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(ca) La escuela de la ignorancia + La escuela de la anarquía [LA

From Worker <a-infos-ca@ainfos.ca>
Date Wed, 5 Feb 2003 18:21:03 -0500 (EST)


CAMPANA, N.210]
La escuela de la ignorancia
Sender: worker-a-infos-ca@ainfos.ca
Precedence: list
Reply-To: a-infos-ca

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Jean-Claude Michéa pertenece al grupo de filósofos franceses
marxistas heterodoxos, que cuestionan sinceramente algunos de
las especulaciones marxistas más tradicionales, sin que ello
implique desconsiderar los criterios básicos, tanto teóricos
como prácticos, de Carlos Marx. En ocasiones estos profesores
universitarios se acercan a postulados propiamente anarquistas y
antiautoritarios, pero enseguida se cohíben y retroceden -¡aún a
costa de perder toda coherencia y honestidad intelectual!- al
comprobar la abismal diferencia que separa a una y otra
sociologías, sobre todo, en lo que se refiere a la actitud
frente al Estado y la política institucional. Una y otra vez
estos autores tropiezan en la misma piedra de su maestro: la
exaltación del Estado Fuerte y la conquista del Poder político,
como solución a los problemas y modos del régimen capitalista.
Llegan a describir el laberinto con precisión, pero no aciertan
a salir de él.
	Esta situación es particularmente evidente en este librito
sobre el papel de la Escuela y las sucesivas reformas educativas
en la moderna sociedad capitalista y su progreso globalizador
que, por otro lado, arremete contra el izquierdismo progresista
post-68, al que acusa de colaborador necesario del Mercado
capitalista y ser su instrumento ejecutor en la delicada tarea
de producir la ignorancia general.
	Pocas veces puede comprobarse como en este caso, un contraste
mayor entre la capacidad para describir brillantemente una
institución social (las reformas escolares y planes educativos
en las sociedades capitalistas más progresadas) y la confusión
sobre los fenómenos que la hacen posible y están en la raíz de
su éxito.
	Según Michèa las sociedades industriales llevan décadas
realizando reformas educativas -al estilo de la LOGSE o la
actual Ley de Calidad de la Enseñanza, en España- con el
objetivo manifiesto de convertir los centros de enseñanza en un
dramático dispositivo para producir ignorancia en los escolares,
en un contexto de banal alegría y frivolidad sin parangón
posible. Una ignorancia que destruya todas las formas de
relación social, costumbres, valores, hábitos, “arcaísmos” o
convicciones persistentes en la sociedad y que, de algún modo,
suponen un freno para el avance del Mercado y su ley.
	Los gerentes del capitalismo reconocen abiertamente que su
expansión depende de la desaparición de todos esos “arcaísmos
precapitalistas” en aras del nuevo y único valor: el interés
privado, que, por otra parte, resulta ser el interés menos
humano, antisocial por definición. “La historia de los últimos
treinta años es precisamente la historia de los esfuerzos
prometeicos realizados por las nuevas élites mundiales para
llevar a cabo esta sociedad imposible” [regida por un principio
antisocial y devastador], con la inestimable ayuda de los
sistemas educativos oficiales para hacer tabla rasa de viejas
sabidurías y valores.
	Sin ningún rigor, Michéa considera a la agitación estudiantil
del 68 en Francia, fundamentalmente libertaria, como el primer
movimiento deslegitimador de esos “arcaísmos anticapitalistas”
que, según el autor, habría que en cierto modo defender, pues “a
modo de obstáculos, entorpecían la expansión ilimitada de la
lógica mercantil”. La filosofía básica del 68 y sus seguidores,
disolvente y anarquizante, vendría de perlas a los actuales
burócratas ministeriales y expertos “educativos” para legitimar
sus planes de embobamiento y producción de Ignorancia por la
institución escolar.
	La acusación a los estudiantes y obreros del Mayo 68 por su
filosofía y acción más libertarias de facilitar el acceso al
poder en Occidente del “nuevo” capitalismo, por haber combatido
enérgicamente las bases ideológicas y sociales del “capitalismo
arcaico” -¡ciertamente, menos eficaz pero no menos espantoso y
feroz que el actual!- recupera las tesis de la izquierda oficial
del pre-68, estalinista o eurocomunista que a aquellas alturas
ya estaba en babia social, anclada en partidos y sindicatos
absolutamente inútiles para cualquier ideal de libertad,
igualdad social e internacionalismo verdaderos.
	Sin embargo, contra lo que afirma Michéa, es mucho más probable
que la conversión de la escuela en una post-moderna fábrica de
estupidez o el éxito de la maquinaria del tittyainment (palabro
propuesto por Zbigniew Brzezinski, consejero del presidente
Jimmy Carter, para designar el “cóctel de entretenimiento
embrutecedor y de alimento suficiente que permitiera mantener de
buen humor a la población frustrada del planeta”), se relacionen
más con la izquierda progresista institucional, secuela de
aquella otra que vendió por un mal plato de lentejas la
insurgencia del Mayo 68 ese mismo mes de mayo.

