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(ca) Argentina, 0AC OAT FAR OASC: Posición 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]

Date Sat, 26 Apr 2025 08:51:12 +0300


SI NOS QUIEREN POBRES Y OPRIMIDAS: EN LA CALLE, ORGANIZADAS Y COMBATIVAS! ---- Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos obliga a reflexionar sobre la situación que enfrentamos las de abajo y sobre las consecuencias de las políticas impulsadas por arriba. También nos desafía a identificar los espacios de acción que se abren en esta coyuntura. ---- A pesar de dichos provocadores y promesas electorales antifeministas, a casi un año y medio de asunción, el gobierno de Javier Milei no ha logrado derogar las leyes surgidas de las luchas feministas de la última década-por ahora.
Sin embargo, aquello que el gobierno no consigue derogando leyes concretas, se materializa en la realidad como efecto directo del ajuste. Tal como advirtieron las corrientes más clasistas dentro del movimiento de mujeres (incluso en el momento más álgido de las protestas), son las compañeras de abajo quienes están en primera línea de fuego.

Mientras la cuestión de clase permanezca en la periferia de la discusión feminista, la institucionalidad solo garantizará derechos para pocas-y hay que ver durante cuánto tiempo. Como venimos diciendo en posiciones anteriores, la unidad en la lucha es fundamental: debemos encontrarnos exigiendo el cumplimiento de lo conquistado codo a codo entre las de abajo, especialmente junto a los y las compañeras de la salud y la educación pública que son en definitiva quienes garantizan nuestros derechos.

Enfrentar el ajuste en la calle es indispensable, no sea que nos encontremos al final del gobierno turbocapitalista de Milei aún más vulnerables, pobres, oprimidas y desorganizadas-justo donde nos quieren.

No se pierde la ley pero sí el derecho:
De acuerdo a información suministrada por el Ministerio de Salud de la Nación a Amnistía Internacional en septiembre de 2024, el gobierno no entrega insumos a las provincias para garantizar el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo desde su asunción en diciembre de 2023. Esto, sumado a un debilitamiento de las redes de asistencia a la salud sexual, produce que el acceso al aborto sea completamente desigual y dependa de las posiciones ideológicas y políticas de las provincias, dejando a mujeres y niñas a merced de las trabas institucionales.

La situación más crítica posiblemente suceda en el norte y noroeste del país, con Tucumán a la cabeza. Desde diciembre de 2023, la provincia no solo no compra los medicamentos necesarios, sino que desabasteció de métodos anticonceptivos los efectores de salud. Y es que en esta región, desde antes del inicio del gobierno turbocapitalista, se criminaliza el aborto legal e incluso los casos de aborto espontáneo.

Por otro lado, gracias a que distintos efectores se niegan a garantizar la IVE, los circuitos de derivación generan demoras innecesarias, que junto al empobrecimiento de la población y la estigmatización, conducen a embarazos y partos forzados.

Otra política pública víctima del ajuste fue el Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia) que, en 2025, sufrió un ajuste del 78% en relación al presupuesto del 2023, a pesar de los obvios y documentados beneficios de evitar embarazos adolescentes no deseados.

De acuerdo a informes de ACIJ y ELA, los embarazos no intencionales en niñas y adolescentes entre 10 y 19 años tienen un efecto cascada: el 62% de las madres adolescentes no completan los estudios secundarios, lo que impacta directamente sobre el posterior acceso al mercado laboral que a su vez se traduce en menores ingresos produciendo condiciones de vida más precarias y vulnerables.

Pobreza feminizada:
Incluso cuando el ajuste no está directamente aplicado a políticas de género son las mujeres pobres quienes más lo sufren. Lejos de la falacia del Estado ausente, su presencia aplastante se expresó en forma de políticas que favorecieron a los sectores concentrados de la economía a costa de empobrecer aún más a los sectores populares, donde las mujeres son mayoría en Argentina.

Según el informe de Juventudes y Economía Popular en el ReNaTEP de abril de 2023, el gobierno detuvo el envío de alimentos a 44 mil comedores y merenderos populares a lo largo del país, donde el 62,52% de las trabajadoras son mujeres.

Además, el gobierno tomó la decisión de eliminar el programa Potenciar Trabajo, del cual eran beneficiarias 865.315 mujeres, sobre un total de 1,4 millones de titulares (un 61,7%). Así, las políticas del gobierno no solo profundizan la brecha entre ricos y pobres, sino que además coloca a las mujeres en el centro de la pobreza estructural.

Sumada a las labores sociocomunitarias, otros sectores como salud y educación sufren un recorte constante. Ésto representa una vulneración en el acceso a los servicios públicos, pero también, al tratarse de trabajos feminizados, afecta directamente las condiciones de vida y laborales de las mujeres.

