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(ca) grupo libertario vialibre: El plebiscito, la izquierda y los sectores libertarios Por:Julián L. Acción Libertaria Estudiantil
Date
Sat, 3 Sep 2016 12:23:08 +0300
El 3 de septiembre del 2012 en un alocución presidencial se presentó lo que sería la hoja
de ruta de negociación entre las partes que meses atrás venían discutiendo las
posibilidades de poner fin al conflicto armado protagonizado por el gobierno nacional y
las FARC-EP. Dicha ruta de negociación, que además generaría los criterios de la misma, se
publicó con el nombrede "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera", en donde se haría énfasis en la necesidad de
vincular a la sociedad en su conjunto lo cual implicaba el hecho de que lo acordado
debería ser refrendado por el pueblo colombiano. ---- Aunque las FARC-EP insistiera
durante estos casi cuatro años de negociación en que los acuerdos deberían culminar con la
convocatoria de una asamblea nacional constituyente, en el último anuncio del 23 de Junio,
el llamado "último día de la guerra",las partes llegan a un acuerdo para muchos
inesperados, ya que parecía que el mecanismo de refrendación supondría el punto de quiebre
de todo lo acordado hasta el momento: Las FARC-EP deciden renunciar, por lo menos en lo
inmediato, a que el pos-acuerdo sea abierto por una asamblea nacional constituyente y
acoge una "fórmula de convergencia" que implicaba dejar en manos de la Corte
Constitucional la decisión sobre el mecanismo de refrendación1, la cual, como era
previsible, inclinó la balanza hacia la propuesta del gobierno nacional de implementar un
plebiscito.
Lo que se sabe de la reforma constitucional que da vía libre al plebiscito parece aún no
dar respuesta a todos los posibles escenarios2, por ejemplo ¿qué pasaría si la votación en
el plebiscito no supera el umbral definido del 13% del censo electoral? ¿Qué sucedería
legalmente si circunstancialmente ganara el no? La corte hasta el momento se ha referido a
que cualquier escenario desfavorable para el plebiscito podría ser atajado con otro acto
legislativo o con la construcción de otro acuerdo entre las partes que no implique
refrendación. Como sea, se hace evidente que en medio de un país políticamente polarizado
en torno a los acuerdos, estos deberían arrancar con un respaldo social que lo blinde
mínimamente de legitimidad por una mayoría en las urnas.
En este escenario las fuerzas políticas han empezado ya a mover sus fichas. Por un lado,
la derecha más recalcitrante, integrada principalmente por ganaderos y terratenientes como
lo demuestran quienes firman el llamado a construir el Movimiento de Unidad Republicana en
oposición al plebiscito3, han empezado a actuar en bloque tras la figura de Álvaro Uribe
Vélez y de su partido el Centro Democrático, empujando una campaña por el NO, esta vez ya
no negándose a las posibilidades de dialogo para terminar la guerra sino ahora
argumentando que los actuales acuerdos entregan demasiadas concesiones a la insurgencia y
se hace necesario renegociar. El impacto de esta campaña aun genera confusiones, algunas
encuestas han expresado que se va imponiendo el NO sobre el Sí4, aunque otras la
desmienten. Vale la pena anotar además que este sector ha sabido jugar con el descontento
de los sectores sociales frente al gobierno nacional para promover su campaña, como
sucedió en el marco de las negociaciones del paro camionero, con taxistas e incluso con
sectores campesinos. Así es claro que es esta derecha la que se presenta como el más
peligroso enemigo del plebiscitico.
En la otra esquina encontramos a una diversidad de sectores, en muchas ocasiones
contradictorios, que levantan conjuntamente, en una apuesta táctica, la campaña por el SI.
Por supuesto la coalición de la Unidad Nacional en el gobierno ha sido uno de sus mayores
promotores intentando garantizar con ello su continuidad en el poder.
La izquierda ante el plebiscito
Aunque el grueso de la izquierda coincide en la necesidad de que el proceso se lleve a
buen término y se pueda avanzar a un escenario en donde la mediación de las armas no
marque el ritmo de la política, existe una controversia sobre el papel que esta debe
jugar. Más o menos las posiciones oscilan alrededor de dos perspectivas: por un lado
algunos sectores de izquierda, asociados al trotskismo y el maoísmo, han manifestado una
fuerte crítica al proceso y aunque expresan su deseo por el fin del conflicto se apartan
de la campaña por el SI al plebiscito manifestando que los acuerdos no son garantías para
la lucha pero además que esa "paz" poco tendría que importar al movimiento social que se
ha movido históricamente en la lucha amplia y de masas. En esta posición encontramos al
MOIR, quizá la fuerza de izquierda con mayor influencia política en el país, que en manos
de Robledo decide apoyar a rechistas el SI en el plebiscito más que por convicción por una
necesidad de no aislarse de la coyuntura nacional, sin que eso implique sumarse a hacer
campaña por el SI. También encontramos en esta posición el menos influyente Partido
Socialista de los Trabajadores (PST - LIT) quienes han sido promotores históricos del voto
en blanco y para el caso del plebiscito junto a otros sectores, como la denominada
militancia de base de la UP, llaman a rayar la papeleta exigiendo una asamblea nacional
constituyente. Es decir, ni SI ni NO.
