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(ca) Movimiento Libertario Cubano ¿Quiénes Somos?

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Date Tue, 26 Aug 2003 23:55:13 +0200 (CEST)


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de Rojo y Negro Digital
El Movimiento Libertario Cubano, intenta articular e incrementar el
activismo revolucionario antiautoritario en Cuba, de manera particular y
en el continente americano en general, con el objetivo de construir un
movimiento anarquista más efectivo que participe activamente en las luchas
del movimiento real de l@s oprimid@s por el control de sus vidas y en la
resistencia contracultural internacional. No somos una organización
anarquista más, mucho menos, un círculo cerrado de "elegidos"; que
pretenda acaparar o adjudicarse la representación del anarquismo cubano.
Por el contrario, somos una red de colectivos e individu@s con secciones
en diferentes ciudades del mundo, que intenta una coordinación más
efectiva entre las distintas corrientes que hoy conforman el anarquismo
cubano desde el anarco-sindicalismo, el anarquismo revolucionario, el
anarco-comunismo, el cooperativismo, el comunalismo, el primitivismo, el
eco-anarquismo hasta el insurreccionalismo libertario.Si eres anarquista, antiautoritari@, antipatriarcal, anticlerical,
rebelde, soñad@r e idealista, tú también puedes ser parte de esta red y
participar activamente, de manera individual o colectiva, para el
desarrollo de un movimiento anarquista real.
Un poco de historia...
Los anarquistas cubanos han participado activamente en la lucha por la
emancipación del proletariado desde los tiempos de la opresión colonial.
La lucha desarrollada a mediados y finales del Siglo XIX, encabezada por
el "grupo de los 3 Enriques": Enrique Roig de San Martín, Enrique
Messonier y Enrique Creci; es el mejor ejemplo de ello. Este núcleo
anarquista revolucionario dejaba en claro su posición de clase, contra la
política y el Estado ya por el año de 1888, en las páginas del periódico
anarquista "El Productor" en una serie de textos titulados "Realidad y
Utopía" (I a VI), que explican a grandes rasgos la concepción global de
nuestros compañeros de entonces, la lucha contra la corriente, en un
momento en que las soluciones democráticas, liberales, anexionistas,
autonomistas, independentistas-nacionalistas (la "liberación nacional de
Cuba") eran dominantes. Sin embargo, la falsificación histórica que se
sigue haciendo en la isla de la Historia del Movimiento Obrero a intentado
dejar en el olvido la importancia del ideal ácrata en el desarrollo de las
luchas contestatarias de los oprimidos.
Los anarquistas cubanos, también lucharon arduamente contra las dictaduras
de Machado y de Batista. Contra este último, combatieron desde todos los
frentes. Unos, desde las guerrillas orientales o las del Escambray, en el
centro de la Isla; otros se unieron a la conspiración y la lucha urbana.
También se establecieron puentes entre los sectores organizados
revolucionariamente de la lucha contra Batista y la militancia
antifranquista anarquista, a través de los compañeros Antonio Degas
(miembro de la CNT, establecido en Cuba) y, Luis M. Linsuain, hijo de otro
destacado revolucionario anarquista muerto en Alicante al final de la
revolución española. Los propósitos de los anarquistas eran los deseos
mayoritarios del pueblo: liquidar la dictadura militar y la corrupción
política, así como crear un campo más abierto en el disfrute de las
libertades, que hiciera posible la continuidad ideológica.
En el folleto Proyecciones libertarias de 1956, donde se atacaba al
dictador Batista, también se mencionaba a Castro, el cual no merecía
"confianza alguna", [que] "no respetaba compromisos y sólo luchaba por el
poder". Fue ésta la razón por la que se establecieron contactos
clandestinos más frecuentes con otros grupos revolucionarios. Al triunfo
de la insurrección, Castro se había convertido en el líder de todo el
proceso, por una evaluación incorrecta de la oposición, que lo consideraba
como un mal "controlable", necesario y temporal, con su modesto programa
socialdemócrata.
