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(ca) Italy, FAI, Umanita Nova #4-25: Desconstruyendo la especie: debate sobre la necesidad de una intersección de luchas: Segunda contribución - Segunda y última parte (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]

Date Sat, 19 Apr 2025 07:52:28 +0300


Para completar la descripción del especismo, debemos examinar lo que hemos llamado los dispositivos para el desmembramiento de los cuerpos animales (humanos y otros). Estos dispositivos son a la vez materiales y performativos. Los dispositivos materiales son la granja, el matadero, el laboratorio y todos los demás lugares no de confinamiento y de cosificación con sus estructuras diseñadas hasta en los más mínimos detalles y que no dejan nada al azar: desde la elección del lugar donde construirlos (generalmente lejos de los centros habitados para ocultarlos a la vista y no causar problemas de salud e higiene) hasta la arquitectura, lo más funcional posible a los fines del sector específico de explotación; desde la "optimización" de los espacios (disposición de oficinas, jaulas, mesas de operaciones y líneas de desmontaje) hasta la precisión maniática, burocrática y certificada con que se estandariza cada aspecto de la actividad industrial; de las horas de trabajo a las tareas de los obreros o técnicos; Desde baldosas para facilitar las operaciones de limpieza hasta sistemas para la eliminación de residuos no comercializables, etc.

Los dispositivos performativos también son múltiples e incluyen una serie de palabras que matan, de las que aquí sólo es posible dar una lista incompleta: 1) las leyes nacionales y supranacionales que regulan tanto las prácticas de desmembramiento -"sacrificio humanitario", "buena experimentación" y "bienestar animal"- como los subsidios públicos que las apoyan; 2) las resoluciones de las asociaciones industriales del sector o de los sindicatos; 3) las disposiciones reglamentarias sobre cómo y dónde se puede cazar, sobre cómo y dónde se pueden establecer circos, sobre cómo proporcionar servicios de restauración, sobre cómo gestionar perreras, etc.; 4) medidas administrativas dirigidas, por ejemplo, a definir los espacios en los que los animales "de compañía" pueden entrar o de los que están estrictamente prohibidos, o las condiciones que conducen a la "supresión" de los perros mordedores.

Para mayor claridad, conviene subrayar que lo que se argumenta no es la inexistencia de rasgos biológicos más o menos presentes en esta o aquella "especie" o, en otras palabras, que no existen diferencias entre humanos, perros, gacelas y escarabajos. Lo que se afirma es que la operación de identificar las características que permiten trazar la línea fronteriza entre el Hombre y el Animal -la línea de las especies más móviles que nunca en su presunta inmovilidad- no es una operación neutral y natural, sino una decisión normativa y normalizadora. Para decirlo más sencillamente: lo que permite distinguir al Homo sapiens no es tanto la simple observación de una serie "muda" de características más o menos excluyentes, sino más bien que éstas son hechas hablar por la indisputabilidad de la norma de la especie (suma de ideología y dispositivos) que, en la sombra, ya ha decidido quién es digno de vivir y quién puede, en cambio, ser masacrado con total tranquilidad.

Así pues, si realmente queremos superar el especismo, debemos movernos simultáneamente en dos frentes: hay que deconstruir sus sistemas de conocimiento (su ideología y sus narrativas) y desmantelar sus estructuras de seccionamiento (sus dispositivos materiales y performativos de poder), aunque sólo sea porque, una vez que el sistema funciona a pleno rendimiento, el centro vacío, los mecanismos de inclusión/exclusión y los dispositivos de desmembramiento se refuerzan mutuamente, ya que, aquí como en otras partes, no son independientes entre sí, sino que se persiguen en un círculo vicioso, en el que la fábula del centro vacío normaliza los cálculos de inclusión/exclusión y los dispositivos en los que estos últimos naturalizan la fábula del centro vacío.