La segunda posición presenta un apoyo logístico y político al plebiscito volcando gran
parte de sus energías, si no todas, en estimular la campaña por el SI. Esta postura la
abanderarían principalmente los tradicionales sectores bolivarianos, concentrados
puntualmente en Marcha Patriótica, quienes han volcado casi todos sus esfuerzos en
respaldar los diálogos de paz y en llenar de base social lo acordado. Vale la pena
recordar que este mismo sector depositó gran parte de sus energías en las llamadas
"constituyentes por la paz", en una apuesta por presionar socialmente para que la mesa
viabilizara un proceso constituyente como mecanismo de refrendación e implementación de lo
acordado, hasta que la insurgencia renunció en lo inmediato a dicha pretensión.También
encontramos a Congreso de los Pueblos y el resto del camilismo, quienes han depositado sus
esfuerzos en la campaña por el SI a la vez que exigen que se haga pública la mesa de
negociación con el ELN y manifiestan, sin mayor fuerza, las ausencias y límites de lo
acordado en La Habana. Hoy la "Marcha" lidera, secundada por "Congreso" y un variopinto
del movimiento social, la campaña por el SI para el plebiscito moviendo campañas
sectoriales en torno a la paz.
En términos globales el panorama de la izquierda se mueve dentro de una primera postura
que bajo una posición muchas veces sectaria y simplista le resta importancia a las
posibilidades que abre el actual momento histórico y una segunda que ha agotado el grueso
de su agenda de trabajo en lo que se diga y se haga en La Habana, llevándolo a tomar
posiciones erradas sobre la agenda propia del movimiento social que no elude la paz, pero
sí debería aterrizarla y develar los límites de lo acordado.
Esta gran polémica se da en medio de una tensión sobre lo que significaría para la disputa
político-electoral la terminación del conflicto con la guerrilla más grande del país: si
el proceso lograse tener un éxito relativo el escenario más probable parece ser el del
blindaje de la Unidad Nacional para sostener su lugar en el ejecutivo y su mayoría
legislativa, de lo contrario parece ser el Uribismo el que tendría mayor capacidad de
capitalizar los errores de lo acordado a la vez que la izquierda se muestra incapaz de
presentar alternativas de mayorías.
Hacia la construcción de una alternativa libertaria
Sobre este panorama parece más que obvia la necesidad por parte de los sectores
libertarios de construir una postura que logre recoger la riqueza crítica que ofrece el
anarquismo y las perspectivas de transformación autónomas, a la vez que asume el reto de
elaborar lecturas concretas del momento, es decir, de sus límites y sus posibilidades. Por
tanto propongo en este último apartado unos elementos propositivos que pretenden aportar a
que las libertarias demos pasos adelante.
Por un lado, creo más que pertinente retornar como punto de partida a la potente
interpretación hecha por el anarquismo clásico entorno al Estado, en donde se entiende que
este y los mecanismos que garantizan su reproducción, como el sufragio, no pueden ni
podrían ser los móviles de un proyecto revolucionario ya que estos se alzan sobre una
lógica de disociación de lo político y lo social que pretende vaciar de contenido político
la capacidad colectiva de la gente a la vez que se imponen mecanismos de representación y
"profesionalización" de la política que quiebran la potencia creativa del pueblo para
atender los asuntos comunes.
Lo anterior se completa además con una idea que toma fuerza al ser constatada en el caso
colombiano: la contradicción existente entre las premisas del Estado y su propia
naturaleza, ya que mientras el gobierno nacional se declara portador de un proyecto
democrático que apunta a la paz, profundiza la guerra silenciada del hambre, la
desigualdad y la violencia criminal que tanto caracteriza al Estado colombiano.