En los primeros días del año 1959, las publicaciones libertarias,
Solidaridad Gastronómica y El Libertario (publicación periódica), reflejan
en sus primeras ediciones una actitud favorable, al mismo tiempo que
cautelosa y esperanzadora con relación al gobierno "revolucionario";. Sin
embargo, el Consejo Nacional de la Asociación Libertaria Cubana, lanza un
manifiesto donde "Expone, informa y hace juicios a la revolución cubana
triunfante", y por el cual, después de explicar la posición de los
anarquistas contra la pasada dictadura, procede a analizar el presente y
futuro cercano, declarando que "los cambios institucionales", al abrirse
una nueva etapa para Cuba, "no entusiasman ni ilusionan", aunque no se
niega con cierta ironía, la "seguridad de que por algún tiempo al menos,
gozaremos de las libertades públicas, bastante a garantizarnos
posibilidades de propaganda" (sic). Sigue un ataque certero y cerrado
contra el "centralismo estatal" camino, dicen, de llegar a un
"ordenamiento autoritario". Se hacen eco de la penetración de la iglesia
Católica y del Partido "Comunista";. Finaliza el documento con una
referencia al movimiento obrero, donde de nuevo hace énfasis en la labor
del Partido Comunista de Cuba (PCC) "para recabar la hegemonía que [...]
durante la otra era de dominación batistiana [...] gozaron" aunque
terminan por opinar que esto no ocurrirá y finaliza con optimismo: "El
panorama, pese a todo, alienta [...]".
Por otra parte y siguiendo la misma línea, Solidaridad Gastronómica
publica el 15 de febrero del 59, otro Manifiesto a los trabajadores y al
pueblo en general, donde explica y advierte que aunque al gobierno
revolucionario no le fuese posible "[...] poner en tan poco tiempo, en
función normal [...] a los organismos obreros [...] es un deber nuestro
[...] el que se respete y se ejerciten las normas de libertad y derecho
[...]. Es necesario que se convoquen elecciones en los sindicatos [...]
que comiencen a funcionar las asambleas [...]". Finalmente deja en manos
de los obreros de cualquier sindicato el problema de la "cesación obligada
en sus cargos" en relación a sus "[...] diferentes orientadores. Es
imprescindible que sean los propios trabajadores quienes decidan la
inhabilitación sindical de sus pasados dirigentes, pues de hacerlo de otra
forma, sería caer en los mismos procedimientos que ayer [...]
combatiéramos".La misma publicación, en su editorial del 15 de marzo, condena amargamente
"los procedimientos dictatoriales (de la CTCR) [...] acuerdos y mandatos
de arriba que imponen medidas, quitan y ponen dirigentes". También acusa a
los "elementos incondicionales [...] en las asambleas, que sin ser
miembros del organismo sindical, levantan el brazo a favor de una orden de
los dirigentes". Entre otras anormalidades y "procedimientos" se cita lo
siguiente: "[...] en ocasiones se llenan las salas asamblearias de
milicianos armados que constituyen una flagrante coacción, no se respetan
los preceptos reglamentarios [...] que se llega a cualquier tipo de
procedimiento para mantener el control de los sindicatos". Como se puede
apreciar, la batalla por liberalizar al movimiento obrero se estaba
perdiendo lamentablemente a pesar de las denuncias de los
anarcosindicalistas en ese campo tan importante
La oposición al anarcosindicalismo emanaba directamente de sectores del
Movimiento 26 de Julio (M26J), instigado por los elementos del PCC
infiltrados dentro de esa organización que en un principio tomó casi
militarmente la dirección de todos los sindicatos de la Isla. Se decía que
la medida era temporal, con el objeto de purgar a los elementos más
corruptos de la pasada dictadura, hasta celebrar nuevas y libres
elecciones sindicales. Como se ha podido comprobar, y como era costumbre
en Cuba, lo temporal se convirtió en permanente. Pero ¿de dónde procedían
estos elementos sindicales, si era público y notorio que el M26J nunca
tuvo en verdad una base sindical, o mejor aun, una simpatía generalizada
entre los trabajadores, o siquiera una activa dirección proletaria?
