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The.Supplement
{Info on A-Infos}
(ca) Chile: 13 DE AGOSTO.... Y SE PROTESTÓ
From
a-infos-ca@ainfos.ca
Date
Tue, 26 Aug 2003 20:04:15 +0200 (CEST)
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AGENCIA DE NOTICIAS A-INFOS
http://www.ainfos.ca/
http://ainfos.ca/index24.html
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Pese a las amenazas del Gobierno de Lagos, que vociferó iba a
aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado a quienes
"causaran disturbios", pese a los dispositivos de Fuerzas
Especiales ubicados en todos los puntos por los cuales cruzarían
las distintas marchas convergentes en el Centro de Santiago
(3.000 carabineros sólo en el Centro de la Capital), pese a la
campaña de desinformación y confusión sembrada por los medios de
prensa y telecomunicaciones oficialistas, pese al deplorable
estado de organización en que se encuentra el movimiento
sindical y el movimiento obrero en general, pese a la
atomización del movimiento popular, pese a tener todo en contra,
el 13 de Agosto en Chile se protestó.
Cuando el 1º de Mayo, en medio de disturbios y botellazos que
iban y venían, el presidente de la desprestigiada Central
Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT), Arturo Martínez,
anunció un Paro Nacional para el día 13 de Agosto, nadie le dio
mayor importancia, y habría pasado como la tradicional "amenaza"
de todos los años, que nunca se llevaba a efecto. De hecho, un
llamado a Paro en nuestro país, es impracticable: sólo un 9% de
la clase trabajadora está sindicalizada, y los únicos sindicatos
con capacidad de movilización son los del sector público,
estando la totalidad de los sindicatos del sector privado
carentes de fuerzas como para siquiera pensar en la eventualidad
de parar. ¿Por qué, entonces, Martínez llamaría a Paro?
Precisamente, por ser una amenaza impracticable. Decíamos hace
un par de años (2001), en un boletín sindical frente a los
llamados a paro tradicionales de los Primeros de Mayo "...esto
no puede ser tomado más que como una voladura de luces, ya que
todos sabemos que el miserable estado de organización de los
trabajadores hace que un llamado de esta naturaleza, a un paro,
no tenga sentido. Así el "chino" Martínez quedaba bien con Dios
y con el diablo. Claro, porque los trabajadores no lo acusarían
de amarillo, y a los patrones no les molesta en nada un llamado
a un paro que sabemos que no tiene ninguna posibilidad de ser
llevado a la práctica." (Despabila, nº2, Julio 2001) Al parecer,
lo mismo estaría ocurriendo en esta ocasión. Pero ¿qué hizo la
diferencia entre los llamados anteriores y éste? ¿Qué factor
hizo que esta vez sí se llevara adelante el llamado a "paro" de
la CUT?
Ciertamente, la diferencia no la hizo la dirigencia de la CUT,
que se ha hecho célebre por sus vacilaciones y traiciones
abiertas a los intereses de los trabajadores que dicen defender
(con su postura vacilante frente al TLC y las Reformas
Laborales, por ejemplo). La diferencia la hizo que ésta vez el
llamado lo hicieron suyo amplios sectores de base, más allá del
mundo sindical incluso, que vienen sintiendo la necesidad de una
convergencia en la lucha, que ven cada vez con mayor claridad
que es necesario pasar de las rencillas sectarias entre capillas
políticas a la lucha contundente en contra de un sistema que nos
ha llevado prácticamente a una verdadera esclavitud en pleno
siglo XXI. Sin embargo, no sólo basta la voluntad de luchar; es
necesario poseer los medios y los objetivos claros, es necesario
saber con qué fuerzas se cuenta realmente, para saber cuál es el
avance que se le puede sacar a una movilización dada. Es por
esto que, ante la imposiblidad y la futilidad de restringir la
necesaria expresión del descontento a un "paro", que
necesariamente sería expresión de un sector insignificante de la
población, muchos sectores populares optaron por llamar a una
"protesta" popular, siguiendo el modelo implementado por el
pueblo en los años ochenta: expresión del descontento, de todos
los sectores del pueblo, mediante las formas de lucha que
estimen pertinentes, sin descartar ninguna a priori. Sin duda
que el contexto es semejante al de aquel entonces, ya que la
aguda crisis aguijonea los hogares populares, y el Gobierno no
ha tenido más respuesta a las justas demandas populares que una
brutal represión, "justificada" con un populismo patético y
torpe de Lagos.