Esta doble operación de deconstrucción y desmantelamiento sólo puede tomar forma en una política afirmativa de la alegría, en la que lo informe de la vida ya no genere repulsión, asco o terror a lo disímil, sino el deseo poderoso de crear nuevos seres: nuevos mundos, nuevos sujetos, nuevos deseos y nuevos placeres, a través de una sucesión ininterrumpida de alienaciones productivas. En resumen, necesitamos más que nunca un antiespecismo que entienda que el problema no radica en dónde se trazan las líneas ni en cuántas debería haber, sino en el hecho mismo de que se sigan trazando. Llamemos a este antiespecismo el viscoso antiespecismo de los bienes comunes.

Adoptando la idea de la especie como línea genealógica, este movimiento ulterior de oposición al especismo considera a todos los animales vivos, sin excepción alguna, como híbridos y cruces, en una palabra, impropios. Los animales, tanto humanos como no humanos, son constitutivamente relacionales: no son individuos que entablan relaciones, sino relaciones que, eventualmente, perdiendo riqueza y poder, pueden individualizarse. Todos estamos entrelazados con relaciones, todos somos parte de una criollización incesante con "los" que nos precedieron, con "los" que nos acompañaron y nos acompañan y con "los" que nos seguirán. En otras palabras, no somos tanto individuos diferentes, sino más bien singularidades inmersas en un proceso continuo de diferenciación alienante, de devenir-con-entre.

Antiespecismo de lo común porque lo que más que cualquier otra cosa pone en estado de estancamiento la noción de "especie" es el reconocimiento de la falla de vida impersonal y transpersonal que atraviesa todo el ser viviente sensual; ser vivo que, deseando y ansiando ser reconocido, nos "interpela" hasta las más íntimas vísceras y pliegues de la carne. Lo común es el espacio siempre cambiante donde la vulnerabilidad y la finitud de los diferentes cuerpos sensuales se encuentran con el poder "animal" de regocijarse, de jugar, de volverse inactivo, es decir, de moverse y sentir sin un fin preestablecido, escapando así a los imperativos categóricos de la productividad y la reproducción. Lo común es lo que permite al antiespecismo ir más allá del bios -la vida especializada de la que tratan las ciencias biológicas- hacia la zoé -que no es la nuda vida sino el poder que produce mundos-. No es sorprendente, entonces, que para el antiespecismo de lo común la libertad sea liberación, un proceso colectivo que se materializa entre y con otros. Lo que, en último término, corresponde a devolver a la libertad su sentido originario que deriva de la idea de un crecimiento común, de un florecimiento entendido como fuerza conectiva de la vida.

Antiespecismo viscoso porque no pretende caer en las trampas criptoantropocéntricas furtivas o, por el contrario, en las separacionistas que han caracterizado hasta ahora al antiespecismo en el que se da reconocimiento respectivamente al Animal pseudohumanoide similar a Nosotros (El Gran Simio) o al Animal totalmente ajeno a Nosotros porque es todavía-Natural (El Salvaje Ultra-Originario): el Otro o, mejor, los otros nos preceden y si mucho más a menudo son desemejantes a nosotros hasta el punto de la repulsión, están sin embargo indisolublemente ligados a nosotros tanto filogenéticamente como ecológicamente.

Si la pandemia de Covid-19 nos hubiera enseñado algo, habríamos comprendido que, nos guste o no, el mundo en el que vivimos es informe, viscoso y común. Por eso necesitamos un antiespecismo neomaterialista capaz de responder a los desafíos que este mundo nos plantea, un antiespecismo que no se sienta llamado a mostrar y demostrar lo indiscutible, es decir, que los animales sufren, sino a preguntarse cómo es posible modificar políticamente lo existente. Así pues, precisamente porque nunca hemos sido especistas, podemos proponer una nueva definición del antiespecismo que, haciéndonos eco de Marx y Engels para superarlos, podría sonar así: «El antiespecismo no es un estado de cosas que debe establecerse, un ideal al que la realidad debe ajustarse. "El antiespecismo es el verdadero movimiento que, al liberarnos y liberarnos, suprime el estado actual de cosas".

Massimo Filippi

https://umanitanova.org/decostruire-la-specie-seconda-e-ultima-parte/
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