Los dirigentes sindicales procedían en su mayoría de dos campos
antagónicos: el sindicalismo de las Comisiones Obreras, que respondían a
la política electoral y habían sido enemigos del gobierno anterior y los
del PCC. Los primeros, respondían a un oportunismo cínico y se prestaban a
cualquier manipulación estatal. Los segundos, eran en extremo peligrosos,
y a pesar de lo borrascoso de su pasado, se notaba ya un apoyo oficial que
provenía de lo más alto del gobierno. Ambos sectores se odiaban mutuamente
y se prepararon para una lucha abierta por la hegemonía del sector
proletario, pero como se verá más adelante, terminaron en una amalgama
desastrosa para el movimiento obrero cubano.
En el mes de julio, el Estado cubano estaba ya en sus totalidad en las
manos de Castro, así como de sus más cercanos colaboradores. La presencia
de elementos del PCC era ya notable en altas figuras del gobierno. Los
anarquistas que habían notado la contingencia, se alarmaron en grado sumo;
entendían correctamente que la influencia del PCC dentro de las esferas
gubernamentales y sindicales significaba un golpe mortal a corto o largo
plazo. Sus pesadillas más siniestras pronto se harían realidad. Por su
parte, Castro declaró públicamente no tener ninguna relación con el PCC,
pero reconoció la existencia de "comunistas"; dentro de su gobierno, lo
mismo que otros personajes de filiación anticomunista.
Para finales de año se convoca el X Congreso Nacional de la Confederación
de Trabajadores de Cuba Revolucionaria (CTCR) donde una mayoría acepta la
tesis de "Humanismo", una especie de filosofía que se había creado a
principios de año, que decía alejarse de los campos tradicionales del
comunismo-capitalismo establecidos por la Guerra Fría y que, predicaba las
consignas de "Pan con libertad" y "Libertad sin terror". Los cubanos,
siempre creativos, habían inventado un nuevo sistema sociopolítico para
darle algún tipo de explicación ideológica al nuevo régimen. David
Salvador, el máximo dirigente de la facción del M26J, ejercía y fungía
como su más denodado adalid. A su vez el PCC, bien representado en dicho
Congreso, aunque en evidente minoría, planteaba la añeja consigna de
"Unidad".
El 23 de noviembre el Congreso se halla totalmente dividido para tomar
acuerdos o elegir una representación. Los anarquistas de la Asociación
Libertaria Cubana ya habían publicado en Solidaridad, el 15 de ese mes, un
"llamado al X Congreso", donde se insistía en que "Los congresos que
veníamos padeciendo desde mucho, tenían como única cuestión de
importancia, la distribución de los cargos del aparato". Y finalizaba con
una nota optimista: "[...] pero sí quisiéramos que [...] marcara un paso
de avance en el sindicalismo revolucionario". Y añadía esperanzado: "Que
se adentrara profundamente, en las grandes cuestiones del proletariado
[...] por encima de personalismos y sectarismos de grupo o partidos
[...]". Nada de esto aconteció.
Ante la realidad visible de una parálisis proletaria creada por la
evidente división camino del poder, Castro en persona se dirige al
Congreso, donde explica la necesidad de "defender la revolución", para lo
cual se necesitan "dirigentes verdaderamente revolucionarios" , con un
liderazgo que sea apoyado por todos los delegados del Congreso y propone a
David Salvador para el cargo. La única facción que debe prevalecer es "el
partido de la patria", según declara Castro. Y efectivamente, como en los
buenos tiempos de la República, que tanto se quiere desechar y olvidar, el
gobernante de turno propone al Secretario General de la CTCR como un
apéndice o un simple Ministerio del gobierno. El Comité Ejecutivo está
compuesto de delegados del M26J y del PCC. El día 25 se da por terminado
el Congreso y el líder "comunista"; Lázaro Peña asume el control de la
dirección del organismo obrero, aunque la representación nominal la
ostente David Salvador.