Ya habíamos planteado anteriormente, siguiendo en la contra
argumentación a los míticos llamados a paro, que "...poniendo al
movimiento sindical tareas irrealizables, se deja de lado lo que
podemos realizar. Y hay algo que podemos hacer. Es necesario
recuperar el espíritu de rebeldía que sacudió a nuestro país en
los años ochenta en contra de la dictadura militar. Hoy también
sufrimos una dictadura, pero es una dictadura de los
empresarios, quienes hacen y deshacen a su antojo. A ello, es
necesario oponer nuestra capacidad de protesta, y es necesario
que podamos convocar a una gran Protesta Nacional, donde se
desarrollen todas las formas de expresión de nuestro descontento
(protestas, movilizaciones, absentismo, etc...) (...) Convocar a
una jornada de protesta es algo que podemos hacer, si logramos
que se reúnan todas las fuerzas sociales y si trabajamos esa
iniciativa con suficiente tiempo." (Despabila, , nº2, julio
2001). Es por esta razón, que nuestra organización, consecuente
con el análisis que hacíamos desde aquel entonces, se lanzó a la
campaña por la Protesta Popular para la jornada de "paro"
convocada por la CUT. Tal llamado no tenía, en absoluto, como
algunos con mala fe han querido interpretarlo, un sentido
divisionista: antes bien, pretendíamos ampliar el espectro de
quienes manifestarían su descontento, y por tanto fortalecer la
unidad en la lucha del pueblo. Creemos que el llamado no podía
restringirse al estrecho segmento de la población en condiciones
de parar, sino que debía ampliarse a los trabajadores no
sindicalizados (o sea, la mayoría de la clase), a los pobladores
cesantes y dueñas de casa, a los estudiantes de la Media y de la
Universidad. Y nuestro llamado a protestar, tampoco pretendía
"boicotear" a los sectores que estuvieran en condiciones de
parar: simplemente, no considerábamos correcto que esta fuera la
única forma de expresar nuestro rechazo al modelo, y descartar
otras formas de lucha que en las poblaciones, universidades y
empresas también pudieran tener lugar. El Paro, constituye una
de las tantas formas de protesta, por tanto, nuestro llamado era
que quien pudiera parar, lo hiciera, pero quien no, que
manifestara su bronca de otra manera.
Con mucho agrado veíamos que el mismo análisis era realizado por
distintos grupos y colectividades del campo popular, y eso nos
indicaba que existía un cierto sentido común respecto a las
necesidades del momento, que permitiría trabajar ampliamente una
red de coordinación para la Protesta. Lamentablemente, la
coordinación a nivel más amplio, fue baja, pero a nivel local,
hubo una convergencia de los más amplios sectores, que abarcó
prácticamente a toda la gama de izquierda, bajo una premisa
única: protestar contra el modelo.
Consideramos necesario descentralizar la protesta en la Capital.
Es decir, que esta no se remitiera a movilizaciones en el centro
de Santiago, ya que de esta manera, favorecíamos, por un lado,
la centralización de la represión, y por otro, ocurriría que
nadie en las poblaciones y en las diferentes comunas del Gran
Santiago, se enterarían de que nada hubiera pasado ese día. De
forma más estratégica, nos interesaba que al calor de la
organización de la protesta se fueran rearmando los lazos de
solidaridad y confianza necesarios para la construcción de
organización y poder popular, en los distintos espacios locales,
fueran universidades, sindicatos o poblaciones. Este mismo
esquema, se aplicó, según la capacidad de convocatoria, en
provincias.
