|
A - I n f o s
|
|
a multi-lingual news service by, for, and about anarchists
**
Noticias en todos los idiomas
Ultimos 40 correos (Portada)
Correos de las
últimas dos semana
Nuestros archivos de correos viejos
Los últimos cien correos, por idiomas
Greek_
中文 Chinese_
Castellano_
Deutsch_
Nederlands_
English_
_
Italiano_
Português_
Russkyi_
Suomi_
Svenska_
Türkçe_
The.Supplement
Primeras Líneas de los últimos Diez Correos
Castellano_
Deutsch_
Nederlands_
English_
Français_
Italiano_
Polski_
Português_
Russkyi_
Suomi_
Svenska_
Türkçe
Primeras líneas de todos los correos de las últimas 24 horas
Links to indexes of first few lines of all posts of
last 30 days | of last months of 2002 |
of 2003 |
of 2004 |
of 2005 |
of 2006 |
of 2007 |
of 2008 |
of 2009 |
of 2010 |
of 2011 |
of 2012 |
of 2013 |
of 2014 |
of 2015 |
of 2016 |
of 2017 |
of 2018 |
of 2019 |
of 2020 |
of 2021 |
of 2022 |
of 2023 |
of 2024 |
of 2025
(ca) Italy, FAI, Umanita Nova #4-25: Desconstruyendo la especie: debate sobre la necesidad de una intersección de luchas: Segunda contribución - Segunda y última parte (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
Date
Sat, 19 Apr 2025 07:52:28 +0300
Para completar la descripción del especismo, debemos examinar lo que
hemos llamado los dispositivos para el desmembramiento de los cuerpos
animales (humanos y otros). Estos dispositivos son a la vez materiales y
performativos. Los dispositivos materiales son la granja, el matadero,
el laboratorio y todos los demás lugares no de confinamiento y de
cosificación con sus estructuras diseñadas hasta en los más mínimos
detalles y que no dejan nada al azar: desde la elección del lugar donde
construirlos (generalmente lejos de los centros habitados para
ocultarlos a la vista y no causar problemas de salud e higiene) hasta la
arquitectura, lo más funcional posible a los fines del sector específico
de explotación; desde la "optimización" de los espacios (disposición de
oficinas, jaulas, mesas de operaciones y líneas de desmontaje) hasta la
precisión maniática, burocrática y certificada con que se estandariza
cada aspecto de la actividad industrial; de las horas de trabajo a las
tareas de los obreros o técnicos; Desde baldosas para facilitar las
operaciones de limpieza hasta sistemas para la eliminación de residuos
no comercializables, etc.
Los dispositivos performativos también son múltiples e incluyen una
serie de palabras que matan, de las que aquí sólo es posible dar una
lista incompleta: 1) las leyes nacionales y supranacionales que regulan
tanto las prácticas de desmembramiento -"sacrificio humanitario", "buena
experimentación" y "bienestar animal"- como los subsidios públicos que
las apoyan; 2) las resoluciones de las asociaciones industriales del
sector o de los sindicatos; 3) las disposiciones reglamentarias sobre
cómo y dónde se puede cazar, sobre cómo y dónde se pueden establecer
circos, sobre cómo proporcionar servicios de restauración, sobre cómo
gestionar perreras, etc.; 4) medidas administrativas dirigidas, por
ejemplo, a definir los espacios en los que los animales "de compañía"
pueden entrar o de los que están estrictamente prohibidos, o las
condiciones que conducen a la "supresión" de los perros mordedores.
Para mayor claridad, conviene subrayar que lo que se argumenta no es la
inexistencia de rasgos biológicos más o menos presentes en esta o
aquella "especie" o, en otras palabras, que no existen diferencias entre
humanos, perros, gacelas y escarabajos. Lo que se afirma es que la
operación de identificar las características que permiten trazar la
línea fronteriza entre el Hombre y el Animal -la línea de las especies
más móviles que nunca en su presunta inmovilidad- no es una operación
neutral y natural, sino una decisión normativa y normalizadora. Para
decirlo más sencillamente: lo que permite distinguir al Homo sapiens no
es tanto la simple observación de una serie "muda" de características
más o menos excluyentes, sino más bien que éstas son hechas hablar por
la indisputabilidad de la norma de la especie (suma de ideología y
dispositivos) que, en la sombra, ya ha decidido quién es digno de vivir
y quién puede, en cambio, ser masacrado con total tranquilidad.
Así pues, si realmente queremos superar el especismo, debemos movernos
simultáneamente en dos frentes: hay que deconstruir sus sistemas de
conocimiento (su ideología y sus narrativas) y desmantelar sus
estructuras de seccionamiento (sus dispositivos materiales y
performativos de poder), aunque sólo sea porque, una vez que el sistema
funciona a pleno rendimiento, el centro vacío, los mecanismos de
inclusión/exclusión y los dispositivos de desmembramiento se refuerzan
mutuamente, ya que, aquí como en otras partes, no son independientes
entre sí, sino que se persiguen en un círculo vicioso, en el que la
fábula del centro vacío normaliza los cálculos de inclusión/exclusión y
los dispositivos en los que estos últimos naturalizan la fábula del
centro vacío.
