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(ca) Editorial de La Tira de Papel (CNT): ¿PELIGRAN NUESTRAS PENSIONES?

From a-infos-ca@ainfos.ca
Date Thu, 11 Sep 2003 12:09:01 +0200 (CEST)


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AGENCIA DE NOTICIAS A-INFOS
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http://ainfos.ca/index24.html
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J. R. Palacios
La pregunta recorre insidiosa, desde hace tiempo, el espacio de nuestras
conciencias, programada para crear eso que llaman "un estado de opinión".
¿Peligran nuestras pensiones?. Según el discurso oficial de gestores y
analistas del sistema económico imperante, sí. De persistir la tendencia
actual del mercado laboral, con mayor temporalidad y precariedad en las
contrataciones -menores cotizaciones-, más prejubilaciones, junto a la
evolución demográfica que confirma el progresivo envejecimiento de la
población -más pensionistas y más duración en las pensiones- el sistema
actual no soportaría un periodo superior a los 30 o 40 años, aunque se
dedicara íntegramente al pago de pensiones todo el presupuesto de la
Seguridad Social.Pero a esta conclusión prefieren que lleguemos todos y cada uno de
nosotros libremente, nosotros solitos. Ellos se limitan a preparar
convenientemente el terreno, soltando como si tal cosa, un aparente debate
objetivo y desinteresado acerca de las pensiones, para que al final
aceptemos como inevitable lo que sólo es una imposición arbitraria del
modelo económico que rige nuestras vidas. Engaño común a toda propaganda
manipuladora de las conciencias y que constituye la esencia de la magia
democrática: que todos y cada uno decidamos y convengamos libremente,
justo lo que más conviene al capitalismo, es decir aquello que hace
cumplir su inexorable ley del Máximo Beneficio, o dicho más en cristiano,
que consigan más aquellos que ya más tienen.
Es pues conveniente, también en este caso, adelantarnos a sus pretensiones
y denunciar, al menos, las trampas que rigen su juego ganador.
Empecemos por negar "la mayor". El capitalismo con todas sus relaciones
económicas, sociales, etc -pensiones incluidas- no es como pretenden
hacernos creer un Sistema de Vida Natural y fatalmente inevitable que
todos debemos adorar. Ni mucho menos es el único modo de vida conocido por
la humanidad capaz de resolver sus problemas. Ni siempre ha sido así, ni
tiene por qué serlo. Todo esto son mentiras y gordas, como catedrales. El
capitalismo es sólo un modelo creado hace sólo un instante en la
perspectiva de la historia humana, que si bien hoy domina el mundo tras
imponer sus valores a sangre y fuego, éstos no tienen por qué ser,
necesariamente, los valores verdaderos por los que regirnos. En este orden
de cosas, el argumento inicial que justifica la debilidad del sistema de
pensiones, a la par que incita a su privatización proclamando las
maravillas de los planes personalizados, sólo es cierto en la lógica del
capitalismo dominante.
Con igual propósito de construir su dogma de fe con grandes mentiras, el
estado capitalista se presenta a sí mismo como "estado del bienestar"
-eufemismo imposible- capaz de conceder graciosamente a sus ciudadanos
cuestiones tales como vacaciones, sanidad, educación o pensiones. Por
tanto seria comprensible que estuviéramos dispuestos a darlo todo por
defenderlo. Más aún, ¿cómo no entender que si alguna de tales concesiones
se reforma, se privatiza, o se recorta, siempre será porque es
absolutamente necesario y no hay otra posible solución mejor.
Camino de estas mentiras entenderemos mejor lo que aquí nos ocupa. Resulta
obvio que el capital no puede regalar algo ni a través de sus empresas, ni
a través de sus estados. Su ley esencial le exige la mayor acumulación
posible, nunca el reparto. Así que cuando realiza una concesión siempre es
para evitar costes mayores, caso de no realizarlo. Es esta lógica la que
permitió al sindicalismo de clase pujante hasta los años 1970 arrancar las
máximas concesiones al llamado estado del bienestar. Pero tan pronto el
movimiento obrero se debilitó por el cambio de aptitud de sus sindicatos
institucionalizados, el capital arremetió contra el estado del bienestar
dispuesto a recuperar el terreno perdido.
En nuestro país, la presión sociolaboral de finales del siglo XIX, arrancó
en enero de 1900 una Ley de Accidentes de Trabajo, autentica precursora de
la Seguridad Social en España.
Desde entonces, la lucha capital-trabajo provocó una constante evolución
en los sistemas de seguros sociales, que en 1985 alcanzó su punto álgido
en materia de pensiones. Garantizaba pensiones contributivas a todos los
trabajadores asalariados, calculadas sobre la base de cotización de los
dos últimos años previos a la edad de jubilación. En ese año la reforma
del PSOE amplió el plazo de calculo a los 8 últimos años cotizados. En
1987, los sindicatos CCOO y UGT, absolutamente dependientes del capital
para su funcionamiento, firmaron junto al PP y la CEOE los llamados Pactos
de Toledo, que amplían el periodo de cálculo hasta los 15 últimos años
cotizados, provocando así una reducción del 30% en el crecimiento de las
pensiones. Sin embargo aún esto resulta insuficiente para cuadrar sus
cuentas, y hoy se aventura una nueva reforma que contemplaría como base de
cálculo toda la vida laboral del pensionista. Pero mas allá de las cuentas
del capital y su jerga, la verdad sobre las pensiones y otras cuestiones
parecidas es otra. Mantener dignamente a nuestros viejos sería un problema
verdadero si escasearan los alimentos, o demás bienes y servicios
necesarios para una vida digna. Entonces sí sería pertinente el debate
para buscar una solución. Pero curiosamente la realidad es al revés, hoy
se produce en exceso de todo, y aún podría producirse más. Luego el
problema es solo de cifras, de cuentas que cuadrar, de déficit cero, de
dinero en definitiva. Pues que se lo quiten a quienes lo tienen.
El problema de las pensiones como tantos otros derivan de un sistema
económico contradictorio: este sistema se basa en la acumulación de la
riqueza cuando los problemas que genera, como el de las pensiones aquí
planteado, exigen como única solución verdadera el reparto de la riqueza,
cosa que por otra parte resulta imposible en el capitalismo.
Hecha esta denuncia, poco mas podemos hacer dada nuestra situación. Sin
embargo bien es cierto que cuando la amenaza quiera tornarse realidad
sobre nuestra vejez, bien poco ya tendremos que perder, incluso poca vida,
a la hora de enfrentarnos a tal amenaza.
http://www.cnt.es/latiradepapel



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