Todo este proceso de preparación de la Protesta, reveló las
falencias de organización, disciplina, y la debilidad general de
la izquierda actualmente en Chile; pero a la vez, revelaba la
voluntad de protestar en contra del modelo de amplios sectores
de la población que veían con buenos ojos que (¡por fin!) la CUT
llamara a movilización nacional, y que independiente de ella,
manifestaban su voluntad de sumarse de una u otra manera a la
protesta, aunque más no fuera confusamente. Se vio que la
organización sólo nace en "caliente", y que la lucha sólo nace
de la decisión. Además, en momentos de preparación de la
protesta, se venían acumulando múltiples tensiones entre
distintos sectores del pueblo: las luchas estudiantiles
recrudecían en todo el país, la presión de base sindical
empujaba a la dirigencia de la CUT a hacerse cargo de sus
promesas de Paro, lo cual se hacía sentir en las reuniones de
las CUT provinciales en vísperas al Congreso Refundacional de la
CUT, que resultaban ser, como regla general, muy críticas a la
dirección nacional, por conciliadora y amarilla. A la vez, Lagos
y todo su equipo gubernativo asumía una postura paternalista
anticuada y de mal gusto, llamando a la mano dura, en contra de
los "niños" rebeldes.
Pese a los problemas estudiantiles, la firma del TLC con EEUU,
las Reformas que se quieren impulsar frente a la adaptabilidad
laboral, el alza del IVA, el plan AUGE de privatización de la
salud, la precarización del trabajo, y en general, la baja
brutal experimentada en la calidad de vida del pueblo, el
Gobierno tenía el descaro de decir que las convocatorias a
"paro" eran antojadizas, que no tenían un fin claro, que nadie
sabía contra qué se quería protestar. Y sin embargo, tanto el
gobierno, como las distintas Municipalidades debieron aplicar
medidas de emergencia para aparentar "normalidad" el 13, que
estuvo marcado por la tensión desde un par de días antes.
La protesta comenzó el día 12 por la noche en poblaciones de
Santiago en la Comuna de Cerro Navia. Esto ya preparaba el
terreno para el día 13: en distintas poblaciones ya estaban
andando las coordinaciones de pobladores, al igual que en las
universidades, estudiantes y funcionarios se tomaban de las
manos para manifestar ese día. Los profesores ya habían dicho
que se plegarían al paro, y los trabajadores de la salud habían
manifestado su adhesión, indicando que sólo atenderían los
servicios de urgencia. Los colectiveros y algunos servicios de
transporte (como las micros) también habían manifestado su
adhesión a la jornada de paro. El día 13, entonces, se inauguró
con una serie de cortes de calles y barricadas en las
principales ciudades del país. Los servicios de transporte no
funcionaban normalmente; incluso, una micro que pretendió salir
desde su terminal en Renca, fue quemada. Donde hubieran cortes
de calle, los Carabineros llegaban rápidamente a dispersar con
guanacos y bombas lacrimógenas; pero eso no impidió que en
Valparaíso, marcharan 6.000 personas, que en Concepción, fueran
2.000, que en Santiago las marchas sumaran a un número no
precisado de unos cuantos miles de personas, así como que
hubiera marchas y manifestaciones en distintos puntos del país
(La Serena, Penco, Talcahuano, Buin, etc...). La represión
policial hizo que en muchos casos fuera imposible reunir a todo
el mundo en un único punto (como en el caso de Santiago) en el
cual la protesta asumió formas descentralizadas y dispersas, de
agruparse, gritar, resistir y dispersarse. La adhesión en las
Escuelas Públicas al paro fue casi absoluto, siendo casi igual
el ausentismo escolar, el cual se hizo sentir incluso en los
colegios privados. Si bien fue menor en la Salud Pública,
también fue una adhesión importante, que en los consultorios
alcanzó el 70%. En el transporte, la adhesión fue del orden del
90% para colectivos y 70% para micros. En el Sector Público, el
Paro superó al 50%. Como se vé, el Paro se hizo carne en el
sector público, que es el mejor organizado, el menos precario, y
por consiguiente, el que se encuentra en mejor pie para acatar
una convocatoria de esta naturaleza (salvo para el caso de las
micros y colectivos, que se encuentran cruzados por conflictos
de otro tipo -microempresariales- con el Gobierno). Sin embargo,
a la empresa privada si le afectaron tanto el atraso en horario
de llegada de muchos trabajadores, así como el ausentismo
laboral, que si bien no fue una regla (debiendo bordear el orden
del 30% ó el 40%, quizás, sin haber cifras oficiales al
respecto), marcó un hito importante en un contexto generalizado
de desmovilización. Y aún así, quienes no pudieron parar,
salieron a protestar: o las marchas durante el día, realizadas
en las ciudades más importantes del país, o en las protestas y
barricadas que iluminaron las calles de Chile la noche del 13,
en los barrios populares de distintas ciudades, encontrándose
los enfrentamientos más duros en Peñalolén (Santiago) en la
población Lo Hermida, donde hubo fuego cruzado entre los
manifestantes y Carabineros.
