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(ca) Italy, FAI, Umanitanova #2-25: Pista minada. RFI traslada la responsabilidad a los trabajadores ferroviarios (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]

Date Wed, 19 Mar 2025 08:34:41 +0200


Han bastado poco más de seis meses desde la entrada en vigor del nuevo modelo organizativo del sector del mantenimiento ferroviario, basado en un acuerdo estipulado entre RFI- Rete Ferroviaria Italiana y los sindicatos confederados, para que muchos de los problemas y las cuestiones críticas denunciadas por los interesados salieran a la luz con todo su dramatismo. Basta con releer los artículos que este periódico ha dedicado al tema para darse cuenta de cómo lo que está sucediendo era fácilmente previsible y cómo se han ignorado las críticas y quejas formuladas por los trabajadores. Si se hubieran escuchado y no se hubieran ignorado científica y prejuiciosamente, se podrían haber evitado o al menos atenuado algunos problemas.

Es inútil reiterar aquí las consecuencias que la nueva organización ha tenido sobre la vida privada de los trabajadores ferroviarios, completamente anulada debido a turnos continuamente trasladados con el mínimo preaviso; sobre su salud, "gracias" a unos horarios que no permiten un descanso adecuado y a una organización, cuando menos, improvisada; En cuanto a la seguridad de los trabajadores de mantenimiento, basta decir que los accidentes laborales han aumentado un veinte por ciento. Se trata de hechos evidentemente despreciables para quienes firmaron este acuerdo que, en aras de la verdad, incluía entre sus objetivos, vale la pena recordarlo, la: "conciliación de los tiempos de vida y de trabajo" y "una organización (...) respetuosa con la seguridad en el trabajo", aspectos que fueron completamente desatendidos sin, por otra parte, hacer siempre referencia al acuerdo en cuestión, a cambio de vislumbrarse siquiera mínimamente los declarados aumentos en los niveles de mantenimiento preventivo o la internalización de actividades actualmente externalizadas.

En las últimas semanas hemos asistido a toda una serie de averías, anomalías y accidentes que han creado enormes perturbaciones en el tráfico ferroviario con importantes retrasos, cancelaciones de trenes e importantes molestias para todos los pasajeros que se han visto imposibilitados de utilizar un servicio esencial como la movilidad. Los trabajadores de mantenimiento, que siempre han sido muy conscientes de las consecuencias que este nuevo modelo también habría traído en términos de eficiencia del servicio prestado, han reiterado continuamente la imposibilidad de realizar un mantenimiento adecuado debido a las condiciones de trabajo que establece esta nueva organización, denunciando las consecuencias en términos de averías que todo esto habría traído, basta citar lo escrito en este periódico el pasado mes de octubre (ONU 30/24): "Paradójicamente entonces (...) esta organización (...) no es absolutamente funcional incluso desde el punto de vista corporativo, el mantenimiento cíclico, que de hecho previene accidentes y averías, es prácticamente nulo (...) los inconvenientes al tráfico y los importantes retrasos de este último período corren el riesgo de ser solo un primer aviso de lo que podría suceder pronto".

