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(ca) Spaine, CNT, #433: Sumisa por vocación - Cristina Cobo Hervás (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
Date
Tue, 21 Mar 2023 08:23:54 +0200
Ten cuidado con lo que bebes, no vayan a echarte algo», me decía mi madre cuando
empecé a salir, hace más de 30 años. Porque la psicosis es intergeneracional. Es
la presuposición de la existencia de un ente, abstracto y malvado, esclavo de sus
pulsiones, agazapado en la barra de un bar, esperando, es la mordida que paraliza
a la víctima hasta la anafilaxia, es la ausencia de voluntad, todo envuelto en un
mensaje claro, rotundo y cruel: TEN MIEDO. ---- Las mujeres, obcecadas en ocupar
el espacio público que nos corresponde, recibimos mensajes contradictorios
respecto al lugar en el que podemos y en el que debemos estar. Porque la
diferencia es sutil, pero venenosa. El patriarcado delimita una cerca para
difuminar la certeza de que, en realidad, vivimos en el redil de lo correcto. Y
para que no olvidemos agita el rejón y, en ocasiones, tira a matar. Los medios
esparcen la semilla del terror, cuidado, CUIDADO, y aprendemos que lo que nos
pasa es responsabilidad nuestra por salir solas, por disfrutar solas, por querer
cruzar la valla. Y es así desde que recuerdo. Y me vienen a la mente los
asesinatos de Alcasser, y el aprendizaje que sacamos de tanta basura amarillista:
ellas salieron SOLAS, porque así es como el patriarcado quiere que nos sintamos,
solas en manada, y nos quiere en casa, y recuerdo a Laura Luelmo, asesinada por
salir a correr en soledad. Y el foco sigue estando en nosotras, y reviso
hemeroteca y encuentro que nueve de cada diez campañas diseñadas para la
concienciación general sobre los delitos por sumisión química inciden en
nosotras: tapavasos morados, coleteros que se convierten en tapas, vasos
especialmente diseñados con boca estrecha y pajita, y me siento como una res
atada con una cuerda invisible, incapaz de ofrecer resistencia y esperando el
golpe que merezco por trascender los límites de lo que ya sabía que no estaba
permitido.
Hemos normalizado el «no robes», «no pegues», como advertencia directa hacia la
persona ejecutora. Sin embargo, en el caso de la sumisión química, el mensaje
bascula: «no te dejes drogar». Y es necesario recuperar el sujeto de la acción
directa, porque lo contrario es seguir adscritas de manera permanente a cursos de
defensa personal, porque es nuestra obligación estar siempre alerta y preparadas
para el siguiente golpe. Y mientras tanto, leemos que la mayoría de las denuncias
por pinchazos no reportan sustancias tóxicas en los cuerpos de las mujeres
atacadas. Entonces, ¿qué es toda esta vorágine de información? ¿Quién está
orquestando una campaña de agresiones cuyo único objetivo es sembrar el terror?
¿Cuál es el empeño? ¿Es todo esto un efecto secundario del histerismo que se nos
achaca a las mujeres? Locas, locas del coño, manipuladoras, HISTÉRICAS. Y
nosotras mientras mirando a nuestro teléfono en mano calle adelante, y confusas
porque en realidad se supone que NADA DE ESTO ESTÁ PASANDO.
Luz que agoniza (George Cukor, 1.944).
La película transcurre de manera opresiva en el interior de una casa en la que
Ingrid Bergman, incapaz de reaccionar, pasea entre habitaciones cercada por las
cejas impertérritas de Charles Boyer, mientras las lámparas de la casa oscilan en
una analogía perfecta del maltrato psicológico, robando la luz de ella,
obsesionada ante la convicción de su propia locura. Me remuevo en el sofá,
incómoda ante esa certeza implacable, porque debajo de humo, del enamoramiento
dependiente de ella, de ese maltrato sutil plasmado en impecable fotografía en
blanco y negro, subyace la realidad, aplastante y mortal: él es un VIOLENTO. Y
ese es el punto de partida, ese y no otro. Y el foco debe estar ahí y no en
ninguna de las maniobras con las que Gregory, de forma sistemática y fría,
ejecuta sobre la luz, la libertad y la capacidad de decisión de ella.
Los medios esparcen la semilla del terror, cuidado, CUIDADO, y aprendemos que lo
que nos pasa es responsabilidad nuestra por salir solas, por disfrutar solas, por
querer cruzar la valla. Y es así desde que recuerdo. Y me vienen a la mente los
asesinatos de Alcasser, y el aprendizaje que sacamos de tanta basura amarillista:
ellas salieron SOLAS, porque así es como el patriarcado quiere que nos sintamos,
solas en manada, y nos quiere en casa, y recuerdo a Laura Luelmo, asesinada por
salir a correr en soledad.