Según un informe del CIPEC (2023), el 74% del sector de educación está compuesto por mujeres, como también el 72% del sector de salud. En salud, el recorte en lo que va del año ya representa un 20% en términos reales frente al año anterior, mientras que en educación el presupuesto nacional para este año equivale solamente al 60,2% del implementado durante el 2023.

Posiblemente el sector más relegado sea el más feminizado en la actualidad, compuesto por un 97% de mujeres: la última paritaria de las empleadas de casas particulares ha cerrado con un sueldo básico de $349.506, es decir apenas el 35,6% de la canasta básica.

Este modelo de exclusión, de profundización de la flexibilización laboral y reforzamiento de la matriz extractivista en nuestro país pone en el centro del ataque también a las mujeres de pueblos originarios.

A lo largo del último año el avance sobre los derechos de las comunidades originarias ha ido en escala, especialmente en el sur del país al pueblo mapuche. En los últimos meses, con la excusa de los incendios forestales, producto de la especulación inmobiliaria, empresarial y consecuencia del cambio climático, se ha perseguido, desalojado, reprimido, judicializado y encarcelado a mujeres indígenas que desde siempre han sido defensoras de la vida y los territorios, desafiando la lógica capitalista de su uso productivo y devastador. Estas mujeres, que históricamente han sido el blanco de múltiples opresiones, hoy se encuentran en la mira de los gobiernos provinciales y nacional.

Negar los femicidios, negar la realidad:
Durante el infame discurso de Davos en el que Milei apuntó directamente contra la comunidad LGBTIQ+, el presidente afirmó también su intención de eliminar la figura de femicidio para, supuestamente, preservar la igualdad ante la ley.

Hacia finales de enero, el abogado del poder y actual ministro de justicia, Cúneo Libarona, se hizo eco de los dichos del presidente y ratificó la intención de eliminar la figura legal, agregando que es el feminismo, y no ellos, lo que distorsiona la realidad y busca privilegios.

En primer lugar se trata de una mentira descarada: como se repitió hasta el hartazgo, la figura de femicidio solo aplica en casos de asesinatos de mujeres y niñas por razones de género. Esta figura legal además de ser un agravante en las penas en casos de violencia de género, es una herramienta de visibilización, permitiendo un registro nacional de casos. Posiblemente éste último sea uno de los motivos detrás de la eliminación porque no se trata simplemente de un entendimiento superficial del tema, sino de un intento deliberado de esconder la realidad.

A pesar de las afirmaciones del vocero presidencial Manuel Adorni sobre una supuesta disminución en la tasa de femicidios, el Observatorio de Violencia de Género Ahora Que Sí Nos Ven registró 267 femicidios consagrados y 319 intentos en 2024. Esta tasa se viene manteniendo más o menos estable desde por lo menos 2019.

El observatorio también advierte sobre una caída respecto de la cobertura mediática que abre la posibilidad para un subregistro de los casos. Además avisa sobre otro tipo de femicidios que se expanden por el país sin ser visibilizados: en 2024, 12 mujeres y disidencias fueron asesinadas en el contexto de narcocriminalidad. De acuerdo a la información recogida por el observatorio, las mujeres y disidencias toman un rol de mercancía, objeto sexual o como medio de ajuste de cuentas entre bandas.

Ideología importada:
Si bien los recortes en las políticas de género como los despidos en el 144 y el desabastecimiento antes mencionado están perfectamente en línea con el ajuste económico que están imponiendo en el país, llama la atención el acento particular puesto sobre la cuestión de género. Y es que el gobierno ve en estos ataques un rédito político secundario-en su afán por arrastrarse a los pies del imperialismo yanki, Milei está dispuesto a llevarnos puestas.

Antes de la aparición de Milei como panelista y mucho antes de que se perfilara como candidato a presidente, la ultraderecha yanki ya había señalado al feminismo como su enemigo predilecto: desde hace años la creciente alienación, crisis laboral y desilusión en las instituciones fueron aprovechadas por corrientes reaccionarias para desatar el creciente descontento masculino sobre las mujeres y la comunidad LGBTIQ+.

Se trata de otra versión ideológica del conocido pobres contra pobres, esta vez con elementos importados desde el Norte y abrazada por un gobierno dispuesto a pagar cualquier costo político a cambio de un lugar entre la ultraderecha internacional. Es en función de este alineamiento incondicional que, lejos de enfocarse en la política económica de su gobierno, los discursos de Milei están plagados de conceptos provenientes del discurso político estadounidense, como "ideología de género" o "woke".

Un ejemplo de intento de replicar una política yanki se muestra en las diversas excusas detrás de los intentos de desmantelar la ESI y prohibir libros. Hacia finales del 2024, el gobierno eliminó contenidos sobre educación sexual integral de plataformas educativas con el argumento de que constituían un "adoctrinamiento" y una "apología a la pedofilia".

