, ya que los
salarios están muy por debajo de la canasta familiar (el
sueldo mínimo es de $110.000, y la canasta familiar está,
según estimaciones conservadoras, en $198.000). Se ha
endurecido la mano con la lucha del pueblo Mapuche,
implementándose el sistema de los "testigos sin rostro" en
los juicios a sus dirigentes, los cuales son copia fiel de
los utilizados por la dictadura fujimorista en Perú, y
utilizando ya de forma rutinaria la bala en contra de las
ocupaciones de terreno, método el cual ya ha cobrado una
víctima en noviembre del 2002, pero que ha producido muchos
heridos en lo que va del régimen de Lagos. Chile fue el
escenario, en noviembre del pasado año, del V Encuentro de
Ministros de Defensa de América (incluyendo al ministro
yanqui Donald Rumsfeld), donde se discutió la integración
continental..... pero con fines represivos. La Educación y la
Salud siguen siendo los principales objetivos de la obra
privatizadora del Gobierno, pudiendo hacerse alguna débil
resistencia que ha impedido que la privatización sea
absoluta, pero en el caso de la educación "pública"
universitaria en Chile, los costos mensuales pueden llegar a
los $120.000 fácilmente, cifra por sobre el sueldo mínimo. La
dependencia del imperialismo yanqui se ha vuelto mucho más
vergonzosa: prueba de ello fue la ambigua posición asumida en
estos momentos acerca del conflicto bélico en Irak. Primero,
el Gobierno manifiesta, tibiamente, su oposición al
conflicto. Sólo bastó que el embajador yanqui en Chile se
manifestara molesto por la actitud de Chile, para que el
gobierno, al día siguiente, no se opusiera, sino que
"lamentara" el conflicto.... para terminar oponiéndose a la
formación de una comisión investigadora de derechos humanos
en Irak, la cual, ciertamente, entregaría un informe nada
favorable al desempeño de esos "liberadores" que nadie llamó.
Los casos de corrupción han sido escandalosos, iniciándose en
el ministerio de transporte, pasando a obras públicas, y
llegando a la administración privada de los fondos de
pensiones (caso Inverlink, empresa yanqui metida en el gremio
de profesores), lo cual ha sido facilitado, amparado y
ocultado por este Gobierno, que ha enriquecido a unos cuantos
a costa de la pauperización de los muchos. La reforma
tributaria impulsada por el Gobierno, en lugar de generar
impuestos progresivos y solucionar las injusticias del actual
sistema tributario, las acrecienta, facilitando la evasión de
los empresarios. Una nueva ley de Pesca, facilita la
formación de monopolios, y entregando el recurso pesquero del
país a 10 familias, dejando en el paso, ciudades completas en
la más absoluta cesantía. Por último, el más reciente gesto
del socialismo chileno, es la elección para la presidencia
del Banco Central de Vittorio Corbo, siniestro economista,
entusiasta de la dictadura, y con estrechos vínculos con el
FMI. Elección la cual fue saludada entusiastamente por los
empresarios y la derecha, mientras el gobierno afirmaba que
tal elección fue motivada por motivos "técnicos" y que no se
discriminaba, por los intereses superiores de la nación, el
color político de quien mejor pudiera servirla. Sin embargo,
no se aclara en qué momento se aplicó un examen serio y
riguroso, en base a un concurso público, sobre eventuales
candidatos, para elegir la persona "idónea" en términos
técnicos. Ciertamente, no existe ningún argumento para firmar
que Corbo es la persona idónea. Además que la presidencia del
Banco Central es un cargo más político que técnico. La
elección de este personaje es el último gesto de los
socialistas a los empresarios y la derecha, para mostrar como
se disciplinan sobre el modelo de la dictadura; es un genuino
guiño en el ojo para el FMI, y corresponde a una elección
política, que muestra como, más allá de la bandera que aún es
roja, el socialismo es tan neoliberal, capitalista y
derechista, como los animadores del Golpe de Estado de 1973.
