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(ca) FAI, Tierra y libertad #337 - Una visión de las colectividades
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Mon, 19 Sep 2016 14:09:20 +0300
En julio de 1936, una parte de los militares de la II República deciden dar un golpe de
Estado con la intención de frenar cualquier inquietud revolucionaria del pueblo. La
reacción de los trabajadores no se hizo esperar y se enfrentaron a los militares allá
donde pudieron conseguir armas para hacerles frente, mientras que el Gobierno republicano
se negó a suministrarles esas armas por miedo a la misma revolución que querían parar los
militares. Las capas populares no cejaron en su intención de acabar con la insurrección
militar y, pasando por encima de las órdenes gubernamentales, asaltarán cuarteles y
conseguirán acabar con la militarada en innumerables ciudades españolas. ---- A partir de
ese momento el control pasa a manos de los que han conseguido liberar de la militarada a
la población y se va ha iniciar un proceso de guerra y de iniciativas revolucionarias que
no estaban previstas para ese momento.
El análisis y estudio del proceso revolucionario en la España de 1936 a 1939 se ha
convertido en una superposición de tópicos típicos que lo han circunscrito a la
simplicidad por no querer hacer uso de la empatía con los protagonistas del movimiento
revolucionario de aquel momento.
Unas veces por la inquina ideológica de quienes fueron adversarios acérrimos de un proceso
de transformación social que superaba cualquier otro iniciado en el mundo. Otras por el
inmovilismo que representaba haber alcanzado una democracia que se demostró insuficiente
para una gran parte de la población.
Estos análisis han querido representar como un fracaso y una quimera todo este proceso,
pero poco o casi nada han hablado o escrito de la tremenda oposición emanada desde los
grupos políticos e inmovilistas contra las realizaciones revolucionarias que se estaban
produciendo y que era algo muy necesario para mantener implicados a los desheredados del
sistema en una lucha contra el fascismo mientras transformaban las estructuras sociales.
Todo lo que les llevaba hacia la libertad deseada y la propiedad de los medios de
producción que les había estado negada hasta ese momento.
En España siempre se había negado el acceso a la propiedad a aquellos que habían sido la
mano de obra, los no privilegiados. Lo fue en el momento de las desamortizaciones, cuando
no se produjo una verdadera revolución agraria sino que lo único que supuso fue un cambio
de manos de la propiedad entre aquellos que tenían el dinero suficiente para poder acceder
a ella. Lo será durante la Segunda República, con la famosa Reforma Agraria, cuando no se
llegó a empezar el proceso de reparto de las tierras entre los colonos y campesinos que se
pretendía.
Llegado el momento de hacer frente al golpe militar, en julio de 1936, las capas populares
serán la fuerza necesaria e imprescindible para hacerlo; momento en que, ante la falta de
acción del Gobierno de la República, se aprovechará para desarrollar las iniciativas
revolucionarias que transformarán la sociedad burguesa en una sociedad basada en los
principios generales del comunismo libertario.
Era una revolución que no encajaba en la mentalidad de los partidos republicanos, una
sociedad que iba mucho más allá de lo que se planteaban los socialistas y que acababa con
las posibilidades de realizar una revolución bolchevique que diera como resultado la
dictadura comunista del proletariado.
Ante esta situación, la lucha a la que se enfrentan las masas trabajadoras del país es en
varios frentes y aunque, en muchos casos la unidad obrera UGT-CNT será una realidad, en
otros, donde no se daba, se intentaría relegar la fuerza de los anarquistas por la
imposición de los dirigentes políticos para que hubiese representación de los dos
sindicatos aunque se tuviese que hacer por la fuerza de las armas.
Antecedentes
Aunque en el Congreso de Zaragoza, de mayo de 1936, la CNT elaboró su posición con
respecto a la Reforma Agraria y su Concepto Confederal del Comunismo Libertario, como guía
del proceso revolucionario, no se tenía nada claro que la mayoría de la población
estuviese suficientemente preparada para iniciar una transformación económica que acabara
con la explotación que sufrían los trabajadores españoles.