Esta doble operación de deconstrucción y desmantelamiento sólo puede
tomar forma en una política afirmativa de la alegría, en la que lo
informe de la vida ya no genere repulsión, asco o terror a lo disímil,
sino el deseo poderoso de crear nuevos seres: nuevos mundos, nuevos
sujetos, nuevos deseos y nuevos placeres, a través de una sucesión
ininterrumpida de alienaciones productivas. En resumen, necesitamos más
que nunca un antiespecismo que entienda que el problema no radica en
dónde se trazan las líneas ni en cuántas debería haber, sino en el hecho
mismo de que se sigan trazando. Llamemos a este antiespecismo el viscoso
antiespecismo de los bienes comunes.
Adoptando la idea de la especie como línea genealógica, este movimiento
ulterior de oposición al especismo considera a todos los animales vivos,
sin excepción alguna, como híbridos y cruces, en una palabra, impropios.
Los animales, tanto humanos como no humanos, son constitutivamente
relacionales: no son individuos que entablan relaciones, sino relaciones
que, eventualmente, perdiendo riqueza y poder, pueden individualizarse.
Todos estamos entrelazados con relaciones, todos somos parte de una
criollización incesante con "los" que nos precedieron, con "los" que nos
acompañaron y nos acompañan y con "los" que nos seguirán. En otras
palabras, no somos tanto individuos diferentes, sino más bien
singularidades inmersas en un proceso continuo de diferenciación
alienante, de devenir-con-entre.
Antiespecismo de lo común porque lo que más que cualquier otra cosa pone
en estado de estancamiento la noción de "especie" es el reconocimiento
de la falla de vida impersonal y transpersonal que atraviesa todo el ser
viviente sensual; ser vivo que, deseando y ansiando ser reconocido, nos
"interpela" hasta las más íntimas vísceras y pliegues de la carne. Lo
común es el espacio siempre cambiante donde la vulnerabilidad y la
finitud de los diferentes cuerpos sensuales se encuentran con el poder
"animal" de regocijarse, de jugar, de volverse inactivo, es decir, de
moverse y sentir sin un fin preestablecido, escapando así a los
imperativos categóricos de la productividad y la reproducción. Lo común
es lo que permite al antiespecismo ir más allá del bios -la vida
especializada de la que tratan las ciencias biológicas- hacia la zoé
-que no es la nuda vida sino el poder que produce mundos-. No es
sorprendente, entonces, que para el antiespecismo de lo común la
libertad sea liberación, un proceso colectivo que se materializa entre y
con otros. Lo que, en último término, corresponde a devolver a la
libertad su sentido originario que deriva de la idea de un crecimiento
común, de un florecimiento entendido como fuerza conectiva de la vida.
Antiespecismo viscoso porque no pretende caer en las trampas
criptoantropocéntricas furtivas o, por el contrario, en las
separacionistas que han caracterizado hasta ahora al antiespecismo en el
que se da reconocimiento respectivamente al Animal pseudohumanoide
similar a Nosotros (El Gran Simio) o al Animal totalmente ajeno a
Nosotros porque es todavía-Natural (El Salvaje Ultra-Originario): el
Otro o, mejor, los otros nos preceden y si mucho más a menudo son
desemejantes a nosotros hasta el punto de la repulsión, están sin
embargo indisolublemente ligados a nosotros tanto filogenéticamente como
ecológicamente.
Si la pandemia de Covid-19 nos hubiera enseñado algo, habríamos
comprendido que, nos guste o no, el mundo en el que vivimos es informe,
viscoso y común. Por eso necesitamos un antiespecismo neomaterialista
capaz de responder a los desafíos que este mundo nos plantea, un
antiespecismo que no se sienta llamado a mostrar y demostrar lo
indiscutible, es decir, que los animales sufren, sino a preguntarse cómo
es posible modificar políticamente lo existente. Así pues, precisamente
porque nunca hemos sido especistas, podemos proponer una nueva
definición del antiespecismo que, haciéndonos eco de Marx y Engels para
superarlos, podría sonar así: «El antiespecismo no es un estado de cosas
que debe establecerse, un ideal al que la realidad debe ajustarse. "El
antiespecismo es el verdadero movimiento que, al liberarnos y
liberarnos, suprime el estado actual de cosas".
Massimo Filippi
https://umanitanova.org/decostruire-la-specie-seconda-e-ultima-parte/
_______________________________________
AGENCIA DE NOTICIAS A-INFOS
De, Por y Para Anarquistas
Para enviar art�culos en castellano escribir a: A-infos-ca@ainfos.ca
Para suscribirse/desuscribirse: http://ainfos.ca/mailman/listinfo/a-infos-ca
Archivo: http://www.ainfos.ca/ca
- Prev by Date:
(ca) Italy, UCADI #195 - La paz correcta (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
- Next by Date:
(ca) France, UCL AL #357 - Cultura - Leer Emmanuel Guy: El juego de guerra de Guy Debord (de, en, fr, it, pt, tr)[Traducción automática]