El hecho de salir a protestar a la calle una fecha que no fuera
el 11 de Septiembre tradicional, ya de por sí, significaba un
paso adelante, ya que se sacaba la tradicional barricada
poblacional del ámbito de la conemoración y se llevaba de nuevo
al ámbito de la política contingente. Pero la jornada de
protesta dejaba el saldo de centenares de detenidos y algunos
heridos de diversa índole, lo cual muestra como a las justas
demandas populares, el Gobierno "socialista y democrático" de
Lagos no supo aplicar otra cosa que una desvergonzada y
dictatorial represión, lo cual muestra de cuerpo entero el
continuismo de la política de la Concertación con la política
del pinochetismo. Represión que incluso, hizo que Zapatillas
policiales amanecieran afuera de la casa de algunos de nuestros
compañeros. Ya sabemos que esperar para la conmemoración de los
30 años del Golpe del Gorila Pinochet.
La jornada de protesta popular terminaba con una CUT que
injustificadamente, se arrogaba un triunfalismo que en realidad
no le pertenecía sólo a ella; es verdad que una jornada de
protesta como la realizada, no habría sido posible sin la
existencia de una organización de carácter nacional como es la
CUT, pero también es muy cierto, que tal convocatoria no habría
prendido sin amplios sectores populares no representados en la
CUT, ni en su estructura, ni en la política de su dirigencia.
Tal convocatoria no hubiera prendido de no haberse ampliado del
débil actor sindical, a otros actores que también se encuentran
en lucha y que también son parte de la clase trabajadora o son
solidarios con ésta. Tal convocatoria, en definitiva, no habría
prendido si no se hubiera dado el viraje de una convocatoria a
paro a una convocatoria a protesta popular.
Hoy existe una inquietud de base bastante grande, existen aires
de movilización y desde abajo se tejen las redes de solidaridad
entre organizaciones populares e identidades de la izquierda
revolucionaria y libertaria, que van adquiriendo mayor
organicidad gracias a este "ensayo" del 13 de Agosto. Se van
rehaciendo nuevamente las confianzas que se habían perdido tras
quince años de disputas internas y sectarias entre los sectores
revolucionarios. Se vio quien era quien, quienes estuvieron en
la lucha y en la organización, y quienes se hicieron al margen,
prefiriendo la polémica retórica y las grandilocuentes amenazas
en contra del sistema y los "desviacionistas" o bien la unidad
puramente superestructural e ideológica, sin hacer ningún aporte
práctico a la lucha de los oprimidos. Se vio a un sector activo
y orgánico del movimiento revolucionario en la calle y
preparando la protesta, que pudo ver y conocer sus debilidades,
su real capacidad de movilización y tomar el pulso al
movimiento, el cual se vé, está saludable.
Cuando hay disposición de lucha, el pueblo se entusiasma, lo
cual muestra lo importante de la labor de sacar al quiste
burocrático del aparataje sindical y participar activamente en
la regeneración de un movimiento sindical clasista, de base y
combativo, que no se avergüence de la lucha popular. Este 13,
fue un ensayo, un primer intento de romper el atomismo y la
dispersión de las peleas de nuestro pueblo y llevarlas por un
carril unitario, de convergencia en oposición al sistema. Es un
paso adelante en 13 años de fragmentación y debilidad. Significa
que nos comenzamos a poner de pie nuevamente y que demostraremos
que en este país la clase obrera no sólo recibe golpes, sino que
también puede golpear de vuelta. Es necesario abandonar nuestra
postura defensiva y pasar a la ofensiva, volver a tener
confianza en nuestras capacidades. Por nuestra parte, seguiremos
en la lucha, seguiremos organizando y fortaleciendo la unidad,
pero no cualquier unidad: la unidad desde la base, en la lucha y
para la lucha, y con contenido clasista, revolucionario y
libertario.
¡ARRIBA LOS QUE LUCHAN! ¡SIN MIEDO, A ENFRENTAR LA DICTADURA
PATRONAL!
Congreso de Unificación Anarco-Comunista
Valparaíso y Santiago de Chile
20 de Agosto del 2003.
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