¡Vaya un récord nutrido para tres años de Gobierno
"socialista"!!! Ni la derecha lo hubiera hecho mejor. Con
esto se termina de demostrar que detrás de las banderas de
los partidos políticos "democráticos" existen políticas
económicas, sociales, existe lucha de clases que son a las
finales, las que determinan la realidad, más allá de los
discursos de igualdad y participación. Cae el telón de esta
transición fraudulenta, y con él, las últimas ilusiones en
las soluciones dentro del sistema capitalista.
¿Y en qué anda la izquierda?
El grueso de la izquierda chilena, acostumbrada a los cauces
legales y a la confianza en los mecanismos institucionales,
apoyó inicialmente el proceso de transición democrática y la
salida "legal" del dictador Pinochet. Las voces disidentes
dentro de la izquierda, como es usual, fueron calladas con el
apelativo de "ultraizquierda". Cuando aprueban este proceso,
nuevamente, lo que se hace, es quitar la iniciativa y la
acción del seno de las masas, del pueblo, para depositarlo,
en un puñado de "políticos profesionales" (hoy todos son
grandes empresarios) para que "negocien". Nuevamente, gran
parte de la izquierda sirvió como factor de desmovilización:
vuelta la normalidad democrática, la construcción de
organización de los de abajo, la construcción de poder
popular pierde sentido y las demandas serán canalizadas por
los mecanismos "regulares", encargándose de ocultar muy bien
cuál es la clase a la que éstos cauces democráticos sirven.
Por otra parte, la izquierda fue incapaz de entender,
cabalmente, las implicancias de la lucha contra la dictadura:
se cayó en la vieja paradoja de enfrentar la lucha en la
dicotomía "dictadura v/s democracia", cuando lo que en
realidad era el conflicto de fondo, era la lucha "capitalismo
v/s revolución". Así, una vez más, la contradicción principal
era postergada hasta nuevo aviso, situación de la cual la
burguesía y sus fieles sirvientes sacaron buen provecho:
cuando la situación del sistema se veía comprometida en 1973,
la dictadura fue la mejor opción para controlar la situación,
y cuando la situación del sistema se vio comprometido a
mediados de los 80s, por una movilización de masas con
creciente radicalidad, la democracia fue la mejor forma del
imperialismo y los capitalistas para controlar la situación.
Pusieron a Pinochet cuando mejor les sirvió, y lo sacaron
cuando se requerían nuevos mecanismos para profundizar el
modelo, cosa que no ha dejado de ocurrir. Así, gran parte de
la izquierda apareció, en términos objetivos, apoyando las
tácticas de los mismos artífices del régimen militar.
Después de estos dos errores de considerable magnitud, era
muy poco probable que la izquierda tradicional siguiera
siendo un referente válido para el mundo popular. El
resultado de la desmovilización, fue que se perdiera un
considerable trabajo de años en el mundo popular, y el
resultado de la aprobación de la transición democrática, fue
que muchos militantes de base se hayan "vuelto pa’ la casa",
se hayan pasado a los partidos concertacionistas2 (de
gobierno)3 , o que se hayan fraccionado en mil tendencias y
grupúsculos. Los noventas, fue la época de mayor
proliferación de grupos izquierdistas, lo cual lejos de
reflejar un incremento de la actividad militante y
revolucionaria, indicaba el fraccionamiento y la impotencia
de la izquierda. Aparecían nuevos grupos, pero no se formaban
con nuevos militantes, sino que eran fracciones de otros
grupos, y en el proceso de fraccionamiento, se perdían muchos
otros. Además, la izquierda tradicional fue incapaz de
articular un discurso para los nuevos tiempos, quedando
encerrada en repetir la misma fórmula fracasada de la Unidad
Popular4 , que confiaba en la reforma paulatina y pacífica
del capitalismo hasta alcanzar el socialismo, o aún peor,
quedaba reivindicando una imagen de los vencidos, que
difícilmente podía convencer a nadie.
Al mismo tiempo, los sujetos populares que tradicionalmente
habían impulsado las luchas, hoy se encontraban a raíz de la
transición, en una situación desfavorable: los trabajadores,
se encontraban en una situación muy complicada, por las
trabas a la organización sindical impuestas en el Código del
Trabajo de 1980, el cual no se tocó, y si se hizo, fue para
empeorarlo, y por la agresividad del nuevo empresariado,
amparado por la desregularización y por la desarticulación
del movimiento obrero. La precariedad, la inestabilidad
laboral, son fuertes armas contra la organización de los
trabajadores, pero a su vez, representan las principales
razones que la hacen necesaria. Habrá que explorar nuevas
formas de organización para oponernos a la ofensiva patronal.