No hay que olvidar el planteamiento salido del Congreso de Zaragoza con respecto a la
famosa Reforma Agraria; hablaba de la explotación directa y colectiva por parte de los
Sindicatos de Campesinos de todas las tierras comunales, de todas las tierras que
estuviesen insuficientemente cultivadas y la expropiación de todas aquellas propiedades
mayores de 50 hectáreas. Para conseguir la aceptación por el campesinado de la
colectivización se plantean un plan de propaganda que les acerque hacia los postulados
colectivistas.
Estaba claro que, en ese momento, los miembros de la CNT no veían nada claro que los
campesinos pudiesen abrazar sus planteamientos sin un adecuado plan de propaganda en el
que se les explicasen los fundamentos del colectivismo y lo beneficioso que podía ser para
todos.
En sus objetivos son mucho más ambiciosos y plantean el colectivismo como una forma de
educar a los trabajadores del campo en "hábitos de solidaridad colectiva que los disponga
y capacite, sin reservas y en interés propio, para la implantación de un régimen comunista
libertario".
Este dictamen quedaría completado con el Concepto Confederal del Comunismo Libertario en
el que sí se establecen las formas organizativas de la nueva sociedad, así como el
funcionamiento interno de las comunas.
Por todo ello no es difícil concluir que los anarquistas, poco dados a leyes y normativas,
con esto tenían suficiente para poder hacer frente a las situaciones que se pudiesen
producir; los hechos nos demostrarán que las situaciones no serán tan sencillas y que en
muchos casos la falta de preparación de los campesinos, que ellos ya preveían, y la
oposición, esperable, de los instituciones estatales y de los partidos dificultará el
funcionamiento de las colectividades y su estructuración.
La revolución como alternativa al caos guerrero
Los anarquistas van a tener, sobre todo, una preocupación obsesiva por una organización
solidaria de abajo a arriba; la contraposición entre Revolución y Estado y la
diferenciación entre "colectividades agrarias" (interesadas en la explotación colectiva de
la tierra) y los pueblos en comunismo libertario (donde se haya realizado la "esperada
revolución social" capaz de controlar el poder municipal, dirigir la incautación de toda
la riqueza y organizar la colectivización total conforme a los principios anarquistas).
La lucha contra aquellos que pretenden garantizar la continuidad del régimen republicano
será una grave dificultad en el proceso revolucionario iniciado como respuesta al
levantamiento militar.
Desde el momento que inician el proceso revolucionario ven que sus planteamientos
colectivistas se ponen en marcha de forma poco organizada y más voluntariosa que consecuente.
La CNT ante esta situación, durante los años 1936 y 1937, iría perfilando su política
agraria y la fisonomía que debían tener sus colectividades. Poco a poco los libertarios
irán adaptando sus acuerdos y sus planteamientos a las circunstancias y llegarían a crear
un tipo de organización colectivista adaptada a la legalidad republicana y que se conoció
como Colectividad Cooperativa Confederal de Trabajadores Campesinos. Estas colectividades
adoptarían unos mismos estatutos que les facilitarían la legalización por parte del
Gobierno, pero esto sucedería ya a mediados del año 1937, antes las colectividades se
fueron formando y rigiéndose por sus propios estatutos, los de las "bases" del sindicato
con respecto al trabajo colectivo, a la propiedad y a la sociedad que pretendían conseguir.
Cómo solía ser la colectividad campesina
Cabe reseñar las diferencias entre la colectivización según el anarquismo y el marxismo,
esto nos puede servir para entender las diferencias morales y éticas entre dos formas de
pensamiento que preconizan su lucha contra el capitalismo explotador.
El colectivismo inspirado en las teorías marxistas es el sistema económico socialista de
los tiempos modernos, que consiste en hacer de la propiedad colectiva todos los elementos
de la producción, distribuyendo la riqueza social entre los trabajadores a proporción del
trabajo que realizan o bien del servicio que prestan.