A primera vista, estos dichos parecen ser producto de la fijación de Milei con el abuso infantil, pero también son ecos de un ataque coordinado contra la educación pública que viene avanzando en Estados Unidos desde el último gobierno de Trump. Entre 2023 y 2024, con la excusa de proteger a los niños, distintos gobernadores republicanos consiguieron prohibir alrededor de 10.000 libros de las escuelas y las juntas escolares se ven asediadas por activistas conservadores reclamando por materiales "pornográficos"-libros que, a veces, mencionan apenas la existencia de la diversidad sexual.

Gracias a las diferencias en la estructura de los sistemas educativos entre los dos países, la réplica de esta estrategia probablemente no suceda punto por punto. Aún así, los efectos de una ola de censura pueden ser importantes. Lo que se ve en el horizonte es otro ángulo de ataque a la educación pública, empobreciendo la calidad de la enseñanza, expulsando a docentes y alumnos LGTBIQ+ del sistema público de educación y, como en todo, vulnerando todavía más a aquellos sectores pobres que no pueden acceder a la educación privada.

Otro indicio de esta transferencia discursiva hacia el sur se revela en la reforma de la Ley de Identidad de Género. Esta modificación, que fue utilizada políticamente en una maniobra de desinformación para poner en el centro de la discusión mediática discursos abiertamente transfóbicos, tiene además consecuencias concretas. Las recientes modificaciones en la ley vulneran los derechos de las adolescencias trans restringiendo el ejercicio de sus derechos de identidad a partir de la prohibición de intervenciones quirúrgicas y tratamientos hormonales a menores de 18 años. Esta medida se suma a la escasez de insumos médicos para tratamientos endócrinos durante este último tiempo producto del brutal ajuste en salud pública.

Al igual que los intentos por cuestionar la implementación de la ESI, las reformas en la ley de identidad son en definitiva un empobrecimiento del sistema público de salud y educación, otro intento de atacar las conquistas sociales hasta nuestros días.

Aunque el alineamiento con la derecha internacional parece evidente, no todo viene de afuera. Estos elementos discursivos hallan suelo fértil entre reaccionarios, sectores de la iglesia evangélica con ambiciones políticas y conservadores que desde siempre aportaron un apoyo ideológico a las políticas misóginas.

Al igual que en los sectores conservadores, los discursos de odio fomentados por la derecha ultraliberal funcionan también en el abajo: fragmentando. Notamos con preocupación cómo, en los últimos años, quienes son elegidos como interlocutores para este discurso emanado desde el arriba son los varones jóvenes-y en nuestro país como en otros, una parte responde.

Esta fragmentación se evidenció incluso en el movimiento feminista a partir de la división del Encuentro Nacional de Mujeres en el 2022.

Es menester preguntarnos si estamos ante una crisis de la masculinidad, por un lado puesta en jaque por la falta de perspectiva de ocupar el rol de proveedor familiar en una realidad de flexibilización laboral e incertidumbre; así como también por el avance de las mujeres en el plano de la ocupación de la vida pública y de derechos. Esta crisis, que podría constituir una oportunidad para transformaciones orientadas a relaciones más igualitarias, está siendo utilizada para dar sustento a un proyecto político reaccionario, que busca revertir los avances del feminismo, y de su mano a toda una serie de reivindicaciones sociales.

Organizar la resistencia:
Frente a este contexto de ataque franco y abierto a nuestras condiciones de vida y al escenario de avanzada sobre algunas de las conquistas cosechadas durante décadas de disputa en la calle, afirmamos que el único camino posible es mantenernos firmes en la lucha.

En estos momentos en los que la derecha internacional se une para intentar poner en rediscusión nuestros derechos y garantías, debemos ser las mujeres y disidencias trabajadoras quienes debemos superar la fragmentación y bajo la unidad como premisa oponer resistencia desde abajo.

Si bien, a primera vista, la marea verde parece haber perdido un poco de su fuerza, la masividad y movilización que despertaron las luchas feministas de los últimos años siguen vivas, como lo demostró la enorme convocatoria LGBTIQ+ del 1 de febrero.

En este contexto de ajuste sin precedente y empobrecimiento masivo de la población, somos las mujeres pobres quienes sufrimos con más fuerza este doble flagelo. Por eso, debemos ser nosotras quienes encaremos con firmeza y convicción la defensa de nuestras conquistas. La unidad y la organización son nuestra mejor arma. Que este 8 de marzo nos encuentre en la calle, organizadas y combativas.

¡ARRIBA LAS QUE LUCHAN!

Organización Anarquista de Córdoba (OAC)
Organización Anarquista de Tucumán (OAT)
Federación Anarquista de Rosario (FAR)
Organización Anarquista de Santa Cruz (OASC)

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