A-Infos (ca) LA CAMPANA N. 209: Editorial

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Editorial
Todo está en el aire. La amenaza, el miedo, la muerte rondando
sobre cientos de miles de personas, a punto de culminarse el
proyecto de saqueo y sangre universales.
Todo para que los ricos sean más ricos y poderosos y la miseria
absoluta alcance por fín a los dos tercios de la humanidad,
mientras el otro tercio baila al son de la hortera complicidad o
la impotencia avergonzada.
La matanza que se disponen a cometer en Iraq el gobierno de
EE.UU. y sus aliados más serviles -gobiernos de España, Reino
Unido, entre otros- no tiene otra razón de ser,que proceder a
una gigantesca rapiña y un sanguinario ejercicio de autoridad
imperial por parte de los ladrones.
Nuestra obligación es impedirlo y en ello nos va la libertad,
ladignidad y la vergüenza.
El Comité para una Nueva Política Energética, nombrado por Bush
al comienzo de su mandato  y dirigido por el vicepresidente
Cheney, va a matar de modo horrible a decenas de miles de
personas y a
robar el petróleo que se encuentra en el subsuelo de Iraq. Las
bombardearán, ametrallarán, quemarán o enterrarán vivas ..., tal
como hicieron en la masacre de 1991, durante la cínicamente
llamada Guerra del Golfo. Y eso a unas personas iraquíes que no
tienen más culpa que haber sobrevivido a los gobernantes amigos
de EE.UU. Pues eso era Sadam Husseim hasta 1991, cuando se creyó
autorizado para hacerse con la provincia de Kuwait en pago por
el millón de cadáveres y dos millones de mutilados que había
proporcionado su declaración de guerra a Irán, exigida por
EE.UU. Pero el gobierno de este país no estaba dispuesto a que
su vasallo se beneficiase de semejante botín, pues los
yacimientos kuwaitíes -con el 5% de las reservas mundiales de
crudo- debían quedar bajo control mayoritario estadounidense.
Los gobiernos de EE UU y demás títeres suyos -Reino Unido,
España, Guinea Ecuatorial, etc- no son más que la representación
escénica de una dictadura imperial, cuyos centros de poder
verdaderamente decisorios están en manos de mega-corporaciones
industriales y financieras. Son estas las que dominan
literalmente el mundo en base a los principios del lucro privado
(apropiación indebida por unos pocos de la riqueza socialmente
producida) y de la organización jerárquica, es decir, de la
apropiación indebida por unos pocos de la autonomía y libertad
que pertenece a todos y cada uno.
Dada la concentración del capital mundial, todos los sectores
económicos están controlados por cada vez menos familias.
Especialmente aquellos que hoy representan el motor de la
economía: los sectores energético, armamentístico, de
comunicaciones y mediático, etc, siendo este último necesario
para conseguir el grado de complicidad social entre las
poblaciones, que permita a los gobiernos y a las multinacionales
cometer cuantas matanzas, expolios y delitos crean conveniente.
En estos momentos, el sector energético y el armamentístico
tienen en nómina al presidente de EE.UU., pues ellas lo
seleccionaron para Presidente, subvencionaron su Campaña
electoral y finalmente lo eligieron, tanto por su reaccionarismo
mental como por su falta de escrúpulos, retórico nacionalismo y
absoluto desprecio a la humanidad. Por si esto fuera poco, él
mismo y sus más belicistas y estrechos colaboradores, tienen
fortísimos intereses privados en poderosas empresas de ambos
sectores. En realidad, el Comité para la Nueva Política
Energética, dirigido por Cheney, no es más que una oficina
específica de esas multinacionales, desde la que se cobran sus
inversiones en “política”. Aunque la decisión de los Consejos de
administración de esas empresas es anterior a la fraudulenta
elección de Bush, al nombramiento del referido Comité para la
Energía y al atentado del 11 de Septiembre, decidieron
aprovechar esas circunstancias -fabricaron la primera y no se
sabe si también dejaron que ocurriera deliberadamente la última-
para intentar el gigantesco negocio de hacerse con el petróleo
iraquí y acelerar sus planes de consolidar el Imperio político,
imprescindible para el estado actual de los negocios.
Para el gobierno de EE.UU., es decir, para la cúpula del Crimen
organizado, aplastar Iraq, matar por miles a sus habitantes y
colocar en ese país un régimen vasallo como el afgano, significa
la
consagración de un Imperio al viejo estilo, hecho de pompa,
rapiña universal, integrismo religioso y fanfarronería asesina.
Un Imperio que exige la redefinición política de la inmensa
región que va desde Israel hasta China, desde Arabia y el Océano
Índico hasta Asia Central y garantizarse el suministro de
petróleo -la independencia respecto de Arabia Saudí, que tiene
las mayores reservas de petróleo del mundo, ocupando Iraq el
segundo lugar- mientras no se estabiliza e incrementan
significativamente las producciones del mar Caspio, Rusia,
África, Sudamérica, etc. Hace unos días, el 18 de enero, más de
un millón de estadounidenses se manifestaron contra la Guerra
por las calles de Washington, San Francisco y otras ciudades de
su país. Para el 15 de febrero está convocada una movilización
internacional Contra la Guerra y el Militarismo, en la que todos
estaremos: Para desafiar al Imperio que se entroniza. Para
evitar un crimen horrendo y masivo. Para recordar a todos los
incrédulos que los poderosos son la muerte y en nuestras manos
está arrebatarles la guadaña.





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