El colectivismo inspirado en las teorías libertarías, en cambio, es un sistema económico
social que consiste en hacer de la propiedad colectiva todos los elementos de la
producción, distribuyendo los beneficios de la riqueza social, teniendo en cuenta las
necesidades individuales de cada uno y no su capacidad de trabajo intelectual o manual.
Si analizamos las dos visiones podremos ver, a simple vista, que los marxistas reparten la
riqueza siguiendo una óptica de ganancias capitalista y que el anarquismo hace ese reparto
siguiendo una óptica de supervivencia humana.
Fue esta visión la que alimentaba la filosofía de las colectividades anarquistas donde
quien se afiliaba a la colectividad entraba a formar parte de ésta con todas sus
pertenencias, que las ponía en el fondo común de la colectividad. Si alguno quería
retirarse, por norma general podía llevarse aquello que aportó en el momento de su ingreso
y que constaba en el libro de registro de la colectividad.
Podemos afirmar que los colectivistas de la CNT no eran únicamente jornaleros sino que
tenían también posesiones rústicas, por lo que no podemos hablar de luchas entre
propietarios y no propietarios, pero sí entre dos visiones diferentes de la nueva
sociedad: aquellos que pretendían conservar su propiedad privada e incluso aumentarla y
los que pretendían poner en común sus propiedades más las incautadas para beneficio de
todos los colectivistas, e incluso de aquellos sectores sociales que no tenían ninguna
forma de tener ingresos, como eran los viejos, huérfanos e inválidos de sus poblaciones.
La colectividad garantizaba a todos sus miembros el consumo, los servicios, la enseñanza,
los servicios médicos y sanitarios que se necesiten y la creación de becas para que
pudieran cursar cualquier carrera o profesión especial siempre que demostrasen aptitudes;
en caso de fallecimiento o movilización del colectivista se le asignaría a la viuda y sus
hijos menores la cantidad necesaria para su manutención y necesidades. Además de todo
esto, cualquier miembro de la colectividad puede participar en cargos directivos siempre
que sea considerado competente; para poder disfrutar de todo ello se facilitaría a los
componentes un carné de consumidor y una cartilla de trabajo y profesión.
En cuanto a su organización se dotarían de tres secciones que serían: la rústica, la
urbana y la comercial-industrial.
Una de las mayores aspiraciones era la desaparición del salario, y para ello cada
colectivista, a veces, tenía derecho a una serie de productos y a una "retribución" familiar.
Cuando hablamos de las colectividades agrarias no podemos dejar de hacer referencia al
tipo de salario que se impuso prácticamente en todas, nos referimos al salario familiar.
Está claro que para los miembros de la CNT de 1936, incluidos los anarquistas, la familia
una vez hecha la revolución y cambiado el régimen social no era ningún estorbo. Por tanto,
no es difícil concluir que cuando se ponen a estudiar un sistema de remuneración salarial
que acabe con las desigualdades, se decidan por el jornal familiar, ya que en una sociedad
que se sigue rigiendo por la institución familiar, preconizar el salario único que sería
el defendido por el anarquismo, en caso de que persistiera el asalariamiento, se
convertiría en un salario injusto puesto que la aportación económica que entraría en una
familia de cinco miembros, donde todos trabajasen, sería superior a otras donde sólo
trabajasen dos o tres; por lo tanto se volverían a producir desigualdades sociales debido
a la acumulación de capitales.
Cuando los revolucionarios se dieron cuenta de la imposibilidad, en ese momento, de la
abolición del dinero y de que el salario único (o igual) era injusto, siguiendo su máxima
"a cada uno según sus necesidades" se deciden por el salario familiar, que evitaría las
desigualdades e injusticias que suponía el asalariamiento.