Era lógico pensar que los representantes sindicales del M26J, que se
habían opuesto al control del Congreso y de la CTCR por el PCC, después de
escuchar las orientaciones de su "máximo líder", Fidel Castro, con
respecto a la dirección obrera, aceptaran sin replicar la imposición del
gobierno, por la sencilla razón, de que las órdenes que emanaban de arriba
indicaban que o se cumplían o se iba a parar a la cárcel. "¡Patria o
muerte, venceremos!" Terminaba en este Congreso, denominado "el de los
melones (verde olivo por fuera -el color del M26J- y rojo por dentro -el
del PCC), cerrando casi un siglo de luchas sindicales y por las cuales los
obreros habían obtenido algunas ventajas sobre el abuso patronal. Ahora
todo esto cambiaba. El Estado se convertiría en pocos meses en el
verdadero y único patrón.
Poco conocida fue la visita que realizó el anarquista alemán Agustín
Souchy a La Habana en el verano de 1960, y menos aún la publicación de un
folleto titulado "Testimonios sobre la Revolución Cubana";, que narraba
sus opiniones sobre el campesinado y la nueva ley de Reforma Agraria con
la que el gobierno castrista pretendía asombrar a medio mundo, empezando
por los cubanos. La figura de Souchy era de sobra conocida en los medios
libertarios cubanos, desde el año anterior, y conociendo que dicho
compañero pensaba viajar a Cuba, Solidaridad había publicado un largo
ensayo en varias de sus ediciones, titulado El socialismo libertario, como
una forma de aclarar conceptos sociales y como una oculta esperanza de que
esas ideas tomaran forma en una nueva sociedad que ya se perfilaba.
Eran momentos difíciles, al igual que todo proceso revolucionario (como en
una guerra) en el que el pueblo se debatía entre el miedo, la
incertidumbre y la esperanza. Ya al comenzar el año se notaba la
provocación de los medios oficiales a través del órgano oficial del
castrismo, Revolución, sobre los anarquistas, con acusaciones tan veladas
como falsas. Sin embargo, la visita de Souchy, invitado por el gobierno
para estudiar y dar a conocer su opinión sobre el agro cubano, llenó de
entusiasmo a muchos compañeros, y el escritor alemán fue saludado con
júbilo genuino por sus compañeros, en diferentes actos en su honor y una
cordial bienvenida por parte de los medios ácratas, el 15 de agosto de
1960.
Como estudioso de los problemas del agro, Souchy había escrito un folleto
muy comentado en Europa titulado Las cooperativas de Israel, sobre la
organización en dicho país del Kibbutz, motivo por el cual el gobierno
cubano esperaba algo similar de Souchy para que avalara su gigantesco
programa agrario y como propaganda en los medios anarquistas
internacionales. Este no fue el caso. Souchy viajó por toda Cuba con los
ojos y el corazón abiertos a todo lo que se le mostraba y a lo que pudo
por su cuenta observar. El resultado de su análisis no pudo ser más
pesimista. Cuba se acercaba demasiado al modelo soviético; la falta de
libertad y de iniciativa propia no podían conducir a otro lugar que al
centralismo en el sector agrario. Otro tanto se notaba ya en lo económico.
Souchy fue honesto en su inventario total y su folleto titulado
Testimonios sobre la Revolución Cubana, fue publicado sin pasar por la
censura oficial. Tres días después de marcharse de Cuba, la edición total
de dicho trabajo fue intervenida por el gobierno castrista por sugerencias
de la Dirección del PCC y destruida en su totalidad. Por suerte para la
Historia, la editorial Reconstruir en Buenos Aires reprodujo completa la
versión original de Souchy en diciembre de ese mismo año, con un excelente
prólogo de Jacobo Prince.
En el verano de 1960, convencidos de que Castro se inclinaba cada día más
hacia un gobierno totalitario de corte marxista- leninista, camino del
cual se asfixiaba poco a poco la libertad de expresión, comunicación,
asociación y hasta de movilización, la mayoría de los componentes de la
ALC acordaron, con el eufemismo de otras siglas, lanzar la Declaración de
Principios, avalada como la Agrupación Sindicalista Libertaria en junio de
ese año y firmada por el Grupo de Sindicalistas Libertarios. La idea de
usar este otro nombre se debió a la necesidad de "evitar represalias sobre
los miembros de la ALC". El documento, que es vital para entender la
situación de los anarquistas cubanos en esa época, tenía como objetivo,
además de orientar al pueblo cubano, acusar al gobierno del desastre que
se avecinaba y establecer una polémica con los integrantes del PCC, los
cuales ya se encontraban en posiciones importantes dentro del gobierno.