¿Cómo reaccionó RFI y el grupo FS en general ante esta situación? ¿Quizás admitiendo la insuficiencia de la nueva organización o al menos su implementación demasiado apresurada y tratando de recalibrar el modelo de mantenimiento, intentando restablecer una situación más habitable para los trabajadores y al mismo tiempo tratando de salvaguardar y restablecer los niveles mínimos de seguridad y eficiencia de la circulación? Obviamente no. En lugar de ello, ha optado por una estrategia nueva y al mismo tiempo antigua: crear ingeniosamente una teoría de la conspiración para enmascarar sus propios fracasos y sus propias deficiencias culpables. He aquí pues la hipótesis del sabotaje: individuos sospechosos que deambulan por las vías del tren con destornilladores, cadenas de bicicletas, martillos, clavos y botellas y que atentan contra la seguridad de la infraestructura ferroviaria provocando, o arriesgándose a provocar, daños, anomalías, averías, accidentes y los consiguientes retrasos; individuos sospechosos que, según se da a entender, pero a veces incluso se declara abiertamente, son los propios trabajadores ferroviarios. Lo risible de la acusación es evidente y bastarían algunas consideraciones para demostrar su absurdo; Mencionaremos dos de los muchos que podríamos mencionar. En primer lugar, si el grupo FS consideraba que existía un riesgo fundado o incluso remotamente probable de sabotaje a la infraestructura, no debería permitir que los trenes circularan con riesgo de accidentes y daños a los pasajeros; En segundo lugar, si consideraba real la posibilidad de que los propios trabajadores de mantenimiento pudieran atentar contra la seguridad de las líneas ferroviarias, ¿por qué habría dispuesto turnos para estar presentes en los lugares considerados estratégicos por los propios potenciales causantes de daños? Más allá del carácter cómico de la acusación, y en general de toda la hipótesis, lo verdaderamente grave y desconcertante es el hecho de que este teorema haya pasado de ser una de las muchas declaraciones extemporáneas e improvisadas sobre el tema -basta pensar en la propuesta de reducir el número de trenes a circular como solución para reducir los accidentes o en la "explicación" que ve las limitaciones longitudinales del territorio italiano entre las causas de los continuos inconvenientes- a una hipótesis real, con denuncia de la cúpula directiva de la empresa a la Digos y sucesivas investigaciones para comprobar la plausibilidad de la denuncia: un acto que implica toda una serie de consecuencias inquietantes. Con este movimiento, la compañía se protege ante todos los posibles accidentes, retrasos o fallos que a partir de ahora ya no serán considerados como consecuencia directa de la ineficacia del nuevo modelo organizativo, sino exclusivamente del "sabotaje" al que se verá sometida la infraestructura. Toda la responsabilidad recaerá sobre un chivo expiatorio, enmascarando así las deficiencias estructurales y la imposibilidad de prestar un servicio adecuado, eficiente y seguro y al mismo tiempo absolviendo a los promotores de este reciente proyecto de cualquier culpa o crítica. Además, cualquier voz interna disidente será silenciada: cualquier objeción dirigida a la empresa será considerada como una "apología del delito", un consentimiento tácito a acciones encaminadas a dañar la circulación, en un clima cada vez más autoritario donde la censura se convertirá en la norma. Es un clima que la empresa ya había implementado, castigando con sanciones disciplinarias, multas y suspensiones a quienes no se habían mostrado alineados, pero que a partir de ahora será aún más estricto y exasperado; y ya podemos oír el eco lejano, pero no demasiado lejano, de las medidas con las que FS, en 1923, purgó a toda una serie de empleados indeseados, anarquistas, maximalistas y comunistas.

Otro aspecto a considerar es el relacionado con la "tranquilidad" de los trabajadores de mantenimiento en el desempeño de sus actividades: como todos los que trabajan, de hecho, no son infalibles y están sujetos a errores, que a partir de este momento serán sin embargo estudiados con lupa para entender si ha podido haber habido fraude. En resumen, ya no habrá errores "simples", sino sólo hipótesis de delito; Cada operador tendrá que vivir con la espada de Damocles sobre su cabeza, en un clima tóxico y altamente estresante que minará su eficiencia y lo llevará a ser cada vez más propenso a cometer errores en un círculo vicioso sin fin.

Por último, se lanza al amplio público de viajeros y usuarios de los servicios del grupo FS, un "enemigo" responsable del mal servicio, de los retrasos y de las cancelaciones, un enemigo que, para conseguir sus propios objetivos, no tiene reparos en poner a todos en peligro y al que no le importan los inconvenientes a los que se ven sometidos los usuarios; Se crea ingeniosamente en la opinión pública un sentimiento de rencor y de verdadero resentimiento hacia quienes luchan, al mismo tiempo, tanto por sus derechos como para garantizar un servicio seguro y eficaz. Se pretende crear un "enemigo" para intentar desviar la atención de los verdaderos responsables de la situación, que así pueden seguir, tranquilamente y sin ser molestados, llevando a cabo sus planes, apareciendo además como los únicos verdaderamente preocupados por garantizar a los usuarios y protegerlos de quienes quieren negarles el derecho a la movilidad.