En esta línea se manifestará el Pleno Regional de Sindicatos de Levante en noviembre de
1936 cuando apruebe la implantación del salario familiar, tomaría como base al individuo
como consumidor sin distinción alguna de raza, profesión o sexo; se establecería un carné
familiar en el que constarían los miembros de la familia y sus edades, controlado por los
sindicatos y avalado por el Consejo Local de Economía; el salario lo establecerían los
Consejos de Economía con arreglo a los precios de los artículos de consumo; la base del
salario familiar será señalada con arreglo a las necesidades de un individuo que debe ser
cabeza de familia, y previo este señalamiento, será aumentado el salario en un 50 por cien
por ser el primer familiar que tenga más de 16 años y en el 25 por cien por cada familiar
mayor de dicha edad; y en un 25 por cien por el primer familiar menor de 16 años; y en un
15 por cien por cada familiar menor de dicha edad.
El salario familiar no fue una peculiaridad del campo valenciano, fue generalizado en
todas las colectividades agrarias de carácter libertario y en algunas mixtas (CNT-UGT), en
la zona Centro podemos seguir su desarrollo en la diferentes crónicas que se publicaron en
el periódico Campo Libre, donde hablando de la Colectividad de Tielmes de Tajuña se dice:
"Este salario familiar da origen a cosas tan naturales, curiosas para unos y extrañas para
otros, como la de que el responsable del economato gane la mitad que el dependiente, y el
'mandamás' del garaje, un tercio que el chófer. Y hasta que alguien que trabaja para
fuera, como el veterinario mismo y un pastor, reintegren a la caja común el exceso de lo
que ganan sobre lo que como colectivizados les corresponde".
Organización supralocal: el CLUEA
De los campesinos naranjeros sólo una pequeña parte estaban organizados en el CLUEA
(Consejo Levantino Unificado de la Exportación Agrícola), que estaba controlado por la UGT
y la CNT. La mayoría de ellos, como integrantes de una clase media relativamente próspera,
habían pertenecido a la Derecha Regional Valenciana (católico-conservadora y
regionalista), ingresado, a finales de otoño de 1936, en la Federación Provincial
Campesina dirigida por el PCE.
Aunque el CLUEA nació con el objetivo de dar vida a un tipo de economía basado en los
postulados revolucionarios, sin embargo, la coyuntura española se tradujo en la
intervención gubernamental y en la adaptación a los principios mercantilistas del resto de
Europa.
En cuanto a su funcionamiento interno, el primer problema fue a falta de dinero para la
confección y entrega de bultos de fruta.
Las dificultades por las que pasaban los pueblos hacían que estos exigieran que el CLUEA,
al que ya habían comenzado a entregar su mercancía, les adelantase el importe de los
materiales de confección, aunque se conformaban en no cobrar el importe de la fruta hasta
después de haber revertido al Estado el importe de las divisas producidas, para hacer
frente a las necesidades de la guerra que mantenían contra los fascistas.
En cuanto a las funciones, este tenía que ordenar a los Consejos Obreros de las casas
incautadas e intervenidas mediante la inmediata revisión de balance y estado demostrativo
de la situación económica, así como un inventario detallado de los materiales, enseres y
maquinaria que poseían. También ordenará a los Comités Locales que hagan lo mismo en los
Consejos Obreros de la localidad y remitir copia al CLUEA de estos documentos. Por otra
parte formará una estadística por pueblos que comprenden la producción y el conjunto de la
situación económica y disponibilidades de cada uno. Juntamente con el CLUEF (Consejo Local
Unificado de Exportación de Frutos) determinaría, de acuerdo con los respectivos
sindicatos, las cantidades a pagar por transporte del almacén al puerto. Resolvería las
diferencias, que se produjeran entre los Comités Locales en sus relaciones. Dictaría las
normas generales por las cuales ha de regirse la exportación de frutas. Determinaría el
precio tipo a fijar en divisas de acuerdo a las necesidades de los mercados consumidores
para la mayor intensificación de la venta en firme. Tendría que fijar de acuerdo con los
organismos pertinentes los precios de materiales, gastos de embarque, tarifas ferroviarias
nacionales e internacionales, gastos de Banca, etc. Además prohibiría la confección de
frutas cuando por accidentes atmosféricos se estimara oportuno, etc.