César Puch



La escuela de la anarquía

Recogemos este fragmento de pedagogía libertaria en el libro “La
Escuela de la Anarquía” de Josefa Martín Luengo, “Colectivo
Paideia”, editado por Ediciones Madre Tierra, Madrid 1993.
Los puntos fundamentales que debemos tratar en una educación
basada en una ética de la anarquía, son:
	1. Frente a la coacción paterno-materno sobre la dependencia de
los niños y niñas, por la satisfacción de los deseos primarios
de éstos a cambio de la sumisión. La coacción de la autonomía,
evitando la satisfacción inmediata de estos deseos, y el impulso
a conseguir lo que se desea desde una toma de independencia
individual y grupal.
	2. Frente a la coacción social de la competitividad libresca y
titular, la introyección de la cultura autónoma, autodeterminada
e igual para todos y todas según sus capacidades, intereses y
aptitudes.
	3. Frente a la coacción social de la violencia como forma de
conseguir el éxito y el dominio social, el diálogo razonado y el
acuerdo grupal.
	4. Frente a la coacción social del consumo y adquisición de
objetos para delimitar las clases sociales y crear la falacia de
la libertad, la autogestión como reparto equitativo y austero de
los bienes que pertenecen a un colectivo.
	5. Frente a la división del trabajo como forma de perpetuar las
diferencias y luchas de clases, el reparto equitativo del
trabajo en todas sus modalidades para establecer un colectivo
equitativo justo.
	6. Frente a la coacción moral que la sociedad hace en la
aceptación o infracción de sus normas y leyes convivenciales y
discriminativas. La ética de la solidaridad, la tolerancia en
los errores, la aceptación de los abusos y el rechazo de la
hipocresía, la mentira y la manipulación.
	7. Frente a la coacción moral que la sociedad hace con el
adoctrinamiento del bien y el mal, acomodaticio a unas normas
estatales y rentabilizadoras de una estructura social, la
coacción del desarrollo de la razón, la inteligencia y la
cultura como liberación.
	8. Frente a la coacción moral que la sociedad introyecta del
individualismo y el egoísmo, con su defensa de la propiedad
privada, la coacción moral del colectivismo, el reparto de
bienes y el derecho de todos y todas a gozar equitativamente de
todos los bienes que la naturaleza ofrece para poder vivir con
placer.
	9. Frente a la coacción moral que la sociedad impone de la
represión sexual. La coacción moral de una sexualidad libre,
carente de tabúes sin más limitaciones que la libertad de las
demás personas.
	10. Frente a la coacción moral de la división de los sexos en
roles predeterminados, la coacción moral de la igualdad, como
personas que, cada una según sus peculiaridades, aporta a una
colectividad para mantener la justicia, la equidad y la
creatividad.
	11. Frente a la coacción moral de una cultura de la imagen
manipuladora en exceso, la coacción de una cultura del libro,
las ideas y la ciencia.
	12. Frente a una coacción moral pública de la división de la
sociedad en pobres y ricos, listos y tontos, elegidos y masa.
Una coacción moral de la igualdad y de la diversidad en una
sociedad sin privilegios.
	13. Frente a una coacción moral del embrutecimiento de la
sensibilidad, por el pragmatismo, la satisfacción de los
instintos primarios y el embrutecimiento de la imagen, el sonido
y la productividad. Una coacción moral del desarrollo de la
sensibilidad, el afecto y la generación de los productos
necesarios para mantener una vida digna.
	14. Frente a la coacción moral pública del individualismo
egoísta y de la familia generadora y reproductora de todos los
males sociales, la coacción hacia el grupo natural, las
relaciones libres y la generosidad.
	15. Frente a la coacción moral del establecimiento de roles
sexuales fomentadores y perpetuadores de la familia. La coacción
moral de la libre relación sexual sin apelativos, marginaciones
o permisividades según los deseos de las personas sin ninguna
finalidad estructurada, como base de la generación de una
sociedad diferente donde los lazos de unión son solidarios y
libres y no estereotipados y sujetos a coacciones conservadoras
propias de una sociedad inmovilista y no anárquica.
	16. Frente a la coacción moral pública de la norma, la ley y la
moral burguesa que requiere y demanda el Estado. La moral
natural libre de prejuicios, ataduras y reglas de sometimiento.
	Por lo que: “Es necesario absolutamente e indispensable una
conciencia social y una politización de la vida personal diaria”
(Reich, W., La revolución sexual, pág. 15, Edit. Ruedo Ibérico,
3ª edic., 1978).
	Y en eso debe incidir la Escuela de la Anarquía, en recrear una
conciencia social y política personal que sea diametralmente
opuesta a la establecida en esta sociedad, para evitar su
perpetuación y poder tener la posibilidad de establecer las
bases de una nueva sociedad humanamente responsable, social y
personalmente.

Josefa Martín Luengo, “Colectivo Paideia”




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