La Declaración constaba de 8 puntos en los que atacaba al "Estado en todas
sus formas": definía, de acuerdo con las ideas, la función de sindicatos y
federaciones en su verdadera actividad económica; declaraba que "la
tierra" debía pertenecer "al que la trabaja", respaldando "el trabajo
colectivo y cooperativo" en contraste con el centralismo agrario propuesto
en la Reforma Agraria gubernamental; hacía énfasis en la educación
colectiva y libre de la niñez, lo mismo que la cultura; luchaba contra el
nacionalismo, el militarismo y el imperialismo, a los que consideraba
nocivos, oponiéndose de plano a militarizar al pueblo; atacaba sin temores
el "centralismo burocrático" y rompía lanzas en pro del "federalismo";
proponía como recurso inmediato la libertad individual "en vías de lograr
una libertad colectiva"; y finalmente declaraba que la revolución cubana
era como el mar, "de todos", y condenaba enérgicamente "las tendencias
autoritarias que bullen en el seno mismo de la revolución".No cabía duda de que era uno de los primeros ataques directos que desde el
punto de vista ideológico se le hacían al régimen. La respuesta, sin
embargo, no tardó en llegar. En agosto, el órgano del PCC, Hoy, con la
firma del Secretario General, Blas Roca, el dirigente de más categoría
dentro de los cuadros "comunistas";, respondió a la declaración de los
anarquistas de forma violenta usando las mismas falacias que en 1934, y
agregando la peligrosa acusación de que sus autores eran "agentes del
Departamento de Estado Yanki". Según uno de los autores de la Declaración,
Abelardo Iglesias "[...] por fin el ex amigo de Batista [...] Blas Roca,
nos contestó en el suplemento dominical [...] colmándonos en su respuesta
de insultos e injurias". Era más interesante y significativo que en un
ataque al gobierno de Castro, fuera el dirigente de más alto nivel del PCC
el que saliera a responder por el régimen. En aquel verano de 1960 pronto
se empezaron a aclarar las dudas.
Desde ese mismo instante, los anarquistas que eran enemigos del régimen
tuvieron que sumergirse en la clandestinidad. Se hace un intento por
establecer una polémica en relación a la respuesta de Roca, "pero" según
Iglesias "no logramos que nuestros impresores, ya aterrorizados por la
dictadura, accediesen a imprimirla. Tampoco nos fue posible la edición
clandestina". Se trataba de un folleto de 50 páginas donde se le daba la
debida réplica al PCC y a Roca. Un mes antes El Libertario dedicaba su
número del 19 de julio, a celebrar "La heroica actitud de los anarquistas
en julio de 1936". Los componentes de la delegación de la CNT en La
Habana, entusiasmados por el triunfo revolucionario, se habían propuesto
derrocar a Franco de forma violenta. En ese mismo número, dedicado
enteramente a defender la actitud libertaria antes, durante y después de
la Guerra Civil española, en su última página y casi de forma patética, se
hace un recuento de las actividades de la ALC y "la lucha contra la
dictadura de Batista". El inventario es largo y le recuerda al gobierno el
aporte de los anarquistas cubanos a favor de la revolución y la libertad.
Se recurría ya a los últimos cartuchos ideológicos. El Libertario
desaparecía en ese mismo verano.