Los CLUEF en todos los pueblos con agricultura exportadora los integrarían: un delegado de
la CNT y uno de la UGT del Consejo Local de Agricultura, otro de obreros prácticos de la
recolección y un tercero de Técnicos de la Exportación y Confección.
Los Consejos Locales de agricultura tenían los siguientes cometidos: mandar relación de
todos los productos agrícolas que se cultivaran en el término municipal; relación y
extensión de cada cultivo por clases; indicar los cultivos que podrían introducirse para
intensificar la producción; informar del estado del término de aguas para riego y
proyectos para incrementar la zona regable y por último hacer una relación detallada e
inventariada de todas las fincas del término municipal clasificándolas como: fincas
rústicas y urbanas incautadas, intervenidas, de pequeños propietarios controladas y para
finalizar bienes comunales.
En el mar
Como nos informa el semanario Agitación del 8 de agosto de 1936, durante la primera semana
de agosto de 1936 el Sindicato de la Industria Pesquera de la CNT se hizo cargo del
"pósito de pescadores (...) Este casal había sido siempre guarida de pillos y usureros.
Desde que se inauguró, hasta la fecha, se han hecho en él los mayores negocios y chantajes
a costa de los pescadores. Ahora es propiedad del Sindicato. De él saldrá una vida nueva
para los sufridos trabajadores del mar".
Como vemos, el control de los medios para la colectivización de la industria pesquera se
había iniciado a los pocos días de la sublevación militar.
Siguiendo las necesidades organizativas de toda la industria pesquera se realizará un
Pleno de Sindicatos de la Industria Pesquera de la Región de Tramontana el 11 de octubre,
indicando la importancia del mismo para sentar las bases reales del proceso colectivizador
que se estaba dando en la industria pesquera y que se aprobaría y coordinaría con
posterioridad a ese pleno.
El trabajo era gestionado por el Sindicato de la Industria Pesquera de la CNT y como
primera medida decidió que los pescadores percibirían el 60 por ciento de los ingresos,
esto significaba un incremento de un 20 por cien con respecto al momento anterior,
mientras el otro 40 por ciento sería destinado para la construcción de nuevas
embarcaciones y a la compra de los útiles necesarios para poder faenar en la mar.
Desde ese día el trabajo se realizó en colectividad, se permitió la entrada de los
armadores: "quedando seleccionados algunos de ellos, pero en vista de que no tenían otro
medio de vida, la asamblea general acordó darles entrada en la colectividad, unos van a la
mar como pescadores y otros como técnicos se les emplea en armar las artes de pesca".
Las mujeres se empleaban, diariamente, como remendadoras trabajando a jornal y con el
turno de trabajo implantado (antes de la colectivización este trabajo sólo lo podían
realizar las hijas y familiares de los armadores y en número de cinco o seis diariamente),
también se contrataban, de la misma forma, mujeres como arrieras para la venta de pescado
en los mercados.
Como vemos, la iniciativa de colectivizar, que partió de los sindicatos locales, fue
respaldada en un Pleno de la Regional de la Industria Pesquera de Tramontana para asegurar
la producción pesquera a la población de todo el territorio libre del fascismo opresor,
prueba de ello es que los sindicatos de esta industria mandarán su producción a los
frentes y a Madrid, encontrándose, en más de una ocasión, que el pescado se encarecía de
forma desmesurada a su llegada a los mercados fuera del control obrero.
En la industria
En la mayor parte de las fábricas, durante los primeros días de la revolución los
trabajadores, simplemente, se adueñaron de las que habían sido abandonadas y reanudaron la
producción bajo el control de ellos mismos.
En algunas fábricas todos los trabajadores recibían un salario semanal fijo; en otras las
ganancias o excedentes eran repartidos entre todos, solución más equitativa que la de
antes, cuando el dueño del negocio se embolsaba los beneficios íntegros.
Tal medida no era compatible con el espíritu de la revolución, que pretendía eliminar a
patronos y accionistas y no aumentar su número con una especie de capitalismo colectivo.
