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(ca) cnt nº 426: Es tiempo de anarcofeminismo, y el anarcofeminismo necesita nuestro tiempo - Norteanarcofeminismo - Grupo de Feminismos de Regional Norte
Date
Fri, 14 May 2021 09:50:07 +0300
Feminismo de la diferencia, feminismo de la igualdad, feminismo clásico,
feminismo radical, ecofeminismo, transfeminismo, feminismo negro, feminismo
marxista, feminismo decolonial, feminismo rural o lesbofeminismo ¡nos lo quitan
de las manos, señora! ¡Hay feminismo para todas! ¿Pero de qué vamos a hablar hoy?
Hoy es tiempo de anarcofeminismo. ---- El anarcofeminismo es el feminismo que no
busca y rechaza explícitamente la legitimación de sus ideas, discursos y acciones
por parte del Estado. Como es de esperar, mantiene distancia con las estructuras
del Estado y sus instituciones, y con la que está cayendo desde que el mundo es
mundo, el anarcofeminismo viene pegando fuerte al encontrarse en una posición
ideal para identificar las violencias que se ejercen en todos los ámbitos habidos
y por haber. Entendemos que la misma idea del poder centralizado en un ente,
gobiernos y administraciones, es violenta en sí misma por fundamentarse en la
desigualdad de las personas y en la jerarquización de quienes habitamos un
determinado territorio. El anarcofeminismo busca la ruptura de esa desigualdad de
base, y la creación de relaciones horizontales capaces de construirse sobre la
absoluta igualdad-equidad y respeto a la diferencia. Esta construcción pasa
inevitablemente por dinamitar las estructuras económicas creadas por el
capitalismo, que se sostienen sobre la explotación sistemática de las personas
categorizadas como mujeres y de otras personas que viven en los márgenes de
nuestra sociedad.
El anarcofeminismo es un feminismo radical, un feminismo en estado de alerta
continua, que debe percatarse de todas las influencias que buscan controlarnos y
dominarnos para mantenernos dentro del redil.
No queremos un feminismo representado en las urnas donde éste ejerza poder sobre
el pueblo. El anarcofeminismo practica la acción directa, la autogestión y el
apoyo mutuo. Nadie debe decidir por el resto en una sociedad entre iguales.
Queremos acabar con las prácticas verticales que se alejan de la lucha por la
igualdad, el reparto del trabajo, de la riqueza, la libertad sexual o una
educación libre y crítica. Todas estas luchas quedan en nada cuando es un
reducido grupo de la población el que decide y las organiza para que el resto
acate. El anarcofeminismo está muy presente y es fuerte. Por eso el propio
Estado, o grupos que son favorables a tener un Estado, asumen prácticas
anarcofeministas interviniendo en asambleas, para dirigirlas desde afuera, desde
arriba, moderar el discurso, las necesidades y las acciones, incluso fomentando
la autogestión, aunque el dinero al final salga de estructuras jerarquizadas,
para que parezca que damos pequeños pasitos, cuando debemos derribar a la bestia
y empezar de nuevo.
El anarcofeminismo es un feminismo radical, un feminismo en estado de alerta
continua, que debe percatarse de todas las influencias que buscan controlarnos y
dominarnos para mantenernos dentro del redil. Cuestionamos los discursos del
poder corporativo dominante, denunciamos sus hipocresías, sus reformas estéticas,
y sus argumentos aliados con el sistema capital que sigue queriendo mantenernos
en un segundo plano y definiendo lo que ellos consideran que es nuestra función
para que el sistema siga su engranaje aprovechándose de nuestra fuerza de
trabajo, tanto remunerado como invisibilizado y gratuito.
La educación de las mujeres, el trabajo y la relación entre géneros en el ámbito
doméstico, son temáticas que las anarcofeministas de antaño trataron y a día de
hoy nos siguen ocupando. La independencia económica de las mujeres es fundamental
y la integración de los hombres en los espacios de cuidados atribuidos
exclusivamente a las mujeres es imprescindible para poder superar este sistema,
desmontar la metodología hegemónica, ideando nuevas formas de organización social
basadas en los principios de igualdad, solidaridad y apoyo mutuo a través de la
conciliación. El sindicato debe ser nuestra herramienta y el lugar de conexión
para mujeres diversas y sus diferentes problemáticas: un lugar donde nos
encontremos, podamos hablar, debatir, reflexionar, tener buenas ideas y llevarlas
a la práctica.
Estamos construyendo el feminismo anarquista que necesitamos: el que critica a
todos los poderes (insistiendo en identificar claramente al Estado como un aliado
más del patriarcado) y el que crea las condiciones para construir un futuro más
libre, para todas, todos y todes.