Este punto de partida debería suscitar una premisa básica de la discusión: ni el
plebiscito ni una asamblea constituyente podrán ser garantía para avanzar en las
necesidades más urgentes de la gente, llámese paz, justicia social o vida digna. Será
entonces sólo la capacidad de las comunidades organizadas por asumir el ejercicio de la
política como un ejercicio emancipador frente al Estado la que garantizará que la
violencia propia de la dominación pueda remplazarse por la acción trasformadora del
pueblo. La impronta de las libertarias debe ser que en la construcción de paz, como en la
construcción de vida digna y justicia social, "sólo la lucha decide" 5
Aun así el momento actual exige una lectura concreta que haga de la potencia crítica del
anarquismo un arma de reflexión y no una amalgama de principios que deriven en el
inmovilismo: Los acuerdos adelantados entre las partes, con sus serías limitaciones que no
pretendo desarrollar6, suponen tener posibilidades que no debemos desatender:
1. Que la guerra no marque el ritmo de la política nacional y así, por lo menos, que la
avanzada criminal contra las luchadoras sociales no tenga más un asidero en la existencia
de las insurgencias.
2. Que lo acordado, aunque insuficiente, brinda nuevos lugares y nuevas herramientas para
luchar, ya sea por las posibilidades de retorno y sobrevivencia a comunidades rurales, por
la revitalización de las ZRC, el reconocimiento y los procesos de resarcimiento a
víctimas, las políticas contra el narcotráfico, las herramientas políticas y jurídicas
para el ejercicio de la oposición y una serie de elementos que por lo menos nos permitirán
poner en cuestión el estado de cosas actual y avanzar a otro momento donde el guerrerismo
que representa Uribe y su camarilla pueda ser proscrito.
3. Finalmente la comprensión de que la guerra ha generado procesos de victimización
masivos, tanto directos como indirectos en eso que se ha llamado una "sociedad victima",
que deberían tender a desaparecer en un compromiso ético contra el sufrimiento y los
vejámenes que ha permitido, viabilizado y naturalizado el conflicto armado. No deja de ser
cierta la afirmación, por repetida que sea, sobre el compromiso histórico y social para
revertir la lógica de la guerra y garantizar niveles básicos de respeto a la vida y la
dignidad. Algo que inevitablemente debería llevar a cuestionar también a las víctimas de
la guerra que no se libra con balas: la salud, la informalidad, el desempleo, etc.
Por lo anterior creo que los sectores libertarios tienen el reto de aportar su visión
crítica del proceso y las formas tradicionales de la política con una definición táctica
de apoyo al SI en el plebiscito, que jamás implicará depositar un voto de confianza en la
institucionalidad colombiana, sino un gesto subsidiario que se realiza en razón de las
posibilidades que abre el actual proceso para la organización y la lucha popular que es
donde debemos depositar todas nuestras fuerzas y energías.
Las libertarias tenemos el reto de asumir el momento histórico con una reflexión crítica
que a la vez que comprenda las posibilidades que abre el actual proceso de paz sepa
cuestionar los límites y peligros que permanecen y se agudizan. El llamado final y más
urgente deber ser a que la paz no se vuelva privilegio de la mesa y de quienes formalmente
negocian en ella, sino que esta sea construida con el protagonismo directo de las de
abajo, lo que supone que debe ser en los espacios de vida y de lucha cotidiana del pueblo
donde se discuta y se construya la paz, no sólo para refrendar lo ya definido en La Habana
sino para elaborar agendas propias de lucha que nos permitan avanzar entre todas en
proyectos de vida digna y así caminar hacia la cada vez más necesaria transformación
social que acabe con la violencia del Estado y el Capital.
1http://www.semana.com/nacion/articulo/cese-al-fuego-y-proceso-de-paz-acuerdo-completo-entre-gobierno-y-farc/478986
2 Un buen articulo sobre los posibles escenarios está en:
http://lasillavacia.com/historia/el-plebiscito-entre-el-sin-plan-b-y-un-mejor-acuerdo-57243
3http://www.las2orillas.co/opositores-al-plebiscito-se-organizan-nace-el-movimiento-de-unidad-republicana/
4Una interesante reflexión sobre la avanzada del no en el plebiscito en:
http://www.desdeabajo.info/colombia/item/29457-fracasara-el-si-en-el-plebiscito-de-la-paz.html
5https://alestudiantil.wordpress.com/2016/06/28/en-la-construccion-de-paz-solo-la-lucha-decide/
6 Entre las limitaciones considero: la no expropiación de las tierras adquiridas
violentamente, la superposición de un proyecto de seguridad alimentaria sobre el de
soberanía alimentaria, los limites evidentes en las propuestas de participación política
del movimiento social, etc.
https://accionlibertariaoyl.wordpress.com/2016/08/22/el-plebiscito-la-izquierda-y-los-sectores-libertarios/
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