El Decreto de Colectivización, que se promulgó en Cataluña el 24 de octubre de 1936, lo
único que hizo fue legalizar una situación creada por los trabajadores e impedir
posteriores desarrollos de la nueva economía revolucionaria en la industria.
Lo cierto es que las interferencias de los Gobiernos central y autonómico consiguieron
impedir que el experimento de la colectivización de la industria se desarrollase hasta sus
límites naturales.
Aun así hay bastantes pruebas para sostener que, si hubieran tenido las manos libres, o
sea, el control de las finanzas a la vez que la gestión de las fábricas, los trabajadores
de Cataluña, que demostraron espíritu de iniciativa y de inventiva y un profundo sentido
de la responsabilidad social, podrían haber logrado frutos sorprendentes.
Podemos afirmar que sus éxitos en los servicios de asistencia social, que no dependían
tanto de las finanzas del Gobierno ni de las materias primas y estaban más al cubierto de
la extorsión gubernamental, ha suscitado la admiración durante sus primeras fases.
Los trabajadores catalanes fueron capaces de hacerse cargo de los ferrocarriles, de los
transportes urbanos y suburbanos en Barcelona y hacerlos funcionar con mayor eficiencia
que antes. Además hicieron funcionar con normalidad los servicios públicos como teléfonos,
gas y electricidad a las 48 horas de sofocar el levantamiento de Goded.
Hicieron funcionar las panaderías colectivizadas mientras la harina no escaseó, al igual
que los servicios sanitarios y la asistencia social creados por los sindicatos en toda España.
Muchas industrias no llegaron a colectivizarse pero establecieron un control obrero, de la
CNT y la UGT, que garantizaba la producción de las mismas en un periodo en el que, los
antiguos propietarios, no estaban por una colaboración leal con los gobernantes.
Además de la zona catalana, por todo el territorio que estaba libre del fascismo se fueron
constituyendo colectividades industriales y socializando la industria para facilitar la
producción y el abastecimiento de los frentes tanto en alimentos como en material de
guerra. Son ejemplos destacados:
-La industria metalúrgica socializada de Alcoy organizada en torno a la CNT y que fue
capaz de organizar la producción de armas y vehículos para la guerra y que funcionó desde
el 18 de julio de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939. Al empezar la socialización las
industrias estaban sin dinero y una semana antes de concluir la contienda entregaron a la
Delegación de Hacienda de Alicante 1 millón de pesetas en concepto de impuesto de
beneficios y teniendo un superávit en caja de 7 millones de pesetas. También se
colectivizo el sector textil que no paró de fabricar ropas y mantas para la guerra y para
la retaguardia.
-La colectivización creada por el Sindicato de Industria del calzado de Elda y Petrel de
la CNT y la UGT y que abasteció de calzado a todo el territorio libre.
Tal como dice Vernon Richards: "Los problemas que surgieron ante los trabajadores
revolucionarios en la industria eran más complejos que los que se presentaron a los
campesinos. Demasiados factores quedaban fuera de su control para que la revolución en la
industria fuese tan completa como en la tierra".
La colectivización tanto industrial como agraria supuso una nueva forma de estructurar la
producción y la sociedad que, podemos concluir, en la mayoría de los casos estaba basada
en la libertad de su aceptación, por eso podemos decir que el intento inicial de cambiar
el sistema social y económico a través de la revolución libertaria, sobre todo, por culpa
de la guerra en marcha, se acabó convirtiendo en un sistema económico de guerra más que en
una nueva economía que diera paso a una estructuración social diferente. En ello
influyeron tanto la hostilidad gubernamental como las carencias en materias primas de la
mayoría de sectores productivos. Todo esto supuso que de las colectividades libertarias se
llegará a una economía mixta donde cohabitaban la propiedad privada, la propiedad estatal
y la propiedad colectiva.
Los herederos de aquella historia debemos aprender de ella, debemos tener una memoria
histórica fresca y clara sobre todo lo que sucedió en el pasado siglo XX, sin dejarnos
aleccionar por la historia oficial del sistema político-económico imperante.
Manuel Vicent
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/337articulo4.html
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