Los elementos más aguerridos dentro del anarquismo cubano tienen pocas
opciones a su favor. Después de la Declaración ya saben que van a ser
acosados por los ciegos servidores del régimen, que convertidos en
verdaderos sicofantes, se dan a la tarea de delatar a cualquier cubano que
no esté de acuerdo con el proceso. Una acusación de
"contrarrevolucionario" es un pasaje a la cárcel o un viaje al paredón de
fusilamiento. Las razones que adujeron los libertarios entonces para
oponerse al terrorismo de Estado de forma violenta, son tan válidas hoy
como ayer. El anarcosindicalismo dentro de los sindicatos y federaciones,
como ya se ha visto, pasó a mejor vida. No había espacio para ejercer la
libertad de prensa ni hacer propaganda a favor de las ideas. Atacar al
régimen era un crimen de lesa patria. La política económica del régimen
conducía a la sovietización de Cuba con todas sus consecuencias negativas.
Se perseguía con un rigor no conocido a todo aquél que propusiera otras
ideas que no fueran las que emanaban del Estado, domicilio y residencia, a
donde habían ido a parar todas las grandes propiedades, comercios, fincas,
centrales azucareras, vegas de tabaco, en fin, toda la riqueza del país,
en manos hasta esos momentos de la alta burguesía, el capitalismo nacional
y la banca cubano-norteamericana.
Estas medidas de "nacionalización" o expropiación no fueron criticadas por
los libertarios. A lo que se oponían, según la mencionada Declaración, era
a la estatalización de todas las riquezas de Cuba en manos de Castro y el
PCC. Había entonces que tomar el duro camino de la clandestinidad o el
exilio para empezar a luchar de nuevo contra una nueva y poderosa
dictadura, que como explicara Casto Moscú "[...] nos convencimos de que
todos los esfuerzos de nuestro pueblo y los nuestros se habían perdido y
que nos llegaba un proceso muy difícil y peor que todos los males que
habíamos combatido". Ante una situación de corte totalitario, la gran
mayoría de los anarquistas cubanos acordaron rebelarse e iniciar una lucha
que estaba condenada desde el primer día a ser un fracaso rotundo.
Muchos de los anarquistas que habían luchado contra la dictadura de
Batista, desde las diferentes guerrillas en el Occidente, Centro y
Oriente, del país, no vieron otro camino , ante la represión castrista,
que regresar a las armas. Según relata Moscú, "se editaron infinidad de
manifiestos denunciando la falsedad de los postulados de la revolución
castrista y convocando al pueblo a la oposición. Se celebraban reuniones
para debatir temas y hacer conciencia de la desgraciada realidad que se
confrontaba", y se "llevaron a efecto planes de sabotaje sobre objetivos
básicos de sostenimiento del Estado [...]"Metidos ya de lleno en la lucha armada, según Moscú, "se participó en la
cooperación para sostener algunos focos guerrilleros existentes en
diferentes partes del territorio [...]". En particular, en dos guerrillas
importantes en la misma zona, donde se operaba con gran dificultad debido
a que la Sierra Occidental no era muy alta, la provincia estrecha y estaba
muy cerca de La Habana. "Existió un contacto más directo con la guerrilla
del Capitán Pedro Sánchez en San Cristóbal, pues compañeros nuestros
participaron activamente en esta guerrilla [...] se les suministró algunas
armas. [...] Con la guerrilla que comandaba Francisco Robaina (Machete)
que operaba en la misma Cordillera, les fuimos solidarios en todo lo que
nos fue posible [...]". El compañero Augusto Sánchez, combatiente en estas
guerrillas, fue asesinado después de haber sido hecho prisionero.
Considerados como bandidos por el gobierno, en muy pocos casos se les
respetaba la vida a cualquiera que se rindiera.
Además de ser ultimado Augusto Sánchez, fueron asesinados los siguientes
"compañeros combatientes: Rolando Tamargo y Ventura Suárez, fusilados;
Sebastián Aguilar hijo, asesinado a balazos; Eusebio Otero apareció muerto
en su habitación; Raúl Negrín, acosado por la persecución, se suicidó
dándose fuego". Por otra parte, además de Moscú, fueron detenidos y
condenados a penas de prisión los siguientes compañeros: Modesto Piñeiro,
Floreal Barrera, Suria Linsuaín, Manuel González, José Aceña, Isidro
Moscú, Norberto Torres, Sicinio Torres, José Mandado Marcos, Plácido
Méndez y Luis Linsuaín, oficiales estos dos últimos del Ejército Rebelde.