Los pobladores se vieron desarticulados cuando el trabajo
popular de iniciativa de los mismos pobladores fue absorbido
por las ONGs, y cuando se metió a fondo el tráfico y consumo
de drogas en las poblaciones como mecanismo desmovilizador de
la juventud. Los estudiantes han visto como se acrecienta el
nivel de privatización de las universidades, pero con la
atomización y fragmentación de los planteles universitarios
otrora nacionales y hoy locales, hecho en la primera mitad de
los 80s, no hay una capacidad de movilización y de presión a
escala nacional: solo pequeñas movilizaciones de una
universidad de regiones, de otra por acá en la capital, pero
sin unificar las demandas y sin coordinación de las luchas.
Los campesinos son el sector más golpeado por las
transformaciones de los últimos diez años, y uno de los
grandes ausentes de la reflexión política de los noventas: el
trabajo ade los temporeros, los peones del siglo XXI, es
precario, inseguro y se realiza en condiciones que no
difieren mucho de los tiempos de encomienda. Y su capacidad
de organizarse para defender sus derechos más básicos, es
nula. El temporero, recorre con sus pocos bienes y sus hijos
a cuestas el campo chileno, buscando una peguita que le dé el
patrón, sea podando viñedos, recolectando frutas, lo que
fuera, por unas semanitas, para sobrevivir, y luego caminar
con otros rumbos, cuando ya la pega se ponga mala y no se
encuentre en la región. Todo esto, merced la ofensiva
ideológica de que ahora "todos somos clase media".
Los mapuche, por su parte, son en el sur del país uno de los
pocos sectores sociales, populares, que mantienen una lucha
digna y algo más coherente contra el sistema, reclamando su
derecho a la autodeterminación. Pero su lucha tampoco carece
de contradicciones: para algunos, es lucha de liberación
nacional, para otros, lucha por espacios de participación.
Para algunos, es la oposición al capitalismo y al Estado,
para otros la formación de espacios de integración cultural.
El gobierno juega con estas contradicciones y divide por
aquí, negocia por allá, dialoga con los "indios buenos" y
reprime a los "indios malos". Es la propia lucha la cual ha
ido determinando un sector más decidido de la sociedad
mapuche en una lucha con la cual, mapuche y chilenos, nos
sentimos identificados y apoyamos. Esperamos que puedan
resolver estas contradicciones, por lo menos los sectores más
avanzados, y definir un plan de lucha contra los forestales y
el gobierno, que signifique un golpe al sistema, un proyecto
liberador que impregne al movimiento popular chileno,
también.
En este contexto, no es casual que surjan grupos que
cuestionen las políticas tradicionales y el rol de esa
izquierda en las luchas populares de los últimos treinta
años. Dados los errores ya mencionados, así como la situación
calamitosa del movimiento social en su conjunto, no han
faltado voces que plantean nuevas formas de organizarse, de
luchar, que plantean una radicalización en términos de las
políticas legalistas tradicionales de gran parte de la
izquierda. Es así como en los últimos años, se ha generado un
espectro de grupos críticos al sistema, de perspectivas
claramente revolucionarias, que tienen nuevas prácticas y
métodos de lucha. Es dentro de este marco que se ha
recompuesto el anarquismo criollo.
¡Contra la bestia capitalista, lucha Anarco-comunista!
Desde los años ochentas, el anarquismo ha aparecido como una
de esas alternativas políticas a quienes se han asqueado de
las maquinaciones de la política tradicional, para una
juventud insatisfecha y con ganas de luchar, y para quienes
sostienen la necesidad de transformación revolucionaria del
actual desastre que tenemos por sociedad. El anarquismo en
esos años tuvo por actores principales algunas mínimas
expresiones sindicales, poblacionales, pero principalmente,
estudiantiles y juveniles.