Al hablar de anarcofeminismo y conectando con este proceso en el que las
compañeras anarcosindicalistas nos encontramos compartiendo, nutriendo y
empujando para que el feminismo cobre la importancia que tiene en nuestro entorno
y se integre de manera transversal en nuestra lucha social y sindical, no podemos
olvidar la interseccionalidad. En nuestro proceso personal de ir tomando
conciencia de cómo esto nos atraviesa a nosotras mismas, y a su vez atraviesa y
estructura el mundo, hemos ido conectando con lo necesario que se hace
visibilizar(nos) y trabajar(nos) en todos los ejes de opresión que vivimos. A
muchas de nosotras, esto nos lleva a reflexionar sobre que, al militar en la CNT,
nos encontramos con que es habitual que entre lxs compañerxs del sindicato se
haya hecho o se esté haciendo un constante trabajo interno de revisión,
autocrítica y rebelión respecto a opresiones en las que hemos sido construidxs y
tenemos interiorizadas, como los anteriormente mencionados capitalismo o Estado
(asumiendo inevitablemente también nuestras contradicciones y malestares)
estando, por ello, ambos muy presentes en el discurso y en las prácticas
sindicales de nuestra organización. Sin embargo, la sensación generalizada de las
compañeras, es que desgraciadamente, por ahora, aún quedan otros ejes de opresión
más cogidos con pinzas, invisibilizados, restados de importancia o «dados por
sentado», estando entre ellos el patriarcado y el machismo. Y este punto ciego,
sin maldad-premeditación-nocturnidad ni alevosía, sino por torpeza, puede
llevarnos a que quizás se estén dando relaciones de poder y tensiones internas en
nuestra lucha, al mismo tiempo que se están dando fuera.
Es un hecho que la experiencia íntima del poder ha hecho al feminismo poderoso,
rabioso y revolucionario, pero, al mismo tiempo, al señalar de manera clara
nuestros propios «egos» y «jerarquías», a veces se ha convertido en «peligroso» o
«sospechoso» para nuestra organización. Esta realidad va cambiando, y estamos
construyendo el feminismo anarquista que necesitamos: el que critica a todos los
poderes (insistiendo en identificar claramente al Estado como un aliado más del
patriarcado, que diría Segato) y el que crea las condiciones para construir un
futuro más libre, para todas, todos y todes. Se trataría de un feminismo
verdaderamente revolucionario que siguiera la estela dejada por nuestras
antepasadas y al mismo tiempo la reactualizara para situaciones, colectivos y
problemas de hoy por hoy.
Merece la pena pararnos a pensar sobre por qué ha sido necesario que dentro del
anarquismo haya surgido la necesidad de nombrar el feminismo y por qué dentro del
feminismo hemos visto importante subrayar el anarquismo. Reflexionemos sobre por
qué las anarquistas y las feministas no hemos sentido que ninguna de las dos
categorías nos representara plenamente, sin matices. Ambos anhelos, el feminista
y el anarquista, pasan por una sociedad igualitaria y horizontal. Sin embargo, el
anarquismo ha estado atravesado por un fuerte pensamiento patriarcal (aunque
resulte una realidad muy incómoda para algunos compañeros) y al ser parte del
movimiento feminista hemos encontrado claras jerarquías (aunque resulte una
realidad incómoda para algunas compañeras). Por ello, a muchas, nos ha sido
necesario nombrarnos anarcofeministas para estar en las diferentes luchas siendo
coherentes.
Nadie debe decidir por el resto en una sociedad entre iguales. Queremos acabar
con las prácticas verticales que se alejan de la lucha por la igualdad, el
reparto del trabajo, de la riqueza, la libertad sexual o una educación libre y
crítica.
Encajar las ideas anarcofeministas en el mundo en el que vivimos de forma real y
coherente no es tarea fácil, y de eso seguro que saben mucho nuestras compañeras
de Mujeres Libres. No lo es tampoco en el momento actual y desde luego no parece
que vaya a serlo en un futuro próximo. Vivimos en sociedades claramente
jerarquizadas, atravesadas por herramientas de poder tan fuertes como el
patriarcado, el capitalismo y la moral católica. Existe un complicado engranaje
mediante el que el Estado interviene y legitima, o no, todas nuestras decisiones:
qué consumimos, qué producimos, a quién amamos, con quién vivimos, a quién
cuidamos, a quién elegimos para que nos cuide, cómo nos relacionamos con el resto
etc.
Nuestro devenir como personas que viven dentro de esta sociedad patriarcal y
capitalista está en continuo choque con nuestras ideas anarcofeministas,
generando contradicciones forzosas y diferentes malestares, y reafirmándonos en
nuestros deseos de construir un mundo realmente anarcofeminista cada vez que
vemos la miseria que el capitalismo genera y que el Estado legitima.
Por todo ello, comprometámonos a dedicar tiempo a honrar, interesarnos,
replantearnos, aprender cuidar e implementar el anarcofeminismo. Esto será lo que
mejore el anarcosindicalismo que como venimos diciendo hace tiempo, será
anarcofeminista, o definitivamente, no será. Porque como dice el dicho «hay que
elegir entre la verdad y el descanso», y nosotras, sin lugar a duda, ya hemos
elegido: es tiempo de anarcofeminismo anarcosindicalista.
https://www.cnt.es/noticias/es-tiempo-de-anarcofeminismo-y-el-anarcofeminismo-necesita-nuestro-tiempo/
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