Francisco Aguirre murió en prisión; Victoriano Hernández, enfermo y ciego
por las torturas carcelarias, se suicidó; y José Alvarez Micheltorena,
murió a las pocas semanas de salir de prisión.El Primero de Mayo de 1961, Castro declaró a su gobierno, "socialista";,
en realidad de corte estalinista, planteándoles a los libertarios, fuera y
dentro de Cuba un dilema de corte ético. El régimen exigía la adhesión más
decidida de sus simpatizantes y militantes. No existía el derecho a la
abstención o a cualquier posición neutral. Se dormía con los criminales o
te mataba el insomnio. La Tercera República presidida por un dictador en
ciernes no ofrecía otras alternativas que agruparse bajo su control o
escoger entre tres opciones: la cárcel, el paredón o el exilio. Pasados
los primeros encuentros y confrontaciones con los sectores más
estalinistas del PCC, se entendía entre los componentes de la ALC que el
régimen, camino hacia el totalitarismo, no iba a permitir la existencia de
una organización anarquista o siquiera la prédica de las ideas.El movimiento anarquista cubano perseguido por las nuevas corporaciones
represivas de la dictadura de Castro se ve obligado a exilarse. No era la
primera vez que los anarquistas cubanos se refugiaban en este EE.UU. Ya
desde el siglo XIX, Tampa, Cayo Hueso y Nueva York, habían sido los
lugares escogidos por estos perseguidos, donde tenían oportunidad de
ganarse el sustento, además de la cercanía necesaria para continuar la
lucha. Durante las dictaduras de Machado y Batista, el exilio había
marchado a los mismos lugares; existían además, contactos históricos con
otros grupos de anarquistas residentes en los EE.UU.
En el verano de 1961, en la ciudad de Nueva York, quedó constituido el
Movimiento Libertario Cubano en el exilio (MLC), por un grupo de
anarquistas cubanos exilados en esa ciudad. Por esas mismas fechas y con
el mismo propósito, se organizó en Florida otro grupo de anarquistas
cubanos que fue conocido como la Delegación General. La llamada Sección de
Nueva York, casi todos anarcosindicalistas procedentes del Sindicato
Gastronómico, estableció los primeros contactos con los anarquistas
españoles radicados en Boston, a través del compañero Gómez, agrupados en
el Club Aurora. También por aquellos años se hizo contacto con otro grupo
de compañeros españoles en Nueva York orientados por J. González Malo,
alrededor de un antiguo vocero ácrata, Cultura Proletaria, con los cuales
se inició una relación solidaria.Pero, sin lugar a dudas, la cooperación y la solidaridad que
principalmente recibió el Movimiento Libertario Cubano, procedía del grupo
anarquista llamado Libertarian League (Liga Libertaria), orientados por
Sam Dolgoff y Russell Blackweil. Este último combatiente en la Guerra
Civil española y con un notable reconocimiento dentro del anarquismo
norteamericano, a pesar, o quizás por eso mismo, de su procedencia
trotskista. Sam Dolgoff, era en esos momentos una de las figuras más
respetadas en los medios ácratas de Norteamérica y poseía una larga
trayectoria revolucionaria, además de ejercer gran influencia dentro de la
llamada izquierda norteamericana. Siempre a su lado y a veces al frente,
no podemos olvidar a su compañera Esther Dolgoff, mujer dedicada desde su
juventud a la lucha social y a la libertad del proletariado en los EE.UU.
En este grupo, además colaboraba Abe Bluestein, otra figura que también se
identificó con los cubanos. Este sector anarquista había fundado en 1954
la citada Liga Libertaria, y tenía como vocero un boletín llamado Views
and Comments. Sin la colaboración de todos los componentes de esta
asociación anarquista, la labor de los anarquistas cubanos hubiera sido
mucho más difícil.En agosto de 1960 se había publicado en Santiago de Chile un panfleto de
16 páginas firmado por la Federación Anarquista Internacional, titulado
Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los
imperialismos yanqui y ruso, donde denunciaba el castrismo por primera vez
a nivel hemisférico y que coincidía plenamente con el documento que se
había originado en La Habana publicado por los libertarios. Este trabajo,
que es poco conocido debido a la pobre distribución que tuvo y al sabotaje
de que fue víctima por parte de los leninistas chilenos, ya dejaba
aclarada la posición de los anarquistas con respecto al castrismo. El
Manifiesto quedó enterrado en las sombras del misterio.