Durante los noventas, y a raíz de la crisis de los partidos
de izquierda, el anarquismo tuvo la posibilidad de aumentar
su visibilidad y de crecer vertiginosamente. El sistema, a
través de su prensa, ya comenzaba a criticar a los grupos
"proto-anarquistas" y anarquistas, como incitadores a la
violencia, al desorden, como grupos indisciplinados que
presentaban un peligro para la "convivencia democrática".
Pero si bien el anarquismo aparecía como alternativa, ha
tardado casi diez años en comenzar el largo camino para
convertirse en tal. En un comienzo había mucho de marcar
diferencia, casi obsesivamente, respecto al resto de la
izquierda, y una actitud más bien proclamatoria que práctica.
Hacia el año 1998, el énfasis generalizado ha pasado a estar
centrado en la presencia concreta en las luchas, en la
organización de los explotados. Pues más que las
declaraciones, es la práctica quien mejor habla, y es lo
único que da, en último término, sentido al anarquismo como
doctrina revolucionaria. Es en ese sentido que hacia el año
1999, nace nuestra organización, el Congreso de Unificación
Anarco-Comunista, como una tentativa de unificar, sobre la
base de un proyecto político común, y de una organización
sólida, a los anarquistas activos en diversos ámbitos.
Partimos como una expresión mínima dentro del universo
anarquista, y gracias al trabajo concreto y a la
consecuencia, el Anarco-comunismo, o sea la línea
político-revolucionaria del anarquismo, que enfatiza la
necesidad de la organización política, de la presencia en los
sujetos populares y luchas concretas, de la organización del
poder popular, de la unidad clasista desde la base, etc... es
una línea mayoritaria, que sobrepasa la capital y que ha
llegado a las organizaciones en Valparaíso, Temuco,
Concepción.
Nuestro trabajo se ha centrado, principalmente, en la
creación de frentes en los campos estudiantil y poblacional.
El trabajo sindical ha sido lento y dificultoso, pero
esperamos que dentro de poco dé mejores resultados. Hemos
tomado parte activa, organizadamente, y ya no como
expresiones individuales, en diversas luchas y hemos parado
organización popular. Con mucho podemos decir que hemos
cumplido nuestra misión y que nuestra tarea se encuentra casi
lista. Falta mucho por avanzar, mucho por construir, pero ya
sabemos que estamos en el camino correcto, aunque en él
cometamos muchos errores. Creemos que en estos últimos años,
el anarquismo se está desembarazando de la
sobre-ideologización, el sectarismo y el dogma-tismo, y ha
estado jugando satisfactoriamente su rol de organizador
popular, y de generar esos focos de resistencia que es
necesario ampliar y desarrollar, junto al resto de las
fuerzas populares sinceramente revolucionarias, en la
práctica y no tan solo en el discurso. Con ese fin, se está
trabajando en avanzar en la práctica junto a otros sectores
libertarios y poder generar un movimiento real, que abarque
los trabajos concretos en que estamos involucrados y que una,
desde la base, las experiencias constructivas. Esto, da una
base mayor y más sólida, a la constitución de una alternativa
político-revolucionaria.
Este año, se cumplen treinta años del Golpe militar de
Pinochet, punto de inflexión en las luchas de nuestro pueblo,
que significó perder muchos avances hechos durante décadas.
Que ese sacrificio no sea en vano, que aprendamos las
lecciones de la historia, que nos despeje cualquier ilusión
reformista sobre transiciones pacíficas (que significan
masacres populares), es una tarea que los anarco-comunistas
deben asumir como propia. Sea nuestro mejor homenaje a los
militantes de base, a los pobladores, estudiantes y
trabajadores del campo y la ciudad, el retomar, hoy, treinta
años después, las banderas de la revolución continental, las
banderas del poder popular, que señalan que no hay que
confiar en la institucionalidad burguesa, que señalan la
oposición irreductible entre la organización de los de abajo
y el aparataje institucional de los de arriba. Banderas que
señalan, una vez más, que la emancipación de los trabajadores
sólo será obra de los trabajadores mismos.
¡CREAR PODER POPULAR!.
¡LA REVOLUCIÓN LA HARÁ EL PROPIO PUEBLO O NO SERÁ!.
José Antonio Gutiérrez D.,
militante del Congreso de Unificación Anarco-Comunista.
Lucha Libertaria abril - mayo, 2003
http://www.nodo50.org/fau/
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