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(ca) Italy, FAI, Umanita Nova #12-25: 25 de abril y 1 de mayo: hoy como entonces para la Revolución Social (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
Date
Sun, 27 Apr 2025 07:50:58 +0300
¿El 25 de abril y el 1 de mayo son días para celebrar y alegrarse? ¿Qué
liberación podemos celebrar cuando la situación que vivimos nos grita
cada día que la guerra está a la vuelta de la esquina para todos, que
hay que rearmarse, que hay que obedecer, preparar un kit de
supervivencia para 72 horas y cavar un hoyo bajo tierra como hacen en
Polonia o Suiza con la restauración de viejos refugios antiatómicos ya
presentes en las casas? ¿Cuando horrendas masacres tienen lugar ante
nuestros ojos en Palestina, Sudán, Congo, Ucrania y otros lugares en
medio de una indiferencia general?
¿Qué liberación se puede recordar cuando se promulgan leyes
específicamente para reprimir la disidencia en cualquier forma que se
manifieste, cuando el encarcelamiento y la criminalización de las
conductas incumplidoras se han convertido ya en el único horizonte de
los gobiernos, cuando la megapenitenciaría de El Salvador querida por el
autócrata emergente Nayib Bukele representa el sueño de muchos
gobernantes y en Albania se comete el enésimo atropello con el campo de
concentración de Gjader?
¿Qué Primero de Mayo podemos celebrar cuando la ofensiva contra el mundo
de los trabajadores está en su apogeo, en esta fase histórica, con el
ataque a las condiciones de trabajo, con los asesinatos y la
intensificación de la explotación, la erosión de los salarios, la
negación de la posibilidad misma de manifestarse?
La lucha de clases está en pleno apogeo en todas partes desde hace años,
con el objetivo declarado de lograr una mayor riqueza para "los de
arriba" a expensas de "los de abajo". Hoy esta guerra encuentra nueva
vida en el relanzamiento del nacionalismo en el marco del
replanteamiento interimperialista de las zonas de influencia. La crisis
de esa desafortunada globalización neoliberal -tan combatida por los
movimientos de fin de milenio (recordemos a Carlo Giuliani)- ha dado
aliento a los nuevos protagonistas nacionales que, desde Estados Unidos
hasta China, Rusia e India, se disputan cada vez más porciones del poder
económico. El temor a un conflicto mundial, que se difunde ampliamente
en este contexto, pretende justificar políticas de rearme y obligar a
las clases trabajadoras a sufrir importantes recortes en favor del
armamento -en servicios sociales, salud, escuelas- y a ponerse el casco.
La Unión Europea no es ajena a todo esto; de hecho, está tratando de
recuperar el terreno perdido para hacer oír su voz en el coro
imperialista. Ya hemos escrito sobre ello en un número anterior de la
ONU, lo que se puede añadir es que si un país como Grecia, que ha
sufrido una aterradora operación de expolio de sus recursos por parte de
la UE que ha provocado un número indefinido de muertos por deficiencias
sanitarias y alimentarias, llega a planificar un gasto de 25.000
millones para la modernización de sus fuerzas armadas; Si un país como
Alemania, jugando con números en el parlamento, termina modificando su
propia constitución para poder gastar varios cientos de miles de
millones en rearmarse (hablamos de una cifra entre 1.000 y 1.500 en los
próximos diez años) no hay mucho de qué alegrarse.
Entre mantequilla y cañones, ya hay quien ha elegido. Y cuando
construyes cañones, tarde o temprano tendrás que usarlos.
El gigantesco juego de riesgos en curso se ve alimentado además por la
guerra arancelaria, cuyas únicas víctimas son y serán las clases medias
y las clases trabajadoras que luchan contra el aumento de precios, la
deslocalización de la producción y el aumento de la pobreza. Pero las
vidas de los de "abajo" no interesan a los de "arriba", por pocos y
ricos que sean. El campo de concentración y exterminio es el nuevo
paradigma de nuestra civilización, donde las clases dominantes están
dispuestas a cualquier cosa para mantener su poder. Las imágenes que nos
llegan de los EE.UU. de hombres que, tras ser acorralados y encadenados,
son expulsados, o las de migrantes obligados a entrar en el limbo que
son las CPR italianas y albanesas, se combinan con las de los campos de
detención de Gaza y Cisjordania, de las ciudades de tiendas de campaña
sudanesas, donde una humanidad cada vez más desesperada busca una salida
cada vez más imposible. Nunca antes el poder de la civilización
industrial, tecnológica, digital, espacial, robótica, con sus mil
posibilidades de desarrollo y de solución a los diversos problemas
inherentes a la condición humana, ha sido tan distante y antagónico a
las necesidades, incluso las más básicas, de las poblaciones. La
constante ostentación de los valores de la civilización occidental
pretende ocultar el hecho subyacente, que, independientemente de las
fórmulas adoptadas, ya sean democráticas o autocráticas, es siempre el
interés, es decir, la prevalencia del dominio de unos pocos sobre muchos.