Condenados a penas de 20 años se encontraban presos en las cárceles
cubanas, Isidro Moscú y Plácido Méndez. Suria Linsuaín, cumplía una
condena menor, pero su hermano Luis estaba condenado a muerte por tratar
de ejecutar a Raúl Castro. Mientras se ayuda a los primeros, el MLCE
acordó movilizar la opinión anarquista internacional para salvarle la vida
a Luis, por todo lo cual se activó la solidaridad internacional.
Por su parte, los miembros del MLCE en 1962, iniciaron su campaña
propagandística con la publicación de un Boletín de Información Libertaria
(BIL), recibiendo la solidaridad más desinteresada y espontánea a su causa
por parte de Views and Comments, en Nueva York, y el apoyo de la
Federación Libertaria Argentina por un acuerdo de su V Congreso celebrado
en Buenos Aires, con su órgano de información Acción Libertaria. Tanto los
compañeros argentinos como los norteamericanos respondieron desde el
primer momento al reclamo de los anarquistas cubanos exiliados y nunca les
faltó a éstos, durante todos los años difíciles por venir, ese apoyo
solidario. Poco después mostrarían su solidaridad l@s compañer@s de la
CNT-FAI y un sin fin de federaciones, agrupaciones y colectivos
anarquistas alrededor del mundo.
Actualidad
Hoy, al igual que hace 40 años, el pueblo de Cuba, vive en carne propia la
amenaza intervensionista yanqui y, sufre el terror y el despotismo del
castro-fascismo, con la única diferencia que el sistema represor castrista
ahora es más sofisticado y es aún más opresivo. Las cárceles continúan
llenas de opositores pacífic@s y de jóvenes contestari@s que se rebelan
contra la imposición constante del totalitarismo y la falta de libertad.
El paredón de fusilamiento vuelve a ser la alternativa de los luchadores
sociales o de l@s desesperad@s que intentan huir del absolutismo.
Y todavía, de forma inexplicable, la "Revolución Cubana", que es como
gustan llamar a la dictadura castrista las "izquierdas", sigue teniendo
ese hipócrita "apoyo crítico". Vemos como amplios sectores de la
"izquierda"; se oponen a la pena de muerte, al servicio militar, a la
censura en los medios de comunicación, a la fabricación de casos
judiciales contra luchadores sociales bajo el eufemismo de "terrorismo";,
como se oponen a las leyes mordazas que prohíben los radios libres, como
se oponen a la energía nuclear, como se enfrentan al espionaje de los
aparatos represivos de sus Estados y, sin embargo, todos esos atropellos e
infamias, las justifican y, hasta las apoyan y aplauden, en nombre de un
anti-imperialismo primario. El "apoyo crítico" ha sido y es una consigna
para el consumo exterior y nunca interior, y se basa principalmente en una
forma de pensar estrictamente totalitaria o maniqueísta: "con la
revolución y contra el imperialismo", aquell@s que no nos apoyen están a
favor del imperialismo yanqui y, por lo tanto, son considerados como
reaccionarios. Este tipo de pensamiento es el mismo del que planteaban
Hitler, Mussolini y Franco.
Por supuesto, la propaganda castrista a nivel mundial ha repetido esta
consigna con todo el vigor de sus dólares y sus invitaciones gratis a
vacacionar en Cuba, y nunca han faltado amanuenses y escribas capaces de
oscurecer la realidad cubana con sermones y parábolas. Todo lo cual nos
conduce por el camino de una visión objetiva de la Cuba de hoy. Una isla
arruinada moral, física y económicamente donde sus habitantes desafían
cualquier peligro para poder escapar y donde irónicamente los funerales
son gratis. Una larga satrapía oprime a nuestro pueblo.


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