Y la metáfora es perfecta. Busquemos el fuego
Según los últimos datos aportados por el I.N.E. (Instituto Nacional de
Estadística) en septiembre de este mismo año, el número de personas adultas
condenadas por sentencia firme inscritas en el Registro Nacional de Penados
durante el año 2021 es de 282.210. Un 80,7% son hombres. Hombres condenados por
cualquier tipo de delito.
Recordemos que el Registro Central de Penados contiene información relativa a las
sentencias condenatorias firmes dictadas por los juzgados y tribunales del orden
jurisdiccional penal. La cifra ya es incómoda. Los gráficos que acompañan a la
nota de prensa, aún más. En cualquier caso, la diferencia porcentual entre
personas condenadas distribuidas por grupos de sexo y edad es aplastante. (Nota:
advertimos también en los datos que el 75,2% de delincuentes eran de nacionalidad
española. Pero es a la gente de la banderita a quien compete analizar esto, por
descontado).
Como dijo Nina Simone, "libertad es no tener miedo". Desde ahora, vamos a enfocar
la lucha en la voluntad de ser y hacer lo que es correcto. Y vamos a aprender a
poner el sujeto gramatical en el lugar que corresponde: Tú, hombre, no me
drogues. Tú, hombre, no me sometas.
Avanzamos en el documento, y leemos que los hombres también nos superan en el
número medio de delitos por persona condenada. Go, men! Y es que empiezan
prontito. El mismo informe concluye que el 81,0% de los menores condenados fueron
hombres y el 19,0% mujeres. (Y casi el 80% de nacionalidad española. Una vez más,
por favor, revisen sus prejuicios y hagan limpia de nacionalismos, incluyentes y
excluyentes).
Pero centremos el asunto. El único ámbito en el que se registra un ascenso
porcentual respecto a los datos de 2.019 (el 2020 se categoriza como año atípico
respecto a todo tipo de delito), es el de personas condenadas inscritas en el
Registro Central de Delincuentes Sexuales, que contiene la información relativa
de los condenados en sentencia firme por cualquier delito tipificado como sexual
en los términos previstos en los artículos 8 y 9 del Real Decreto 95/2009, de 6
de febrero.
Absténganse de seguir leyendo, por tanto, todas aquellas personas que conocen a
alguien que sabe de alguien a quien hundieron la vida con una denuncia falsa.
Incels y #notallmen incluidos.
El 97,9% de los condenados son hombres, y el 2,1% mujeres. Veamos en el caso de
menores: El 96,8% fueron varones y el 3,2% mujeres. La gran mayoría de las
condenas, por abuso y agresión sexual. Por favor, lean los datos con el
detenimiento que se merece. Porque es aquí donde está el foco.
El humo son los titulares de prensa haciéndose eco del miedo, insistiendo de
manera sistemática en la necesidad de protegernos, haciendo campaña con el
terror, con lo intangible. El humo son noticias sobre lo que pasa o podría haber
pasado, sin que al parecer nadie pueda hacer nada por evitarlo. Pero la realidad,
la abrumadora verdad sobre todo ello es que LOS HOMBRES COMETEN MÁS DELITOS. LOS
HOMBRES SUPONEN LA INMENSA MAYORÍA DE DELINCUENTES SEXUALES. Son ellos, adultos y
menores. Y esta realidad tiene un nombre: Se llama PATRIARCADO.
Y es un sistema. El más antiguo sistema de opresión, de hecho. Y como siempre
apunto, deberíamos combatir las opresiones por orden de aparición, y en esto el
patriarcado gana por goleada. Nosotras ya estábamos sometidas antes del
capitalismo. Y del feudalismo. Y de todos los ismos económicos.
Y este sistema demuestra convertir a los hombres en seres violentos. No es una
capacidad genética. No es algo inevitable. No es algo que no se pueda revertir,
por tanto. La solución, por tanto, es educacional. Una especie de Huelga de la
Canadiense feminista. Un movimiento global en el que cada persona asuma su parte
de responsabilidad en lo que está pasando. Y eso pasa por entender que, en una
sociedad en la que el acceso al porno ronda la media de los ocho años, la
sexualidad que se aprende es un binarismo entre opresión y sumisión, y que un
adolescente reacciona de forma violenta cuando en la vida real la chica no
responde a sus antojos como se supone que debería hacer, según el imaginario
colectivo audiovisual.
La solución, insisto, es educacional. No tengo que tapar mi vaso. No tengo que
proteger mi bebida. Porque a partir de ya voy a ser libre, como tú. Y como dijo
Nina Simone, "libertad es no tener miedo". Desde ahora, vamos a enfocar la lucha
en la voluntad de ser y hacer lo que es correcto. Y vamos a aprender a poner el
sujeto gramatical en el lugar que corresponde: Tú, hombre, no me drogues. Tú,
hombre, no me sometas.
«No soy un pájaro y ninguna red me atrapa. Soy un ser humano libre con una
voluntad independiente»
Jane Eyre (Charlotte Brönte)
https://www.cnt.es/noticias/sumisa-por-vocacion/
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