Las leyes y las constituciones son siempre producto del equilibrio de
poder en juego y pensar en utilizarlas para nuestra liberación es una
mera ilusión, especialmente ahora cuando todo va en contra nuestra. Por
lo tanto, revertir el equilibrio de poder se vuelve un imperativo para
volver a poner la pelota en juego.
Hubo un tiempo, no hace mucho, dominado por una guerra sangrienta (en
Vietnam), por la oposición de dos bloques nucleares (EE.UU. y URSS) que
gestionaban sus propias zonas de influencia (golpes militares
gestionados por EE.UU. en Sudamérica, Europa y Asia, así como en Brasil,
Chile, Uruguay, Argentina, Grecia, Turquía, Indonesia, y gestionados por
la URSS en Hungría, Checoslovaquia y Polonia). En aquella época el
fascismo estaba en el poder en España y Portugal con Franco y Salazar.
El apartheid reinó supremo en Sudáfrica, y los colonialistas belgas,
portugueses y franceses masacraron a personas que luchaban por la
independencia en Argelia, Angola y el Congo. Fue necesaria la rebelión
moral y material de la juventud del mundo entero para cuestionar ese
modelo de opresión y explotación, para iniciar una temporada que, aunque
fuera por un corto período (¿el breve verano del libertarismo?), logró
poner un freno a la opresión y a la explotación. Desde entonces, esa
revuelta se ha transformado progresivamente en un fenómeno casi
habitual, pero se trata de una narrativa instrumental cuyas verdaderas
motivaciones residen en el temor de que un nuevo movimiento global, que
empiece desde abajo, pueda volcar el actual equilibrio de poder. Lo
mismo ocurrió con la resistencia armada al fascismo en el período
1943-45, cuya narrativa fue despojada del contenido de clase que
caracterizaba a los componentes revolucionarios para transformarla en un
jarabe popular patriótico y nacional al que pueden sumarse incluso los
melonianos postfascistas.
En cuanto al Primero de Mayo, la situación es en parte similar: desde su
institución en julio de 1889 como día internacional de lucha para
imponer la reducción de la jornada laboral, esta fecha límite ha
representado la voluntad proletaria de emancipación y liberación del
trabajo asalariado con huelgas, conflictos, manifestaciones, marchas y
enfrentamientos con la policía y los ejércitos. Su progresiva
legalización/transformación en fiesta banal, dedicada entre otras cosas
por nuestra iglesia a San José Obrero, y celebrada -con algunas
excepciones importantes y en unos pocos lugares- por inofensivas
procesiones de burócratas sindicales, ha significado la cancelación en
nuestra memoria proletaria de un importante ejemplo de internacionalismo
proletario y de conflicto de clases. No ocurre lo mismo en otras partes
del mundo, como Turquía, donde las manifestaciones del 1 de Mayo siempre
se han visto obstaculizadas por los secuaces del poder.
Si hoy queremos hablar del 25 de abril y del Primero de Mayo debemos
hacerlo en el contexto actual, para denunciar y obstaculizar el clima
represivo y autoritario que rodea toda forma de disidencia, para hacer
claro y evidente el escenario de guerra inminente, para construir una
oposición de masas a todas las políticas e industrias de guerra con todo
lo que conlleva, para revitalizar el conflicto de clases y la
redistribución de la riqueza social.
¡Que estos dos días vuelvan a ser sinónimo de la lucha internacionalista
sin concesiones, contra el autoritarismo estatista opresor y el
capitalismo explotador, por la justicia social y la libertad!
Max Varengo
https://umanitanova.org/25-aprile-e-1-maggio-oggi-come-allora-per-la-rivoluzione-sociale/
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