Es necesario entonces hacer una necesaria reflexión sobre el comportamiento de los medios de comunicación respecto al tema y sobre cómo en general han abordado el asunto: los órganos de información, en la mayoría de los casos, nunca, en ningún momento, han cuestionado la hipótesis del sabotaje, haciéndola cada vez más creíble con imágenes inverosímiles pescadas quién sabe dónde, destacando objetos extraños a lo largo de las vías del tren, sin jamás examinar en profundidad las noticias, sin consultar a los expertos, sin realizar ningún tipo de investigación periodística, sino sólo y exclusivamente proporcionando una imagen distorsionada y conveniente, a menudo escandalosa y escandalizada del acontecimiento. Por ejemplo, omitieron decir, por citar solo un hecho, cómo las vías del ferrocarril no están cerradas y que cualquier persona puede acceder fácilmente a ellas y arrojar allí residuos de cualquier tipo; o con qué frecuencia son los agentes atmosféricos los que transportan material sobre las vías y catenarias, algo que ha ocurrido siempre y que sólo la presencia constante y la disponibilidad de quienes allí trabajan ha evitado a menudo confusiones y anomalías. Los periódicos y la televisión han intentado montar la noticia, sin abordar ni ahondar en las cuestiones en cuestión ni desarrollar un razonamiento crítico, explotando el acontecimiento sin aportar claridad, sin escuchar las opiniones y testimonios de los directamente implicados, produciendo reportajes y artículos que oscilan entre el peor chisme y un tutorial sobre cómo dañar a las empresas ferroviarias. También aquí, como ya es una costumbre consolidada, se aprovecha el momento, se vende la noticia como mercancía, se intenta, al estilo clásico del "divide y vencerás", fragmentar a la clase obrera en sectores y compartimentos estancos para crear divisiones y contrastes, celos y malentendidos, para impedir una acción común que por sí sola podría poner en tela de juicio el poder y la hegemonía de una clase dominante que persigue sus objetivos sobre la piel y sobre los cadáveres de los trabajadores.

Una última consideración debe hacerse sobre la conducta de los sindicatos en el caso específico que nos ocupa. Frente a las declaraciones de dirigentes empresariales y gubernamentales sobre hipótesis de sabotaje por parte de los trabajadores, declaraciones graves, perjudiciales para la reputación de toda una categoría y, como hemos intentado subrayar, peligrosas e insidiosas, la respuesta de los sindicatos, especialmente los confederales, ha sido completamente insuficiente. Mientras que por un lado los sindicatos de base se apresuraron a denunciar el incidente con comunicados de prensa, etc., adoptando una posición unida con los trabajadores de mantenimiento y reiterando las responsabilidades del acuerdo del 10 de enero, por otro lado la respuesta de las siglas confederales, que también en términos de resonancia mediática habrían tenido un valor completamente diferente, fue más bien tímida, aunque con algunas excepciones. La razón parece bastante simple: a pesar de las presiones de los afiliados para dar marcha atrás en el acuerdo, los sindicatos nacionales no tienen intención, al menos por ahora, de dar marcha atrás, admitiendo implícitamente el fracaso del nuevo modelo organizativo y declarando en consecuencia su fin, o en todo caso reconociendo la imposibilidad actual de implementarlo, y posponiendo su posible ejecución hasta que se den las condiciones mínimas necesarias para su sostenibilidad.

Sabemos bien cómo, en un contexto y momento completamente diferentes, teoremas no demostrados, hipótesis infundadas e intentos de desorientación llevaron al ferroviario, conductor de tren, Giuseppe Pinelli a "suicidarse". Lamentablemente, las lecciones de la historia se ignoran y se olvidan con demasiada frecuencia.

Si quisiéramos jugar a ser conspiranoicos por un momento, podríamos aventurar una hipótesis absurda: ¿no será que todas estas averías y accidentes provocados por la nueva organización podrían servir para demostrar la ineficiencia y falta de rentabilidad del sistema de mantenimiento y no estén encaminados a una posible privatización?

Alemán

https://umanitanova.org/binario-minato-rfi-scarica-le-responsabilita-sui-ferrovieri/
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